Si vestido ya le parecía guapo con su carita atractiva y su pelito rapado, completamente desnudo ante él, con ese musculoso cuerpazo y ese culo peludete, Marco Stone era una auténtica delicia para la vista. Thiago Da Silva se acercó a él, le cogió esa larguísima pollaza de veintiún centímetros y, mientras se la masturbaba lentamente, le metió un morreo.
Su beso robado fue correspondido con creces de dos formas que no esperaba. La primera fue que Marco le metió la lengua y le lamió los morros buscando su boca, la segunda era tan evidente que a Thiago se le fueron los ojos hacia abajo para contemplar la maravilla que se estaba produciendo entre ellos dos. A Marco le había crecido tanto la polla que ya la tenía durísima. Thiago se aproximó a su cuerpo y disfrutó sintiendo el calor y el tamaño de esa verga rozando su torso.
Jugaron un rato con sus rabos, juntándolos, pajeándolos juntos, comparando sus tamaños, hasta que de pronto la mano amable de Marco se posó a un lado de la cabeza de Thiago, él le miró a los ojos observando cómo Marco se modía el labio inferior y miraba hacia abajo, dejando claro que estaba deseando que se la chupara. Thiago se agachó y, tras relamerle el hermoso cipote que decoraba su ilustre polla, se la metió en la boca y empezó a mamarla.
Eso de abrir la boca a tope, calzarse el máximo de trozo de polla dentro y que aún así le quedaran al menos diez centímetros para tragársela entera, le volvía loquito. Con esa gigantesca pollaza con forma de banana que estaba bien dura no había posibilidad de hacer trucos, era o abrir la garganta para él o nada. El segundo intento, con Marco penetrándole la boquita, casi llegó a la meta. No fue hasta la tercera intentona, cuando miró a ese guaperas y se enamoró perdidamente de nuevo, que consiguió hacerle un hueco en su profunda garganta besándole la base de la polla y poniéndose sus huevos por corbata.
Cuando Marco se sentó en el sofá, Thiago se coló de rodillas entre sus piernas y se la continuó chupando con mucha hambre. Lo que más le gustó fue ver cómo Marco seguía cada uno de sus movimientos relamiéndose de gusto. Al sacarla totalmente empapada de su boca antes de darle el culo, la dejó caer y el pollón rebotó firme en el vientre de Marco, tan largo que superaba el agujero de su ombligo por mucho.
A Marco se le daba de lujo comer ojetes. Se sentó en el suelo y aprovechó para pajearse a la vez que admiraba ese culazo que tenía delante con un agujero cargado de vicio. Era de los que relamía fuerte hasta el punto de penetrar lo suficiente con la lengua como para hacer gozar de gusto al chico que tenía enfrente. Su barbita de varios días ayudaba a dar un plus al frotamiento.
Al levantarse, apenas tuvo que ayudarse de la mano para conducir la polla hacia el agujero, porque una vez encauzó el cipote hacia el hueco, la tenía tan dura que pudo soltársela y empezar a penetrar ese culito tan rico sin condón. Entraba muy ajustada, pero no tanto como para que no pudiera empezar a zumbárselo enseguida. Tras explorar las profundidades de su agujero, le dio por culo con mucho amor.
Ese chulazo guapo había nacido para eso, para culear y para que cualquier tio se enamorar al ver cómo lo hacía. Su perfil era enamoradizo. Desde su cara de empotrador viciosete, los pectorales prominentes y macizos en la parte superior de su torso y ese culazo sobresaliente de futbolista, todo en él era para relamerse. Sentó a Thiago en sus piernas, empalado en su enorme polla sin condón y le metió otra folladita por debajo antes de dejarle cabalgar sobre su dura montura.
Se la calzó enterita, hasta los huevos. Pasó un brazo por detrás de la cabeza de Marco y se rindió a su belleza comiéndoselo a besos mientras sentía su poderosa tranca desvirgándole cada recoveco de su ano. Su cara de macho, el sabor de sus labios, todo le apetecía de él en ese preciso momento. El cara a cara fue apoteósico, el súmum de la locura. sentado sobre su duro pene no podían estar más unidos.
Una cara y un cuerpazo así se merecían terminar con una paja por todo lo alto mientras se abría de piernas y le ponía a trabajar duro follándose su culo. Thiago le dio fuerte y rápido al manubrio mirando a ese chulo hacer lo que se le daba tan bien y resolvió el tema dejándose unos chorretes de lefa bajo el ombligo que le supieron bien ricos. Todavía se estaba corriendo cuando Marco salió de su interior y se encaminó hacia su cara.
Se fijó en su frente cargada de sudor, en la forma en que fijó la mirada al frente en algún punto perdido al sentir el flujo del gusto saliendo de sus pelotas y meterle un trallazo de leche que salió sobrevolando la boca para instaurarse en la comisura y en su mejilla y más allá. El resto de mecos le cayeron directos en la boquita para poder saborearlos. Se metió su polla corrida en la boca y se lo chupó todo.
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@ fotos por Oscar Mishima