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Lobo Carreira disfruta a pelo del enorme pijote de Jolian en las duchas de los vestuarios después de jugar al Rugby 7 | MEN

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Hombres en el campo de juego, siempre una alegría para la vista. Pantaloncitos cortos marcando unos buenos culazos, la vista que se va directa al frontal de los pantalones para ver qué tal calzan, una vista que se redime cuando los deportistas levantan la parte baja de sus camiseyas para limpiarse el sudor de la frente y dejan al descubierto la intimidad de sus abdominales marcados y perfectos.

La rivalidad entre Lobo Carreira y Jolian está servida en Rugby 7. Están acompañados en el campo, pero a la vez es como si estuvieran solos, uno frente la otro, dispuetos a comenzar un partido que no saben muy bien cómo acabará. Se temen, se respetan, a la vez se odian, pero también se gustan. Jolian ama el culo de Lobo, Lobo sabe que entre las piernas de Jolian hay buen material, lo intuye por cómo da bandazos su rabo cada vez que salta.

El rugby es lo que tiene, un deporte de contacto primordialmente y pasan cosas. Cosas como que de repente un jugador termine por el suelo con el trasero al descubierto por una acción que más bien parece hecha a posta por parte de Jolian, que se pone malito al ver el pandero musculoso, grande y viril de Lobo. Le ayuda a levantarse y entonces Lobo ve que Jolian no lleva calzones, que la pija le cuelga y casi se le sale por la pernera.

Parecen tener muy claro lo que quieren el uno del otro. Ya en los vestuarios dan rienda suelta a sus instintos. Miran por la puerta, no sea que sus compañeros de equipo aparezcan. No saben que esos dos se dieron cuenta hacía tiempo que acabarían follando y que ya se han largado a casa dejándoles su espacio. Se comen las bocas, se amasan con ganas las partes nobles, se quedan en bolas  y disfrutan de sus cuerpos desnudos de deportistas dirigiéndose a las duchas.

Allí el torso viril de Lobo destaca sobremanera, contrastando su morenito con el blanco de las baldosas. Jolian se seinte irresistiblemente atraído hacia él como un imán y se lo toca con las manos recorriendo cada centímetro con ellas y con la mirada, com si fuera una quinceañera frente a su ídolo. Se echan jaboncito por encima y se frotan las pollas uno delante del otro, cogiendo la del contrario.

Jolian agarra la de Lobo por abajo, sintiendo sobre la palma el calorcito de ese pollón curvado. Lobo se llena la mano con la de Jolian, exageradamente larga y grande, más blanquita que la suya y con un par de huevazos. No deja de mirarle, impresionado por el hecho de que ese tio, al que le saca casi una cabeza de altura, le gane en tamaño.

Se distancian un palmo y se pajean mirándose el uno al otro, jugando al morbo, a desearse. Lobo termina agachándose primero y se mete en la boca ese pollón, le agarra de los huevetes y espera en algún momento tenerlos golpeándole la barbilla, señal de que esa pija se ha colado por el interior de su garganta. Es más un deseo que una realidad. Demasiado larga como para conseguirlo.

Cuando Lobo se levanta y se dispone a dar culo a Jolian, este se queda maravillado al ver la altura y el cuerpazo de ese chulazo entregándose a él. Agarra con las manos el culazo de Lobo. Está durito y musculoso, no tiene ni que desplegar las nalgas con sus dedos. Ya está abierta la raja. Se agacha, eleva la cabeza y saca la lengua hurgando a conciencia dentro de su agujerito.

Lobo está cachondo. No puede esperar a tener ese pedazo de carne penetrando su culo de macho. Sienta a Jolian en el banco junto a las duchas y él va detrás, dándole la espalda, tomando asiento sobre sus piernas, pasando una mano entre los muslos, asiendo su enorme rabo y conduciéndolo hacia el interior de su ano completamente a pelo.

Se va sentando poco a poco y nota cómo se hunden dentro de él todos esos centímetros de polla desnuda. Es demasiado. La saca, pero el deseo es más fuerte y se la vuelve a meter, esta vez más a fondo, pajeándola con el culo mientras Jolian presencia el cuerpazo de ese chulo musculoso saltando sobre él. Es tan guapo, está tan bueno, que lo único que puede hacer es abrazarlo y disfrutarlo.

Sólo cuando intuye que las ganas de correrse han dejado paso a las ganas de follárselo sin fin, se levanta, lo pone mirando contra la pared y lo revienta a pollazos, levantando su piernas izquierda para metérsela mejor. Su amor por ese tiarrón acaba por hacerlo sentarse sobre le banco y comerle la polla. Lo quiere todo de él, lo quiere todo con él.

Le da por culo, le atiza a pelo por detrás. Sí, es un culazo que está un palmo más alto que él, pero esa altura de diferencia la suple con orgullo gracias a que tiene la pija muy larga y a que está bien empalmado. Cuando Jolian se tumba en el banco y Lobo se interna entre sus piernas para mamarle el rabo sin dejar de mirarle a los ojos, Jolian siente que se corre por momentos.

Difícil aguantar la cara guapa de ese tio, sus ojazos, la comida de polla, el roce de los pelitos de su bigote y su barba, esos hombros grandes, ese torno masculino, musculado y peludete. Tras la mamada, Lobo vuelve a tomar asiento y esta vez lo hace de frente, algo que pone las cosas si sabe aún más complicadas para un Jolian que va más apurado que nunca.

Al sentir el agarrón de ese culo amasando su polla, se estremece de placer y es sólo el principio. Nota los huevos y la pija de Lobo sobre su vientre, calentitos, palmeándole la barriga. Tiene a tiro de vista a un chulazo imponente. No puede pedir más ni menos. Le da la vuelta a la situación y tumba a Lobo sobre el banco, le abre de piernas y se lo folla a placer.

Lobo se pajea duro. Llegado el momento cierra los ojos, su frente se arruga en señal de intenso placer, luego se relaja y acto seguido para de frotarse el rabo, del que sale proyectado un lechazo que cae en su ingle. Jolian se inclina y le besa le capullo lleno de leche, sigue follándoselo un ratito más y se sorprende al ver a Lobo agacharse porque quiere recibir en la cara.

Y así es como acaba el enfrentamiento, al menos el principio de esa rivalidad, con Jolian marcándose un tanto, con un lefazo directo que sale despedido hacia un lateral de la guapísima cara de Lobo, con sus patillas y su barba mojadas y algún goterón perdido en su cuello. Lobo repasa con los labios el contorno de ese grandioso rabo y se lo mete en la boca, todo cubierto de leche, como un burrito de nata.

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