Tenemos que hablar. Es lo único que le dijo. Vaya, parece que iba a haber una reunión familiar. Ryan Evans vio a su padre Jake Nicola todo serio en el sofá del salón junto a su amigo. «Este es Jesse Zepelin«, le presentó. Se dieron la mano como caballeros, pero Ryan detectó en su mirada algo que le hizo pensar que la mano no sería lo único que esa tarde terminaría agarrando de ese hombre.
Le sentaron entre los dos y su padre le pasó un brazo conciliador de colega por detrás del cuello para que se sintiera com entre amigos. «Mira hijo, creo que ya va siendo hora de que hablemos de este tema. Ya sabes, de chicas, de chicos, de esas cositas que se hacen»– dijo tragando saliva y haciendo pausas, algo avergonzado por tener que intentar esconder ciertas palabras tabú.
«He visto las fotos que tienes en el móvil– continuó, haciendo que a Ryan se le dispararan las pulsaciones por lo que estaba a punto de escuchar.- Hombres desnudos de la edad de papá. Y… he pensado que si eso es lo que te gusta, para que descubras si eso es lo que te gusta… me he traído a mi amigo. Para darte entre los dos un poco de cariño, sólo eso.»
Estaba tan cuqui hablando así, intentando contener lo que verdaderamente quería decir, que entre él y su colega querían hacer con él un sandwich, meterle los rabos y follárselo hasta desvirgarle el último centímetro de su ano. Se lanzó su boca. No es de recibo querer tanto a un padre, pero Ryan veía al suyo como a un amigo especial, como si fuera el entrenador buenorro del instituto, fuertote, masculino y con el que todos los chicos y todas las chicas sueñan en a soledad de sus habitaciones mientras se hacen dedos y pajillas.
Mientras se fundía en un beso con su padre, el amigo empezó a sobarle los muslos. Notó sus manos grandes y calientes. Giró la cabeza y lo besó. Los dos se quitaron las camisetas dejando al descubierto sus torsos voluminosos y se enzarzaron con el, besándole sin parar, respirando el aroma de su cuello como un par de vampiros sedientos.
Llegó la hora de la verdad, de descubrir si esos hombres con los que fantaseaba y con los que se hacía pajas mirando sus fotos, era lo que realmente le gustaba. Papá y su amigo se pusieron de pie enfrente de él. Hasta ahora Ryan sólo había visto los cuerpos desnudos de hombres de esa edad en los vestuarios de la piscina, pero siempre con las pililas flácidas. Ahora estaba a punto de ver un par de penes bien empalmados.
El primero en bajarse los pantalones fue Jesse. Junto con los vaqueros arrastró los calzones rojos que llevaba y su rabo tieso salió disparado como un resorte. La tenía mirando hacia la izquierda, todavía conservando la forma de plátano que la presión de los calzones le había dejado encima. Su padre fue más sutil, sacándosela de los gayumbos negros de pata como si fuera a mear. La tenía empinada hacia arriba.
Ryan cogió la de su amigo con la mano y la pajeó, pero la primera que le apetecía probar esa la de su padre, que a fin de cuentas, era quien le había creado con esa pedazo de pija gorda. Le chupó la verga consciente de que él había salido de ese trabuco. Era una sensación realmente extraña. Para no pensar demasiado, viró la cabeza y mastrubó con los labios la pija de Jesse.
Tras un ratito mamando una y otra, estaban bien duras. Por encima de su cabeza, mientras él se alimentaba con los rabos, su padre y su amigo se daban el lote besándose. Ryan no se lo recriminó. Le parecía bien que su padre, ahora separado, tuviera derecho a reconducir su vida como le diera la gana. Y si eso implicaba acostarse con hombres y disfrutar del sexo, para él estaba bien así.
No hacía falta decir que, entre los dos, el que tenía más derechos sobre el culo del hijo era el padre. Ryan se puso a cuatro patas todo lo largo que era en el sofá, comiéndole el miembro a Jesse. Su padre no paraba de sobarle el culo con las manos, de relamerle la raja con la lengua, de acariciar con la punta el agujero inmaculado y virginal a la vez que le restregaba toda la barba por los cachetes.
Con el culo ya preparado y lleno de babas, esperó el momento en que su padre le convirtiera en un hombre. Pero no ocurrió como lo había imaginado. Jake obligó a su hijo a darse a vuelta y a comerle la polla. Le guiñó un ojo antes de ponerle a comer rabo. Qué pacto tenía su padre con ese amiguete cabrón lo desconocía, incluso le excitaba pensar en teorías. Ryan fue obediente, puso su culo en manos de ese desconocido y perdió la virginidad en el momento en que la polla dura, gorda y desnuda de ese hombre penetró su excitado ojete.
Abierto el hueco, entre los dos le dieron la vuelta y su padre continuó la tarea. Pocos chavales de su intituto, quizá ninguno, podía presumir de haber sido desvirgado por su padre y un amigo en su propia casa. Ryan miraba hacia atrás y se ponía cachondo perdido, mirando el torso fuerte, los brazos grandes y peludos de su padre, viendo cómo empujaba con su trasero para meterle una y otra vez la polla dentro del culo y sin condón.
Ryan concentraba todo ese placer en la polla de su colega, masturbándole el rabo al estilo tornillo con una mano y mamándosela sin parar. Tuvo que haberlo hecho bien, porque apenas unos minutos después, el pollón se hinchó dentro de su boca, Jesse se llevó las manos a la cabeza, gimió como un animal y comenzó a correrse dentro de su boca.
Un líquido lechoso salía de entre los labios de Ryan, dejando toda la polla mojada. No paró de chupar de lo rica que estaba. Jesse terminó de dar espasmos. A sus gemidos le siguieron unas risas de placer. «Vaya putita has criado, pedazo cabrón, le he inseminado toda la boca– pronunció sin cortapisas.- Vamos, préñale ese culito tan rico«. Sus palabras provocaron una reacción inmediata en su padre, que con la verga todavía penetrándole el culo, se lo preñó y empezó a escupir su semen dentro de él, con tanta potencia que cuando le sacó la polla todavía le metió algún trallazo en el ojete y no paraba de rezumar la leche hacia afuera desde su interior.
Nota: Las imágenes, el vídeo y el texto reflejan una obra de ficción. Los actores no tienen ninguna relación de parentesco real.