Johnny Bloom posa en bañador y desnudo en Ciudad del Cabo y se hace un buen pajote a solas | Bel Ami Online
Alto, guapo, con su pelito castaño y un cuerpo atlético con fuertes biceps y un six-pack bien marcado, Johnny Bloom es el chico ideal para posar en un paraje de ensueño como Ciudad del Cabo. La luz del sol baña su cuerpo bronceado sobre la arena de la playa, dibujando y sombreando los contornos de cada uno de sus músculos, de su poderosa anatomía.
Vestidito con su bañador está bien rico, el tipo de chaval del que te enamoras perdidamente cuando le ves desinhibido, jugando al voley, a lo suyo. Desnudo está bien potente. Manjea su erección a placer. Le basta tocársela un poco para tenerla dura, un buen pollón largo y gordito que cuando se lo deja suelto, por inercia tiende a caer hacia su cadera izquierda. Será que cuando se la guarda en los calzones lo hace en esa dirección y el rabo ha aprendido ya solito.
En lugar de empuñar el arma a saco, le gusta pajearse con tres dedos, el pulgar encima y otros dos debajo, algo que hace que la yema de los dedos, al apretar, dé más gustito. A cada toque, los huevos le suben y bajan al compás, entre sus muslos. No tardan mucho en dejar de colgar tanto. Su rabo se torna más duro y grueso, las pelotas se le suben a la base y se descarga toda la leche encima, por debajo del ombligo.
Se queda esos segundos de cortesía después de correrse gozando de la sensación que le provoca la corrida, esa que le hace ponerse cariñoso y reir como un demente, como a todos los hombres. Sigue masturbándose con un pegote de lefa recubriendo su cipote y las últimas gotas que se apresuran fuera de la raja, algo más lechosas y transparentes. Se limpia y se sienta desnudo hasta recuperarse. Su minga flácida se convierte en un capullo largo que reposa sobre sus cojones. Apetece acercar la lengua y despertarlo de nuevo.