Joel Birkin y Adam Archuleta le comen la enorme pirula al rubito Lars Norgaard, se lo follan sin condones y se corren encima de él | Bel Ami Online
Para Joel Birkin, apartar la mirada de Lars Norgaard era una tarea casi imposible. El rubito era jodidamente guapo. Ojazos claros de color intenso, nariz chata y unos labios que de alguna forma ya podía sentir pegados al contorno de su polla. Para rematar, el chaval estaba muy bien dotado. Una sesión de juegos en la playita entre chicos, acompañados de Adam Archuleta, todos desnudos, le permitió ver que le colgaba bien larga entre las piernas, rebotando sobre unos grandes y también colgantes cojones.
Playita, sol, alegría, todo el tiempo del mundo por delante, chicos desnudos con los badajos colgando y un jacuzzi que terminó de fraguar los sentimientos que Joel tenía por Lars. Se dieron el lote en el agua y salieron de allí para divertirse en el salón.
Lo normal para Joel era que los chicos cayeran a sus pies cuando se desnudaba de cintura para abajo. Era lo normal, ya que el tio gozaba de una pirula extremadamente larga y gorda, casi como la de un caballo, que hacía que cualquiera se volviera loco por sostenerla en sus manos y probarla en sus bocas. Pero ese día fue distinto para él. De camino al salón, a Lars se le puso durita y la tenía tan larga, gruesa y guapa que fue Joel el que se la comió primero.
Menuda tranca tenía el cabrón, con esa carita de niño bueno. Hacerle una mamada fue una fantasía. Adam no tardó en llegar y unirse. Al verles comiéndose los rabos, se dibujó en su rostro esa sonrisa de vicioso pillín característica en él y entró en el cuarto bajándose los pantalones hasta los tobillos, con el rabo morcillón al que le faltaban menos de dos segundos para estar preparado.
Y allí se quedaron un rato los tres desnudos, de pie, con las bermudas y pantalones a punto de salir por sus pies, pegaditos, sintiendo las erecciones de sus pollas rozando sus cuerpos, con Lars entre en medio dejándose regalar los oídos, convertido en el objeto de deseo. Los tres iban tan bien armados que lo iban a pasar en grande. Joel se tumbó en la mesa y, mientras le comía la verga a Lars, Adam le agarró la fusta y se la puso bien recta.
Se pasaron un buen rato chupando pija. Las tenían tan enormes que era imposible separarse de ellas. Joel pidió a Lars un ratito, aunque fuera un rato sólo para él. Adam les dejó espacio. Joel, acostumbrado a que le rezaran a su gigantesca y larga polla, podía decir sin ningún tipo de duda, que la mamada que le regaló Lars estaba entre las mejores. Esa carita guapa, con esos ojazos, mirándole mientras sacaba la lengua y le lamía la polla, tan grande, encima de su cara bonita. Fue sublime.
Se lo folló a pelo, degustando el momento en que su polla avanzaba dentro de ese culito precioso centímetro a centímetro, de los muchos que tenía por delante. El chavalito gemía, le gustaba el rabo. Decidió compartirlo con Adam. Regresaron al salón, pusieron a Lars a cuatro patas en la mesa y, después de hacerle una triple comida de rabo, huevos y un agujerito excepcional, gozando de las virtudes de su entrepierna, le follaron a pelo todos los agujeritos de su cuerpo rellenándolo de polla.
Lars fue el primero en correrse. Tumbado sobre la mesa, se la empezó a pelar. Adam puso la cara cerca del rabo. Recibió toda la leche directa dentro de la boca, mojando su lengua de semen. Ahora le tocaba recibir al rubio. Joel y Adam se subieron a la mesa y empezaron a pajearse con ganas encima del cuerpo del chaval. Joel se corrió primero encima de su cara y cuello. Le estaba limpiando la pija cuando Adam empezó a regarle como sólo él podía hacer, soltando perdigones de lefa por todas partes a propulsión. Lars no sabía ni por dónde le venían. Miró hacia esa polla que no paraba de fusilarle a trallazos que impactaban de lleno sobre su pecho y su cara, abrió la boca, sacó la lengua e intentó cazar los lefazos al vuelo.
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