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Tommy Dreams y Tim Kruger penetran sin condones a Ricky Hard | Tim Tales

Ricky Hard's 3some

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Europa se había levantado contenta. Un alemán y un francés dando de comer rabo a un hambriento portugués. Tim Kruger y Tommy Dreams tenían a Ricky Hard acorralado de rodillas entre la mesilla y la cama y le estaban dando polla, casi cincuenta centímetros que sumaban entre los dos. El cabrón estaba en su salsa, protegido por esos dos rabacos y sabía cómo dominarlos con su mano y su boca, aunque nunca se acostumbraría a tragarse falos así de descomunales.

Como tampoco se acostumbraría a que le penetraran el ojete con esas bestias. Lo cierto era que cuando les tenía dentro, ya no quería que salieran. Ese aire de chico sexy y viciosete que tenía Ricky, con esa cara tan bonita, eran el reclamo perfecto para tios bien dotados, así que ese día se lo llevaron dos a casa. Su hambre de rabo era insaciable. Nada mejor que dos buenas pollas para callarle la boca.

Empalarse en el rabo enorme de veinticinco centímetros de Tim fue una puta gozada. Se sentó encima de él dándole la espalda y acabó con las nalgas sobre su vientre y los pies sobre sus rodillas, relleno de polla por el culo en volandas mientras Tommy no paraba de darle de comer rabo, acallando sus gemidos.

Ya en el suelo, Tommy dio buena cuenta de su agujerito. Daba igual la postura en la que se pudiera Ricky, esos dos la tenían tan larga y debido a eso en su vida follantil se habían buscado tantas mañas, que llegaban a su agujero de una forma u otra. Si a Ricky le hubieran preguntado con quñe momento se quedaría de esa follada, sin duda habría elegido ese en el que Tommy se dedicó a taladrale el culo cuando lo tenía hacia arriba, con Tim al lado con el pollón rozando el muslo de Tommy, por lo que cada vez que este se la metía, el rabo de Tim se meneaba de un lado a otro, hipnotizante.

El otro momento con el que se quedaría, no tenía dudas: la delechada. Se corrieron sobre su cara. Tommy fue el primero, entregándole unos buenos lefazos caldosos que salieron despedidos de su polla a plena potencia. Los de Tim, más reposados, más espesos, salieron como lava acumulándose en la raja de su cipote, lingotes blancos como miel que daba gusto ver caer con los ojos bizcos. Esa hilera de semen que se resiste a despegarse del capullo pero que finalmente se desprende y endulza tu lengua para convertirse oficialmente en un auténtico cerdo.

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