Bart Cuban se masturba su gran puro a solas y se corre encima | Bel Ami Online
Si eres capaz de aguantar su mirada de tio duro, Bart Cuban te puede llevar a un mundo de fantasía. En la primera jornada te mostrará las sendas de su cuerpo atlético y musculadito, donde cada parada merece una foto. Alarga un dedo y surca su superficie sin temor. Explora las sinuosas curvas entre sus pectorales y abdominales, deteniéndote en sus pezones grandes y lisos. Camina por ellos más de la cuenta y obtendrás tu primera medalla como explorador, porque las tetillas se le pondrán duritas y sus pechos de carne de gallina.
La segunda jornada de este viaje te llevará por terrenos vedados y desconocidos. Si de cintura para arriba apenas tiene pelos, de cintura para abajo es otro cantar. Lo sabes en cuanto se baja las bermudas, descubres que prescinde de calzones y con admiración veneras su majestuosa polla todavía flácida, escondida en su crisálida, larga y gordita, esperando una caricia, una boca que le dé mimos, que la haga crecer y se atreva a meterse los pelazos negros de la base por las narices.
Sin darte cuenta te aventuras en la siguiente jornada y te sorprendes bajando más sus bermudas hasta dejarle completamente desnudo. Disfrutas del leve meneo de su rabo rebotando contra los cojones cuando le sacas los pantalones por los pies y te pones cachondo al ver sus piernas peludas.
De camino a la ventana de la terraza, admiras el despertar y el florecimiento de la polla de ese joven adonis. De un buen capullo nace un enorme pollón que crece sin medida a lo largo y a lo ancho, la piel retrocediendo ante un cipote descomunal, un falo largo y durísimo, que invita a metérselo en la boca, a sentarse encima. Se da la vuelta y se abre las cachas. Te fijas en su culazo peludo, tremendamente follable, pero sigues sin poder quitar la vista de lo que le cuelga entre las piernas, un buen par de cojones y una pija que asoma por detrás de ellos doblando su longitud.
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