Franklin Acevedo se folla sin condón los culazos de los viciosos Gitano Silva y Jota Palma y se corre encima de sus caras soltándoles una buena descarga de leche | Fucker Mate

Triple raw

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Volvieron a las andadas. Mira que Gitano Silva y Jota Palma se habían dicho a sí mismos un montón de veces que no pasarían la línea de la amistad, pero es que eso de estar cachondos, salir de la cama con el cuerpo sudado y encontrarse en calzones en el salón intentando desviar la mirada el uno del otro y cascársela a solas en el sofá, era algo que ni de coña iba con ellos.

Una vez más no pudieron controlar su deseo y acabaron besándose, metiéndose las manos por debajo de los gayumbos, toqueteándose los rabos que ya se les estaban empezando a poner morcillones. Jota fue le primero en sacarse su precioso rabo de dieciocho centímetros. Gitano hizo lo mismo orgulloso de otros diecinueve y además bien molones y gruesos. Agarraron cada uno la butifarra del otro y cruzaron pajas.

Así mucho mejor que hacerlo a solas, ni punto de comparación. Sentir el contacto de otra mano que no es la tuya, aplicando otra presión diferente a la que estás habituado. Jota se puso a cuatro patas mirando hacia su chico y se merendó su pijote empezando por ese despampanante capullo que llevaba gran parte del peso de su descomunal pollaza.

Le encantaba lo larga que la tenía y lo bien que le entraba por la boca, tan bien que sólo tenía que abrir las tragaderas, agachar la cabeza y meterse todo el trabuco dentro hasta besarle los huevos. Al sacarla, estaba llena con sus babas encima, ahora más fácil de chupar y tragar todavía más a fondo. Gitano agradecía esas mamadas de garganta profunda con un pirulón que cada vez se volvía más grueso, más grande y con el cipote aún más alucinante, como una bola de helado, haciendo parecer su polla increíblemente más grande de lo que ya era.

Estando a solas se bastaban, pero a menudo olvidaban que en ese piso eran tres y que con el soniquete de las chupaditas, al final Franklin Acevedo terminaba despertándose y dándoles una buena lección de lo que era tener una polla bien grande. El cabrón siempre iba con el arma preparada. Se desabrochó el botón de los pantalones y se la enseñó a los dos, que nunca se acostumbraban a ver algo así. De los tres, él era sin duda el campeón, nada menos que veintitrés centímetros de pollón. Y si sólo fuera la longitud, habría podido batirse en duelo con la de Gitano, pero es que además la tenía super gordísima, casi como un brazo.

Jota la miró con deseo y acabó adorándola con su boca. Se vio obligdo a abrirla más d ela cuenta. La de Gitano ya se la tenía dominada, pero esa era para él casi nueva. Gitano también se agachó para darle cera a ese cilindro. Tanto el uno como el otro tuvieron dificultades para pasar del cipote que ya les rellenaba la puta boca. Jota supo ver el esplendor de ese tótem. Hasta sus huevos eran enormes. Los toqueteó con la palma de la mano atrayéndolos hacia él mientras intentaba encajar un nuevo pollazo.

Juntos se la comieron, le dieron lengua, se besaron con la polla en medio, le regalaron mucho amor. Gitano se puso de pie y entre él y Franklin le dieron un festín de rabo a Jota, al que se le daba de puta madre chupar nabos, además de que apetecía ponerle a comer con esa carita guapa y viciosa. La boca de Jota era exquisita. Franklin hizo una sentadilla encima de su cara y se volvió loco cuando Jota empezó a lengüetearle los cojones mientras Gitano se atragantaba con su capullo.

Esos dos le estaban poniendo fino. Formaban un tánmed formidable. Jota seguía haciendo virguerías con su lengua en la bolsa de sus pelotas, Gitano escupía a la polla para poder chupársela mejor, no siempre con acierto, cuando el escupitajo terminaba encima de los pectorales de su compañero de cama. Gitano probó algo mejor. Ocupó el lugar de Franklin sentándose sobre la carita de Jota pero él no le ofreció sus huevos, sino la raja de su culete y vio la luz del cielo al sentir el contacto de su lengua caliente y húmeda acicalándole el ojete.

Gitano abrió el camino agujereando el culazo de Jota a pelo con su enorme rabaco. Jota gimió de dolor y gusto y echó toda su rabia sobre la polla de Franklin que estaba delante de él para dársela de comer. Si esa ya se quedaba super ajustada y dolía, no quería pensar cuando Frank se tomara la revancha. Qué polla más buena. Su ojete y ella estaban hechos el uno para el otro. El pollón de Frank se quedó unos segundos sin boca mientras Jota se redimía de dolor, todo duro y tieso, cilimbreando hacia arriba, gigantesco.

Cuando Franklin se dirigió hacia su culo, Jota se quedó mirando la pollaza, pensando que no se la había chupado lo suficiente como para dejarla bien engrasada de saliva. Iba a dar igual. Frank le reventó el culo. La tenía tan  descomunalmente grande y gorda que cuando se la metió por primera vez, encogió el culete hacia adelante. De nada servía resistirse, porque Frank le embistió sin contemplaciones. Jota terminó aceptando ese rabo, incapaz de comprender cómo podía tener esos veintitrés centímetros de rabo del tamaño de un brazo dentro de su ano.

No pensó, se dedicó a disfrutar de los placeres de una polla tan grande ceñida a su agujero que cada vez cedía un poquito más. A Franklin no le bast´con metérsela y ya. Se acopló a él ajustando su culete entre sus muslos, se subió encima del sofá y lo arrinconó en el reposabrazos, llenándole el ojete de gloria. En susurros, gimiéndole al oído, Jota le confió a Gitano que tenía que probarla, que estaba muy rica.

«Pero primero métemela tú«, le contestó, por miedo a que fuera demasiado grande. Dicho y hecho, se cambiaron y fue Gitano el que se puso a cuatro para recibir primero a su chico y después el fisting de ese pollón. Joder, vaya que sí, poquitas veces le habían hecho un agujero tan grande en el culo. Ahora entendía perfectamente los gemidos de Jota y por qué encorvaba la espalda intentando rechazar aquello que realmente deseaba.

Gitano, puso sexo, era todo un guarrete de mucho cuidado en la cama y solía abandonarse a todo aquello que le diera placer. Le cogió el gustillo a ese mástil y se sentó encima, sintiédolo hasta las entrañas mientras se cascaba un pajote. Se puso a prueba a ver hasta dónde podía meterse tanto rabo, se autocomplació a sí mismo y terminó corriéndose encima, vistiéndose de blanco la parte por debajo del ombligo.

La polla enorme de Franklin fue saliendo poco a poco de su culo de forma natural hasta quedarse colgando entre sus piernas. Jota prefirió una postura cómoda para descargar. Se tumbó en el sofá, se abrió de piernas y dejó que Frank se lo follara a pelo mientras él se la pelaba a gusto. Se sacó la leche desperdigándola por encima de su torso mientras todavía sentía ese cilimdro descomunal perforando su ser.

Ahora se venía la mejor parte, porque Gitano y Jote fueron a una y se l iban a dar en bandeja. Se arrodillaron frente a Frank, abrieron las boquitas y sacaron las lenguas para recibir su merecida recompensa. Habían sido unos niños buenos que habían tragado rabo de los grandes. Jota agarró a Gitano del cuello para acercar sus caritas.

Mejilla con mejilla, sintiendo el aliento del otro, todo viciosos, Franklin inclinó su pedazo polla hacia ellos, se le puso durísima y empezo a soltar unas sustanciosas descargas de lefa bien espesas, como leche condensada, que se les quedaron pegadas a los morritos, en las barbillas, en el bigote, introduciéndose lentamente por sus bocas, dejándoles ese regusto amargo y dulce a la vez. Gitano se quedó contrariado, intentando decidir si ese sabor a leche de otro tio en su boca le molaba. Jota se relamió y buscó más de esa leche de calidad rechupeteando y sacando punta al cipotón. Acabar como un par de perracos con las caras bien sucias había sido mucho mejor que quedarse en sus habitacines cascándosela a solas. El vicio les podía.

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@ fotos por Oscar Mishima

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