Que un tio le dijera de viva voz mientras le miraba a los ojos que quería que le rebajara la polla, era una de las cosas que más morbazo le daban a Ricky Hard recién levantado. Hanry Onlyjapa acababa de mencionar las palabras mágicas y Ricky se puso cachondo, retozando sobre la cama, pasando una pierna por encima de las de Hanry y sentándose sobre sus piernas como si se lo fuera a cabalgar.
Rozar los paquetes, sentir el calor de su bulto rozándole los genitales y la raja del culo era una de esas cosas que le hacían abrir el ojete de par en par para entregarse a cualquier hombre. Las manos de Hanry fueron directas al culazo de Ricky. Le metió los calzones por la raja del culo dejándolos como si fueran un tanguita, buscó su rajita con el dedo juguetón y palpó su ardiente agujero de entrada, apretadísimo.
Y ahora a comer polla. Entre los dos sacaron los calzones de Hanry, que mientras Ricky se disponía a depositar o tirar por algún lugar de la habitación, zarandeó su rabo todo duro y empinado preparándolo para lo que estaba a punto de suceder. Lo tenía precioso, como una banana perfecta recién cortada del mejor de los plataneros, con su curvatura, enorme, gran tamaño, larga y muy gruesa.
Ricky se metió en la boca le cipote y con eso creyó tener más que suficiente, porque era uno de esos pollones que te callan la boca. Pero no, Ricky nunca tenía suficiente, siempre quería más. En cuanto se acostumbró al tamaño de esa verga, comenzó a mamar con mayor facilidad y se la intentó meter por la garganta soltando una arcada pero sosteniendo el rabo ahí dentro. Los ojos se le pusieron rojos y las lágrimas no tardaron en aflorar.
Lo que sí presentía que estaba preparado era su ojete. Chupando rabo se le había abierto de par en par y estaba deseando tener dentro de él toda esa cigala. Hanry se lo preparó un poquito más escupiéndole encima y adorándolo a lengüetazos por si acaso. Ahora Ricky estaba tumbado bocarriba en la camita, abierto de piernas, con el culazo al borde del colchón dispuesto a que un tio se metiera dentro de él.
Su cara reflejaba amor sin condiciones. No paraba de asentir con la cabeza mientras Hanry frotaba su enorme pene por encima de su raja, acariciando la entrada de su agujero. Hanry le penetró sin condón y entonces Ricky hizo una mueca de satisfacción, dejó los ojos en blanco y echó la cabeza hacia atrás del puto gusto quen estaba sintiendo.
El ojete de Ricky estaba delicioso y Hanryu no podía parar de metérsela. Una vez abierto y hecho a su diámetro, comenzó a joderle a pollazos, sacando y metiéndole la polla entera por el culo, consiguiendo que Ricky lanzara más de un gritito cada vez que Hanry le empalaba a fondo con sus veintitrés centímetros de durísimo rabo. Le dio por culo, le protegió el pandero cacheándole con los huevos, le perforó el ojete desde arriba dejándoselo a punto.
Y Ricky que creía que él en la cama era un animal salvaje, al mirar hacia atrás y ver cómo Hanry le penetraba a toda hostia, le flipó su nivel de entrega. Esa energía se le contagió enseguida, así que se sentó sobre las piernas de Hanry y le cabalgó al galope. Le bombeó el rabo con el culo en un mete y saca incesante, se dio la vuelta y sólo frenó cuando estuvo a punto de correrse.
Ricky se agarró la polla, se masturbó todavía con el pene de Hanry dentro de él y se corrió encima soltándose la leche en el puño y en los pelos de la base de la polla, rebañándose las sobras de los dedos a lametazos. Que le gustaba a Ricky ver la corrida de un tio en primera fila. Hanry se tumbó, se hizo una paja y Ricky se acomodó con la cabeza apoyada sobre su estómago, mirando hacia le rabo.
Al escuchar los gemidos de Hanry, abrió la boca y sacó la lengua para ir de caza. No pilló, porque Hanry se lo lanzó todo por encima del pubis, pero Ricky no iba a renunciar al semen de otro tio, así que al ver la corrida, fue a por ella con la lengua, relamiéndose, degustando, subiendo a la boca de Hanry para darle un beso y compartir el dulce de leche.
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@ fotos por Oscar Mishima
