Viktor Rom y Francisco Ranniero dominan los culazos de Mars Gymburger, Pepe Yakuna y Andre Cruise follándoselos a pelo

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Tanto Viktor Rom como Francisco Ranniero estaban orgullosos de los cuerpazos y las pollas de las que les había dotado la naturaleza. Y lo estaban por momentos como ese, porque allá donde fueran, siempre tenían una legión de fans esperando co n el culo abierto. No sabían a ciencia cierta cómo coño se enteraban de dónde iban, pero no les faltaban culitos meneándose y preparados en cualquier mazmorra.

Sus pollas no paraban quietas, ya fuera echando una meadita en el baño o yendo a pasar un rato de relax al spa, al final siempre había una mano amiga, una boquita mamona o un culo tragón que acaba por devolver la vida a sus penes flácidos para convertirlos en auténticos misiles de placer. Ver los culazos de Mars Gymburger, Pepe Yakuna y Andre Cruise ahí delante les pusieron las pollas bien cabronas, morcillonas, preraditas para otra fiesta.

Tenían que llevar un buen rato ahí esperándoles y dándose amor unos a otros, porque cuando bajaron a comérselos se dieron cuenta de que estaban cachondísimos, lubricados, con los ojetes bien abiertos pero todavía insuficientes para el tamaño de sus enormes pollas. Les hicieron una buena comida, pero tras eso necesitaron que esos tres polluelos les comieran las pollitas a los papás.

Qué gustazo ver a esos tres ahí de rodillas, gateando, mirando a una y otra polla como decidiéndose cuál llevarse primero a la boca. A Viktor y Fran se les dibujaron unas medias sonrisas de autosuficiencia en las caras al sentir los primerso labios abarcando sus rabos con fuerza y deseo. Era una gozada auténtica sentir el contacto de unos labios carnosos desprotegiendo tu arma, más aún si de repente la compartían entre dos, mirándose a los ojos, pasándose el testigo, besándose con ella en medio o con uno dedicado a comerte el miembro mientras el otro se dedica a succionarte las pelotas.

Cuantas más guarradas les decían, más perros se volvían y con más avidez las comían. La estampa era para enmarcar, con esas tres cabecitas meneándose hacia adeñante y hacia atrás, tragando polla, exhalando gemiditos de gusto con los rabos dentro, de vez en cuando mirando hacia los dueños, complaciéndoles. Viktor y Fran se agarraron sus primeros culos y estaban más apretados de lo que creían.

Uno a cada lado, Viktor se apañó el de Mars y Francisco el de Andre, quedándose Pepe en medio de tierra de nadie, pero de mirón participativo, esprerando pacientemente a que llegara su turno y esos dos tiarrones le desfloraran el ojal. La raja de su culo estaba lubricando sola. Francisco se dio cuenta, soltó al otro chaval y se fue a por él, escupiendo dentro de la raja de su culo para dejarlo más suave y penetrándole a fondo.

Le entró a la primera y sin esfuerzos, señal de que sus ganas de rabo eran auténticas. Viktor tenía dominado por completo a Andre, que estaba de bruces contra el colchón, con su agujero bien relleno y empalado por la enorme porra caliente, dura y vigorosa de ese macho empotrador. Con Mars hizo lo mismo, fue a por su culo y se lo reventó hasta hacerle caer de bruces.

Cada uno se follaba el culo que más le apatecía. Iban rotando, dejando a sus fans satisfechos en cada intento. El cuerpazo de Francisco empezó a sudar y a convertirse en el centro de atención de todas las miradas. Entre eso y con el culazo y el pollón de Viktor y su mirada cargada de pasión, ya iban bien servidor. Viktor se tumbó y su polla gordísima y tiesa se convirtió en una atracción para Mars y Pepe, que fueron cabalgándola. Mars incluso ayudo como buen mamporreros a que la verga de Viktor le entrara por el culo a Pepe, cogiendo el pene y conduciéndolo hacia su ojete, hasta que quedó penetrado.

La polla de Viktor asustaba de lo grande y gorda que era. Pepe se echó un par de veces atrás al sentir el enorme cipote acoplándose a su ojete, pero a la vez lo necesitaba tanto que acabó entrando y hundiéndose hasta el fondo. Cabalgaron, les enchufaron contra la pared, chuparon de nuevo esos hermosos rabos. Hacía tiempo que en esa mazmorra ya no había cinco hombres, sino cinco animales dedicados a follar, dándolo todo.

Mientras que Francisco se entretenía con un uno para uno, a Viktor eso le resultaba incómodo. Él necesitaba siempre más, así que llamó a filas a Pepe y Andre, les hizo ponerse uno sobre otro y tuvo a su disposición dos culos apilados para follarse a placer. Cucharitas de amor, piernas abiertas de par en par, chicos bien protegidos y empotrados.

Viktor se encariñó demasiado con el culazo de Mars. Sin querer le dio más amor de la cuenta y le metió una preñadita. Justo cuando estaba sacando la polla, que no paraba de soltar lefazos, Pepe acercó la cara, la puso encima del culo de Mars y se llevó un buen premio en toda la boca, saboreando toda esa leche, primero recogiendo el pollón de Viktor entre sus labios y luego relamiendo todo el esperma que le había plantado a Mars en la raja y la espalda.

Francisco estaba también acabando. Su cuerpazo musculoso y sudado era un auténtico vicio para la vista. Su cara atractiva y masculina con esa barba de pelazos negros. Andre se la estaba chupando cuando sintió las dos manos de Francisco agarrando su cabeza por detrás, con fuerza, que lo atraían hacia su cuerpo. No le dejó escapar hasta meterle toda la descarga dentro. Andre miró hacia arriba, dejándole ver todo el semen por su barbilla, lo recogió y se lo metió dentro de la boca. Le gustaban tanto la polla y el cuerpazo de ese tio que se la mamó hasta que se la dejó limpia y no quedó gota, incluso cuando se le quedó flácida.

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