Ricky Spanish se folla a su tetuda terapeuta Emily Addison y se corre en su boquita | Reality Kings
Humper Therapy
La ruptura sentimental con su novia había llevado a Ricky Spanish a la consulta de la sicóloga Emily Addison. Era la primera sesión y ella había sabido conducirle muy bien a través de los recovecos de su cabeza. Quizá demasiado bien, porque tumbado sobre el diván, había entrado en una especie de trance olvidándose hasta de dónde estaba, imaginando que todavía estaba en su cama, su novia encima de él desnuda y él empotrándola desde abajo.
Sin darse cuenta empezó a hacer movimientos de follada. Al levantarse, la doctora se inclinó para coger unos dibujos. Pudo ver en su culo el de su novia y los dibujos que después le enseñó, todo, absolutamente todo le recordaba a ella. Cogió la almohada en la que había estado apoyando la cabeza, la abrazó y empezó a follársela.
Emily nunca había tenido un caso tan difícil en la consulta, pero fuera de su experiencia laboral, por sus vivencias personales tenía muy claro lo que necesitaba ese chico, un clavo saca a otro. En cuanto le plantó la mano en el paquete y se calmó, supo que iba por buen camino. Entre los dos le quitaron los vaqueros para continuar con la terapia. La picha bien larga le salió rebotando hacia arriba golpeando la camiseta. Acostumbrada a ver muchos rabos, Emily se quedó con la boca abierta.
«Tu novia debe ser tonta por dejar escapar un picharrón así«, le dijo en voz bajita y sensual, rozándole la polla y los huevos con la palma de la mano. Acto seguido, le enderezó la picha y se la empezó a mamar. En cuanto las babas, los labios y las manos de la doctora comenzaron a trabajarle la pija, Ricky se olvidó totalmente de su novia.
Emily le cogió una mano y le hizo colocarla en su polla. Quería que se masturbara mientras ella se despojaba de la camiseta desabrochando lentamente los botones. Se sacó las tetas. Ricky nunca había visto antes un par de melones así de grandes. Cerró los ojos, rebozó la cara por los pechotes y se puso a lamer pezones como un cerdo.
La doctora se contoneaba cachonda, encantada de dar de mamar de sus ubres a un yogurín así. Emily se levantó, se inclinó un poco y se levantó la faldita, que ya de por sí era corta. Ricky, emocionado, metió la polla entre sus piernas y empezó a pajeársela entre sus muslos. Emily se lo iba a dar todo, pero le pidió un poco de paciencia. Se quitó la falda, se dio la vuelta y Ricky volvió a hacerlo, le metió la picha entre las piernas, esta vez rozándola el chochete por encima de las medias que llevaba puestas.
Menudo picha brava. Le enseñó cómo debía contentar a una señorita. Emily se quedó desnuda sobre le diván, se abrió de piernas y cogió la cabecita de Ricky para que le comiera todo el toto. Por lo visto eso no hacía falta que se lo enseñara, porque el cabroncete sabía bien cómo comerse una almeja. La doctora se preguntó por qué razón una tia dejaría a un partidazo así, tan predispuesto, quizá por eso, pero a ella le encantaba. Puede que hasta lo adoptase después de aquella sesión y le convirtiera en su cachorrito para alegrarle el coño todos los días.
Le iba a decir que se pusiera un condón, pero iba tan lanzado, ya se había puesto de rodillas y le había metido la punta, que la doctora consintió y se dejó follar a pelo, dejando que el chaval calmase la ira contenida de su rabo. Ya le había sorprendido el tamaño de su rabo y lo bien que sabía comer coños. Ahora le sorprendía lo bien que llevaba una follada, manejando en todo momento a la dama, haciéndose con el control y llevando la voz cantante.
Descubrió lo mucho que le gustaba que le cabalgaran, que le metieran una buena pajeada con el culito rebotando encima de sus caderas mientras se ponía cachondo con unos buenos melones rebotando encima de su cara o agarrándolos por detrás a dos manos llenas cuando ella saltaba encima de él dándole la espalda.
Ricky sacó el rabo del coño a punto de correrse. Ella le preguntó dónde quería hacerlo. Ese tipo de preguntas no se le hacía a un hombre justo cuando el gusto le reocrría el cuerpo y apenas podía pensar. En un micro segundo de lucidez, Ricky dijo que en la cara mismo e intentó contener la leche de los huevos mientras Emily se ponía de rodillas y acercaba la cara a su pene.
En cuanto la tuvo ahí debajo, empezó a soltar la lefa en su boquita y su lengua. No paraban de salir grumos de leche espesita que le resbalaban por los nudillos del puño. Ella sacó la lengua y se los fue relamiendo. Le chupó la polla dejándosela limpita y se tragó todo su semen para no manchar el piso y porque estaba bien rico. Ricky cayó exhausto sobre el sofá, con la polla todavía empinada, sudadito. Por suerte había conseguido olvidar completamente a su novia. Ella no le dejaba entrar tan libremente por cada agujero ni tenía esas tetas ni se tragaba su lefa y a su edad, era lo que Ricky necesitaba.