Tatuadito, con cuerpo atlético y bronceado, guapo y un culazo que se se le marcaba bien redondito por encima de la tela de los calzones ceñidos, Leo Rocha era como un caramelito a la puerta del colegio para Tommy Dreams, uno del que podía disponer a su antojo siempre que quisiera. Leo también sabía a qué jugaba y a quién ofrecía su cuerpo. Eso de abrazarse a Tommy y sentir su enorme falo entre los dos, le ponía cachondo.
Cuando Tommy se bajó los gayumbos, Leo se lo cogió por la punta antes de que se le saliera entera, se agachó y empezó a comer. Le encantaba, le chiflaba comerle toda la polla. El rabo se deslizaba lentamente por su interior y le dejaba relleno. Para cuando el cipote le tocaba la campanilla, todavía quedaba falo sin mamar y es que Tommy la tenía exageradamente larga.
Lo que más adoraba era ese momento en el que, tras varias caladas, a Tommy se le ponía grande, gorda y venosa, un pollón en toda regla, gigantesco. Entonces se incrementaba exponencialmente la dificultad para tragar y Leo se conformaba con abrir la boca a tope y dejársela follar. Cómo le gustaba ese cipotón brillante y suave, mirarlo de cerca, chuparlo, suavizarlo todavía más con sus labios, acoplar el contorno de la boca alrededor de él, despellejándolo, sacarlo y volver a mirar lo guapo que era.
Mano, paja, lengua, boca y miraditas, Leo era un auténtico amante de los rabos y sabía muy bien cómo hacer una estupenda mamada para volver loco a cualquier tio. Se quedaron los dos desnuditos, apenas vestidos con los calcetines blancos de deporte para darle un punto de morbo al asunto. Lanzar una mirada de soslayo hacia las piernas de Tommy peluditas y ver al final de ellas esos calcetines, saber que el resto de su cuerpo descansaba bocarriba en la cama, desnudo, mientras otro tio se la estaba chupando, era una gozada.
Recogidito, sentado sobre sus propios talones, dejando el culo al borde del colchón, Leo dejó que Tommy le comiera la raja, volvió a chuparle el rabo para dejárselo preparado y acabaron los dos de rodillas en la cama, Tommy detrás de él, enderezando su enorme polla para metérsela a pelo por el ojete. Leo estaba muy receptivo y le entró a la primera.
No toda entera, de hecho tuvo que echarse hacia adelante porque le dolió cuando intentó clavársela más de la cuenta, pero había algo en ese puntito de dolor que le invitaba a volver a poner el culo y dejarse engatusar por el francés. Demasiado grande y demasiado gruesa, tras un tercer intento, Leo determinó llevar el ritmo y culeó hacia atrás metiéndose por el culo el trozo de rabo que le apetecía.
Ese jueguecito trajo loco a Tommy, que se empezó a calentar, se inclinó hacia Leo posando su torso en la espalda del chaval y lo besó mientras se lo zumbaba sin control, metiéndole por el ano su gigantesca y durísima polla desnuda. Se dirigieron hacia una silla cercana. Leo elevó una pierna sobre el asiento y se giró para ver a Tommy enculando su trasero.
Alargó un brazo hacia atrás, abrió la mano y la paseó por su blanco y delgado torso, sintiendo cada uno de sus músculos, intentando comprender cómo un tio tan delgadito podía tener una tranca tan grande cargada de placer. Dejó de preguntarse cosas cuando al cabo de unos minutos sintió el impacto de las caderas de Tommy sobre sus nalgas. Lo que su bnoca no se había comido, se lo estaba tragando su culo, la polla entera entrando y saliendo de su agujero, veintitrés centímetros de rabo enorme jodiéndole el ano.
Ahora ya estaba más que preparado para cabalgar sobre ese mástil. Tommy se tumbó sobre la cama y él le siguió detrás, hizo una sentadilla sobre sus piernas y se empaló en su figa, la masturbó enterita metiéndola y sacándola por su ojete y s einclinó para recibir cara a cara las muestras de amor de Tommy, qaue como buen francés, también era un amante perfecto.
No dejaban de besarse, de mirarse, de sentirse tan cerca el uno del otro. Tommy dobló las rodillas, apoyó los pies en le colchón y reventó ese culo a pollazos, ventilándoselo a lo grande con su larguísimo y potente miembro viril. Esa piernas peluditas y delgadas tenían la fuerza de un ciclón. Leo se giró dándole la espalda y siguió culeándole la polla. Se inclinó y miró hacia abajo. Pudo ver su trasero sentándose encima de los huevos de Tommy, toda una proeza.
Leo le invitó a echarse hacia atrás y echarse encima de su torso, a plantar los pies en sus rodillas y dejarse follar el volandas. Le infló el culo con el nabo. Leo sonreía y a la vez hacía muecas de dolor y gusto, mientras Tommy se deshacía de placer gimiendo ahí abajo, follándose generosamente a ese zagal. Leo se tumbó en la cama y se abrió de piernas dejando pasar a Tommy de nuevo a su interior. Se calzó la pija en la mano y no paró de meneársela hasta sacarse la leche, una buena cantidad de lefotes salpicando su vientre, empapando su puño. Se quedó bien a gusto exhalando un gemido de placer y una sonrisa contenida.
Tommy se la sacó del culo y, sin dejar de pajeársela, acudió hacia la carita de Leo dando pasitos con las rodillas a cada lado de su cuerpo. Leo no sabía la que se le iba a venir encima. Él que con su carita guapa sacó tímidamente la lengua observando la punta del pollón esperando la carga, terminó cerrando fuertemente los ojos cuando vio salir el primer chorrazo sobrevolando su cabeza. Se relajó y disfrutó de esa ingente ducha de esperma con la boca abierta por la inesperada sorpresa, mientras su carita se iba llenando de semen.
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@ fotos por Oscar Mishima