David Dimaggio penetra a fondo y sin condón el culazo de Peter Sinnerpit con su descomunal pollón de 23 cm | Fucker Mate

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Pareciera como si David Dimaggio le estuviera esperando para follárselo. Cuando Peter Sinnerpit entró en el salón, se lo encontró sentado en el sofá, recién salido de la ducha, con la toalla blanca tapando sus genitales. Tapando, que no escondiendo, porque el pedazo de tienda de campaña que destacaba en su delantera no dejaba lugar a dudas de que lo que David tenía entre las piernas era tremendamente grande, tanto que desafiaba a la imaginación.

Al levantarse, la toalla se le quedó colgando de la polla, como si fuera un colgador. Se mantenía firme, lo que venía a decir mucho de la fortaleza del rabaco, fuerte y duro como una estaca. David echó la toalla a un lado y encontes Peter pudo vérsela en todo su esplandor. Era larguísima, gruesa y poderosa. A partir de ahí, Peter se dejó hacer. David lo empujó contra el sofá para que se tumbara bocabajo. Le gustaba ver el cuerpo de curvas sinuosas del chaval, sobre todo esa curva que se dibujaba entre su espalda y su pomposo culazo.

Tras sobarle como era debido, levantó a Peter, se sentó, abrió ligeramnete las piernas y dejó que se la comiera. Peter agarró el enorme pollón por la parte de arriba y de atrás de la base, lo empujó contra su cara sintiendo el calor que desprendía sobre su frente, la punta de su nariz, sus labios y su barbilla. Era tan o más largo que su cara. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro, esa que sólo se puede dibujar cuando lo que tienes frente a ti te encanta demasiado.

Sacó la lengua y le relamió la larga pija de abajo a arriba. Al llegar al cipote, se lo tragó y se la empezó a mamar. No la tenía excesivamente gruesa, lo que le permitió meter succión por un tubo, pero lo complicado fue tragar, porque la muy puta era jodidamente larga. Estaba acostumbrado a agarrar penes, a poner la manita encima y que lo que sobrara sin agarrar fuera un poco más de rabo y el cipote, pero a ese, una vez le hubo puesto la mano encima, le sobraban otras dos manos y media más por lo menos.

Se merecía una paja a dos manos acompañada de una mamada y se la dio. La polla chupada, mojada con su saliva, las dos manos encima haciéndole una paja de tornillo, con el rabo entrando por su boca. Un despliegue técnico necesario para un tio que estaba tan bien dotado. Peter ya tenía el agujero del culito abierto deseando esa verga, pero David se encargó de que se abriera un poco más.

Se agachó y miró frente a frente al culazo de Peter, que estaba con la espalda en el asiento del sofá, abierto de piernas, arqueándolas por encima de su cabeza, demostrando una flexibilidad apabullante. David sacó la lengua y le abrió el ojete, luego se levantó y frotó su sexo contra el agujero y la raja del culo, algo que nunca fallaba, porque lo tenía tan grande que hasta los agujeritos más cerrados terminaban por abrirse al sentir ese pollón queriendo entrar.

Las vistas por detrás eran flipantes. El culito blanco de David, entre los muslos sus pelotas y entre las piernas, como si fuera un puto pollón de caballo, su enorme verga dura y tiesa. Se agarró el pene, lo dirigió hacia la entrada depositando el cipote y luego se lo soltó. Empujó un poco porque estaba demasiado apretado. Peter gimió de gusto. David siguió penetrándole sin condón, hasta que entró la mitad de la polla. Entonces retrocedió para coger impulso y se la metió hasta el tope.

Tanto en esa postura, como cuando Peter eligió sentarse sobre sus piernas y cabalgar pajeándole el tremendo pollón con el culo, un tercio del rabo se quedó fuera. Era el precio que tenía que pagar David por tenerla tan larga. Si que es cierto que cabalgando, entre que Peter tomaba el mando y que David le culeaba desde abajo, Peter le dejó entrar un poquito más.

Le puso a cuatro patas y le dio por culo. Cómo gritaba el cabrón cada vez que le metía el rabo. No terminaba de acostumbrarse a su gigantesco tamaño, algo que no se le podía reprochar, porque tragarse dos tercios de esa cigala ya tenía mérito. Los dos tenían lo que querían. El culito apretado y delicioso de Peter era para follárselo día sí y día también, a todas horas y David tenía mucho arte penetrando agujeros así.

Le gustaba que los tios sintieran su tranca bien a fondo. Al final encontraba la manera. De pie, apoyado tan solo con su pierna izquierda en el suelo, levantó la derecha, se giró como si fuera a dar una patada de kárate al contrario y plantó el pie en el hombro derecho de Peter. Se lo folló así, de lado y en una postura poco cómoda pero que le permitía explorar otros rincones de ese ano tragón.

Peter se tumbó bocarriba en el sofá. David le siguió, colocándole al otro lado, pasando las piernas de Peter por encima de sus caderas. El roce del largo pene de David hizo que Peter se corriera enseguida. Peter volvió a ponerse a cuatro patas. Sabía el lugar preferido de David para correrse. Vio cómo David se situaba a su espalda, cogía su rabo y se lo pajeaba. No tardó en sentir el flujo de su semen regándole la parte baja de la espalda, chorreando por la raja de su culo, metiéndosele por el ano, colgando y goteando por sus pelotas. Luego la polla, dura y fresca como una rosa, usando ese lubricante perfecto para volver a penetrarle.

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@ fotos por Oscar Mishima

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