Viktor Rom y Guillaume Wayne penetran a fondo y sin condón el delicioso culete de Leandro y le dejan dos buenas preñadas | Fucker Mate

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Como no llegara un tio declaradamente pasivo, Viktor Rom y Guillaume Wayne tendrían que tomar una decisión. Machacársela a solas en las mazmorras del local, cruzar pajas o abrirse el uno al otro, opción por la que a todas luces no entraba dentro, ni remotamente, de sus pensamientos, por mucho que las tuvieran tan grandes y tiesas a punto de nieve. Por suerte para ellos, no tuvieron que decidir y llegó Leandro, un tipo bien majo y guapete que tenía mucha hambre.

Tardó cero coma en ponerse de rodillas delante de los dos y comerles las trancas. Primero las observó durante unos segundos. Le gustaba ver lo que se llevaba a la boca. La de Guillaume era larga y estilizada, blanquita color carne. La de Viktor jodidamente gruesa e imponente, morenota. Lo que empezó como una chupadita, se animó y acabó con la cabeza de Leandro en manos de los dos forzándole a tragar a fondo, que era lo que le gustaba, que un macho le dira rabo de esa forma, tratándolo como se merecía.

El chico ya había llegado desnudito y estaba todo buenorro, con un cuerpo atlético, buenas espaldas y un mejor culazo. Si Guillaume o Viktor hubieran sido pasivos, seguramente no hubieran dudado en ponerle el culo, porque tenía pintaca de ser buen empotrador, pero se había topado con dos activos de pro que no le iban a dejar un hueco libre mientras se lo follaran.

Qué precioso culito, bonito y redondo, de los que despertaban las pasiones más ocultas de cualquier hombre que esté deseando meterla por un agujero. Se lo comieron entre los dos trabajándolo bien con sus lenguas, pero Viktor fue el primero en penetrarle. Demasiado grande para él, el chico se quejó de dolor y se quedó mirando a Guillaume que estaba enfrente. Este le intentó calmar acercando la cabeza a su pecho, bajándosela para que le chupara la polla.

Viktor no cedió terreno por mucho que gimiera de dolor. Sabía por experiencia que lo que empezaba doliendo en la cama, terminaba por convertirse en un gran placer y no pararía hasta que ese hombre descubriera el poder de su gran polla. Abierto el agujero, Viktor cedió el culo a Guillaume para que se lo follara. Guillaume se ensalivó la punta de la polla, se la frotó con la mano para entrar bien dentro del chaval y hundió su largo misil a pelo.

Esta la aguantó mejor y cuando Viktor se sentó con el rabo en alto para que Leandro se sentara y cabalgara encima, el chico ya se había acostumbrado a esos dos vergones. El que no estaba sentado dejándose machacar la polla por ese culo y disfrutando de las vistas, estaba de pie metiendo barra por la boca de ese tio que cada vez estaba más receptivo y entregado.

Tan entregado le vio Viktor que intentó meterle una segunda polla mientras estaba cabalgándose a Guillaume, pero el cabrón tenía ya el ojete lleno y no le entraba ni el pelo de una gamba, cuanto más como para meterle otra mancuerna entera. Se lo llevaron a un suspensorio y allí le dieron lo suyo, volviéndose más gamberros que de costumbre.

Una de las cosas con las que disfrutaba Guillaume era con las caras de placer y dolor de los tios siendo follados. Le encantaba retarles, mirarles de cerca, respirar todo lo que sentían, contagiarse del momento. Lo hizo hasta que llegó su turno de darle por culo, con la polla tiesa y bien dura. El torso atlético y fornido le estaba empezando a sudar, dibujando su musculatura, despertando el cariño de ese chaval que se abrió más a él.

Apenas le dejaron un resquicio para bajar a chuparles las pollas de nuevo, y porque necesitaban lubricante, pero después de esa paradita en boxes, volvieron a la carga más encabronados que nunca, dándole por delante y por detrás, penetrando sus dos agujeros principales con rabia. Lo pusieron en el suspensorio bocarriba, abierto de piernas y con la cabecita hacia atrás, aprovechándolo todo.

Guillaume le metió rabo por el culo y Viktor se quedó la boquita haciéndole un gag the fag, disfrutando de la forma en que su gigantesco pollón se metía entre esos labios y forzaba, empujando la nuez del tio hacia arriba y hacia abajo. Se intercambiaron por última vez antes de meterle la requetefollada máxima. Lo hicieron cara a cara, mostrando sus cuerpos desnudos al chaval, que Leandro les viera dándolo todo, que se excitara y recordara aquel momento en que dos machos le dieron lo suyo.

Leandro no había deseado nunca tanto a dos hombres y tampoco le habían preñado, por eso asistió contrariado al momento en que Guillaume se dejó ir dentro de él. Fue un momento mágico. Ese tiarrón con un cuerpazo imponente, con todos sus músculos en tensión, tanto que bien podría haber sido el espécimen perfecto para una clase de anatomía masculina. En un instante la cara se le emborrachó de ira, vio sus manos aferradas fuertemente a las cadenas que sostenía el suspensorio colgando del techo y sintió el flujo de semen inundándole el ano.

Ya estaba hecho y él ni siquiera lo había pedido, pero le había gustado. Acarició el torso musculado y sudado de Guillaume mientras este se recomponía y salía de su interior. Viktor le rellenó el ojete con otra nueva preñada. Le dejaron el culete libre para que les mostrara la leche que le habían dejado dentro, pero el chaval se resistía a sacarla de su interior. Guillaume le ayudó a hacerlo metiéndole el rabo todavía durísimo. Según se la sacó, un chorrete blanco salió del agujero y se le quedó colgando del culete.

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