Mente, cuerpo y agujero. Ese era el lema de Landon Conrad, el fisioterapeuta del equipo de fútbol benjamín masculino para tratar a los muchachos. Jake Preston tenía tal dolor en la pierna que no le importó el lema. Lo único que quería es que lo resolviera cuanto antes. Sus dos colegas de equipo que lo llevaron hasta la enfermería, se quedaron allí esperando y lo que vieron les dejó con la boca abierta.
La verdad es que fue un tanto extraño para Jake ver cómo empezaba Landon a curar su dolor, empezando por la mente, acercáncose a su cara y susurrándole palabras como si aquello fuera una sesión de mindfulness. «Sigue mi voz«, le decía. Todo lo demás transcurrió de forma normal, lo habitual, masaje en la pierna. También era normal, y Landon estaba acostumbrado, que los chicos empalmaran cuando se les masajeaba sobre todo el muslo y la entrepierna, y más a esa edad.
Pero claro, Jake no era como los demás chicos, porque Jake no la tenía como la de los otros de su misma edad. La suya era increíblemente más larga y le colgaba tanto que a veces se le salía por el lateral de los calzones y terminaba regalando a todo el equipo una imagen envidiable, la de un chaval guapo y jovencito con la minga dando bandazos en el frontal y otras veces saliéndole por la pata que daba gusto.
Afortunadamente Landon no era de piedra. Miró de soslayo a los dos compañeros de Jake que en ese momento estaban hablando entre ellos sin percatarse de nada, enderezó el rabo de Jake con la mano y comenzó a practicarle la parte del cuerpo, la de chuparle la polla. Enseguida los mofletes de Jake se ruborizaron, elevó el tronco apoyándose en los codos encima de la camilla de asistencia y se dedicó a ver cómo ese tio se la chupaba.
Joder qué gustito. Se notaba que ese hombre sabía hacerlo, porque nunca se la habían comido así. Jake miró a sus colegas que no se estaban enterando de nada, al menos hasta ahora. Fijó la vista en la entrepierna y lo que vio le gustó. Landon estaba tremendo, cañón, con ese cuerpazo musculado, ojazos azules, barbita canosa con la que de vez en cuando le rozaba el pene, al sacarlo de su boca.
Era normal que un chico joven que se dedicaba a comparar tamaños en los vestuarios, se preguntara cómo la tendría un tio que le doblaba la edad. Jake ni siquiera se la había visto a su padre y la primera verga veterana que, además de ver, se llevó a la boca, fue la de Landon. Quizá se la esperaba así cuando la vio frente a su cara, antes de chuparla, grande y gordísima.
En fisioterapeuta se fue desnudando y cada vez daba más gusto hacerle una mamada al contemplar ese cuerpazo potente. Se la devolvió con creces. A Jake le gustaba todo del sexo, pero lo que más le flipaba era penetrar un buen culazo. No tardó mucho en pedir a Landon que le diera el suyo. Landon se inclinó sobre la camilla dándole la espalda y Jake, a falta de lubricante, después de haber aprendido unos cuantos truquitos en la vida, se lanzó un gapo directo al rabo, lo frotó para esparcir las babas por encima y que quedara resbaladizo y suave, contempló esas dos nalgas enormes y musculosas y le encajó el rabo a pelo.
Uau, cómo gemía el cabrón con una polla dentro y encima estaba buenísimo. Si sus colegas hubieran mirado en ese momento, de seguro que se habrían sacado el rabo y se habrían hecho una paja al ver a Jake endiñando rabo a un daddy, observando cómo el pollón grande de Landon aparecía todo tieso entre los muslos, frotándose contra la toalla blanca que tenía debajo.
Landon se abrió de piernas sobre la camilla y se entregó en cuerpo y alma a Jake, que se aferró a las pantorrillas mientras le metía una buena tunda de pollazos, encantado viendo su polla entrar y salir de un hueco cerrado y peludito. Jake se encargó de acercar un banco de madera a la camilla, donde estarían más a gusto para dar el siguiente paso.
Se tumbó encima y dejó que Landon le cabalgara el rabo. No retiró ni un segundo la mirada de ese tiarrón saltando encima de él. No tenía palabras para describir aquello porque era flipante. Su cara tan atractiva, su cuerpazo más fuerte que el vinagre y encima poder ver cómo su jodido y enorme pollón rebotaba arriba y abajo todo duro palmeándole el abdómen.
Después fue Landon el que se tumbó bocarriba en el banco. Jake remató la jugada trincándoselo de nuevo, penetrando ese culo de macho fornido. Sin duda la follada era excitante. Un chaval jovencito, de cuerpo atlético y suave, delgadito, blanco, pollón, dando caña a un veterano musculado, de cuerpo bronceado, guapísimo y atractivo.
Landon empezó a pajearse efusivamente mientras miraba la cara y el cuerpo del chaval, ya sudadito. La sesión de mente, cuerpo y agujero, mucho agujero, estaba a punto de terminar. Jake ni se había dado cuenta, pero ya no le dolía la pierna, ni siquiera un poquito. Landon se corrió encima y Jake le siguió los pasos. Sacó la minga de su culo y se la pajeó apuntando hacia su cuerpo, dejando la leche sobre el puño y la verga de Landon, que retiró la mano del chaval para cogérsela y meneársela por última vez.