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Jake Preston, Dom King y Drake Von dan rabo a Hazel Hoffman y se lo follan sin condones | MEN

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Solecito y playa. Cuatro tios cachondos que se desnudaban con las mirada, dirigiéndolas hacia sus torsos, sus nalgas y sus paquetes. Llegaron al apartamento completamente a tono, deseando probar las delicias masculinas de esos cuerpos tan diferentes. Jake Preston el guaperas rubito y de tez blanca, Drake Von, el otro yogurín del cuarteto, moreno, más cachas y bronceado, Hazel Hoffman, el joven de los ricitos que de momento, a simple vista, era el que más larga la tenía de los tres, a juzgar por lo prominete del paquete bajo su bañador y por último Dom King, el daddy que lucía unos buenos pectorales y el único hombre en ese grupo con pelo en el pecho.

Los dos benjamines fueron los que más excitados estaban con la idea de descubrir lo que guardaba Hazel bajo los calzones. No tardaron nada más que una tanda de besos en destaparlo. Fue Jake el más interesado, que se encargó de bajarle los gayumbos y coger por bandera ese pepinaco largo, grueso y con un buen par de bolas. Se lo metió en la boca, sacó un gustoso gemido a Hazel al posar su labios encima y el cabroncete empezó a tragar pirula.

La fiesta de rabos había comenzado y ya no podían pararla. Dom fue el siguiente en sacarla a paseo. Estaba justo detrás del respaldo del sofá, Hazel echó la cabeza hacia atrás y Dom se la golpeó con su enorme porra. Los dos chavalotes, uno a cada lado de Hazel, se bajaron los calzones y enseñaron también sus mingazas, que no tenían nada que envidiar a las de los otros dos. Sin duda se había juntado un grupo bien majo y dotado.

Lo mínimo que podía hacer Hazel mientras esos dos le comían la polla, era alargar los brazos, uno a cada lado y masturbar sus preciosas pijas. Recibir placer, dar placer. Se le ocurrió una idea mejor. Llamó a Dom al asiento y los tres tios sentaron sus posaderas en el sofá, completamente en bolas. Ante esa imagen, a Hazel no le quedó otra que ponerse delante de ellos de rodillas y darles placer entre las piernas. La polla que no tenía en la boca, la tenía agarrada con la mano metiéndole un meneo.

Le encantaba tener a los tres tios así, empalmados, jadeando de vicio, esperando a que llegaran sus turnos para sentir el calor de sus labios. A Dom se le hizo eterno, así que se buscó otro entretenimiento por su cuenta, inclinándose en el asiento y descubriendo las bondades del culazo de Hazel. Tenía la raja completamente abierta. Le palmeó el ojete sintiendo el calor que desprendía y aprovechó para quedarse prendado de la forma en la que a ese cabrón le colgaban los huevos entre las piernas. Joder, grandes y destacados como los de un toro.

Al roce de la yema de los dedos le siguió un dedo entero y posteriormente la polla dura y sin condón. Lo recolocó en el sofá casi a cuatro y aprovechó que estaba ocupado chupando los rabos de los otros dos, para zumbárselo por detrás. Jake fue el siguiente en probar culo. El chavalín tomó asiento justo en medio del sofá, todo emocionado y sonriente, con los mofletes sonrojados del puto vicio. Se la agarró con la mano y la enderezó al ver cómo Hazel hacía una sentadilla hacia sus piernas dándole la espalda.

Al sentir el apretón de ese culazo atrapando su largo pene, se le borró la sonrisa de la cara, dando paso a un semblante de gusto exquisito. No fue lo único que emocionó al chaval. El hecho de que Dom y Drake se pusieran de pie en el sofá dándole de comer rabo uno a cada lado y que Hazel se dejara la polla suelta que no paraba de dar bandazos de lo grande y larga que la tenía, todo sumaba en el camino hacia la meta de llenar las bolas de lefa.

Ya sólo faltaba Drake por mojar el churro. Y menudo churro. Costaba imaginar cómo alguien de su edad podía tenerla tan gigantesca y gruesa. Con esa cara de niñato guaperas se los camelaba y con la polla los ensartaba. La tenía tan jodidamente dura que tuvo que recular un poco y empujar bien con el pulgar para introducirla a pelo dentro del ano de Hazel. Drake fue el primero en correrse con la polla bien pegada a la base de las pelotas de Hazel.

Tras follárselo los tres, justo cuando creían que Hazel se iba a poner de rodillas para que le rodearan dándole leche, Hazel intentó prolongar un poco más esa fiesta colocándose de rodillas en el sofá mirando hacia el respaldo y dándoles culo para que fueran pasando de uno en uno. Dom abrió camino y disfrutó tanto de las vistas que terminó sacando la polla y corriéndose en mitad de la raja.

Mientras Jake blandía su sable dentro de él, Hazel se ordeñó la polla entre las piernas, soltando un buen caldo de leche. Jake se alivió en el ojete para después volver a meterla. Los cuatro se quedaron desnudos, tocándose, alegrándose la vista con sus majestuosas pollazas colgando, todavía morcillonas, recién corridas. Daba gusto contemplar cómo se movían de un lado a otro bien largas y grandes, mojaditas.

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