Las copas en la bandeja, los adornos en la mesa. Johnny Donovan tenía ya todo preparado para hacer el brindis por su inminente matrimonio. Ya sólo faltaban la novia y los amigos, entre los que se encontraba Dom King, el encargado de recopilar las fotos de los enamorados en un disco que verían todos juntos. Y entonces Johnny vivió ese momento de tierra trágame, cuando en medio de las fotos el cabronazo de su amigo había colado un vídeo de los dos en el que Johnny estaba comiéndole toda la polla y sonriendo a la cámara con el cipote en la lengua.
Intentó en vano parar el vídeo, ponerse delante de la pantalla para que su chica no viese las imágenes, pero ahí seguía él, pasándoselo de puta madre, con la cabeza entre las piernas de Dom, cogiéndole la polla con la mano y chupa que te chupa sin parar. Al final Dom consiguió lo que pretendía, frenar ese paripé de boda y enfrentar a la realidad a su amigo. Eso era lo que él era, lo que le gustaba. Comer rabos. Acababa de salvarle de una vida que no le iba a hacer feliz. Tarde o temprano se lo agradecería.
Más bien fue temprano que tarde. Johnny intentó echarle todo en cara. Su novia se había ido montando un pollo y se habían quedado los dos solos discutiendo. No por mucho tiempo. Johnny rebajó el tono, miró el cuerpazo de Dom y regresó a ese momento en que los dos estaban desnudos y disfrutando. El día del brindis por su matrimonio, acabó de nuevo en sus brazos.
Nada iba a quitarle de vivir de nuevo ese momento de ponerse de rodillas frente a ese macho, bajarle los pantalones y los calzones de una tirando con fuerza hacia abajo y ver salir rebotando de su entrepierna una de las pijas más largas que había visto nunca. Cuando se la metió en la boca ya estaba tiesa y durita. La meneó con la mano, la chupó y se atragantó de lo grande que era.
Aunque se quedara sin aliento, se la iba a meter hasta las pelotas. A cabezazo limpio se la mamó y casi sin darse cuenta la trompeta le estaba entrando hasta el fondo, la mano de Dom en su cogote empujando hacia su entrepierna, el cabrón poniendo los ojos en blanco cada vez que su larguísimo rabo se internaba en el estrecho hueco de la garganta.
Aquel día del vídeo, se quedaron en primera base. Dom se corrió en sus morros y se prometieron no volver a caer en la tentación. Pero la tentación vive arriba, muy arriba y los dos estaban ya cachondos por todo lo alto, así que Johnny empujó a Dom, que cayó desnudo en el sofá, Johnny se sentó en sus piernas, pasó un brazo por detrás sosteniendo su rabo en vertical y se empaló su tiesa pollaza dentro del culo sin condón.
Le hizo una buena paja con el culazo, bombeándole el mástil bien grande y duro, sobando ese cuerpazo musculado que tenía justo debajo con sus manos pecadoras. Luego le dio la espalda, dejándole a la vista su hermoso trasero redondito y suave, entre los muslos. Dom le penetró a pelo observando cómo su largo pene desaparecía por el interior de esa deliciosa raja.
Entre los globos y las cortinas doradas de la celebración, Dom empotró a Johnny contra la pared. Le dio por culo, le hizo el amor con todas sus ganas y juntos exploraron más allá de la segunda base. Johnny se tumbó en el sofá y Dom acudió tras él, metió la cabeza entre sus piernas y le adoró la polla. Él también sabía cómo comerse un buen trabuco. Después le abrió las piernas y se lo folló a pelo.
Ahí, viendo a ese machote aprovechándose de él y dándolo todo, fue cuando Johnny hizo balance entre lo que se había propuesto tener en su vida y en lo que Dom la había convertido. Amar a una chica pero pasar una vida sexual a medias, en la que tuviera que salir a buscar en los hombres lo que realmente le gustaba o disfrutar del placer que le provocaba amar en libertad, viendo la cara de un tiarrón encima de él, dándole un buen placer por el culo.
Sin duda la balanza se decantó por lo segundo y con esa decisión llegó el resultado de la paja que se estaba haciendo. La leche blanca empezó a propulsarse por su rabo hacia afuera dejándole vestido de blanco, como un buen novio. Dom sacó el rabo dle culo y se pajeó encima de él corriéndose encima de sus muslos, en su culo, volviendo a meter a pelo esa larga polla ahora recién corrida dentro del agujero.
Johnny seguía con las piernas abiertas mientras Dom se inclinaba hacia él y le besaba. El rabo mojado le acariciaba la raja del culo, el orificio de la entrada del ojete. Decían que de una boda salía otra. Con lo que no contaba Johnny era con que esa boda llegara antes de lo esperado y con la persona más inesperada. Los dos se pusieron de pie. Estaban completamente desnudos. Los rabos colgando. Se apetecían mucho. No dejaron de besarse mientras se dirigían hacia la habitación. Cerrarían la puerta con pestillo y volverían a repetir como una pareja de recién casados en su noche de luna de miel.