No había mejor indicio posible para saber que un tio estaba por ti que cuando te fijabas en su entrepierna. Es lo que hizo Phoenix al conocer al chulazo Devy en un lugar de cruising. El caminito por el bosque fue definitivo. Mientras Devy se llevaba de la manita al chaval hacia un lugar más apartado para morrearse y tocarse sin que nadie les interrumpiera, Phoenix no paraba de mirar la delantera de Devy que, además de estar buenísimo y ser atractivo a más no poder, parecía muy bien dotado.
Del bosquecito llegaron al apartamento. Allí, mientras se morreaban y se desnudaban, Phoenix agachó la vista y lo vio, el pollón largo y duro de de Devy asomando por encima de sus pantalones. Se acercó bien para sentir el calorcito del rabo rozando su estómago. Se desnudaron por completo y le agarró la polla pajeándosela suavecito.
No fue lo único que tocó. Tener a un chulazo así al alcance le hizo sentirse cachondo perdido. Tocó toda su musculatura. Estaba caliente. Al besarse, le miraba a los ojos y se derretía. Unos ojazos claron, penetrantes, precioso, en una cara guapísima. Se puso de rodillas y le hizo una mamada. Al instante, los pezones de Devy se pusieron tiesos.
Miró hacia arriba y se cruzó con la mirada de Devy, con la boca entreabierta, gozándolo, disfrutando viendo cómo su rabo entraba por la boca de ese mamón. Si bien no quedaba ninguna duda, o al menos Phoenix no la albergaba, de quién iba a meterla a quien, Devy se encargó de despejar la incógnita al pedir a Phoenix que se diera la vuelta y se pusiera a cuatro patas en el suelo. Phoenix obedeció.
Abrió ligeramente las piernas. De reojo vio cómo Devy doblaba las rodillas. Luego sintió la polla penetrando su agujero, sin condón. Ese chulazo se lo estaba trajinando. En el sofá, se sentó sobre sus piernas, se ensartó en su polla, se besaron, los dos unidos. Phoenix no pudo evitar pasear las manos por esos pectorales musculosos, algo peluditos, rozando sus tetillas duras. Se lo estaba follando el tio más guapo que había conocido nunca.
Volvió a darle culo. Devy le metió una follada de vicio por detrás. Cuando se le ponía dura a más no poder, se le curvaba y eso hacía disfrutar a los chicos, porque no se lo esperaban. Era como ser penetrados por una estaca bien dura que les daba placer por todos los rincones de sus profundidades. Phoenix se puso de lado y bocarriba en el sofá para ver a Devy enterito de arriba a abajo y aprovechó para sacarse la leche.
Devy se la sacó del culo y se la empezó a pajear. Estaba sudando. Phoenix creyó que se le correría encima, pero entonces Devy se hizo un hueco como pudo en el sofá dirigiéndose hacia la cara de Phoenix. Este le miró. Vio esa cara de esfuerzo y placer, cerró los ojos en cuanto sintió las primeras gotas fruto del amor bañando su rostro y los mantuvo cerrados mientras la leche caía sobre su bigote, su nariz, sus mejillas.
Con un dedo recogió un poco y la saboreó. Estaba rica, era de calidad. No era de esta leche solo caldosa que no se notaba, eran unos buenos pegotes blancos que se le quedaron bien pegados a la cara y los pelos del vello facial. Devy, al ver su faena, le besó para probar lo que le había dejado en el bigote y los morros, llevándose un lechote en la comisura al despegar los labios.