Después de que un colega le metiera un balonazo en todos los huevos jugando un partido de fútbol, a Bastian Karim de vez en cuando le daba algún que otro pinchazo en los testículos, así que para descartar daños decidió ir a la consulta del Dr. Dan. No fue a las primeras de cambio, sino cuando ya no pudo aguantar más, porque uno de sus principales miedos era estar en la consulta del médico, que le médico le molara y que en el momento en que le empezara a palpar las bolas se le pusiera dura dejando clara su orientación sexual.
Y así sucedió, sugestionado o no, Bastian empezó a empalmar delante del doctor que le había visto crecer de niño a hombre, que había curado sus anginas, sus heridas, ahora presenciando cómo su polla se alzaba y crecía entre sus manos. A Bastian le pareció escuchar de su boca algo como «la tienes muy bien formada, te ha crecido mucho desde la última vez que te la vi» y no escuchó más, porque acto seguido el doctor se inclinó y se la metió dentro de la boca.
A Bastian le entró un gusto indescriptible y el dolor de huevos se le quitó repentinamente. Como siempre, una vez más, el doctor Dan volvía a cuidar de él, el médico de familia. Bastian no supo cómo terminó mirando hacia la camilla, abierto de piernas y con los pantalones bajados por detrás, con el culo al aire. Le dijo al doctor que el culo no le dolía. Dan le contestó que ya lo sabía, pero que quería hacerle un hombre.
Sintió la nariz fría del doctor rozando su raja, sus morros húmedos, su lengua, el raspado de su barba. Luego el doctor se levantó, escuchó descorrerse una cremallera y un buen rabo le rellenó todo el agujero sin condón. Se lo empezó a follar. La polla gorda quedaba super apretada en su prístino agujero. Dan le dio la vuelta para mirar bien a ese yogurín tan rico y abierto de piernas mientras se lo zumbaba y se corrió de gusto encima de su carita, con la leche ensuciándole le traje.
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