El venezolano Nano Maso penetra sin condón el agujero del culazo de Bastian Karim con su gigantesco pollón de 25 centímetros | Tim Tales
Mi culo es tuyo, pareció decir Bastian Karim con la parte izquierda de la cara apoyada contra el suelo y el culo en pompa mientras el venezolano Nano Maso le metía por el agujero del culo una imposible y gigantesca butifarra de veinticinco centímetros que tenía por polla. Menudo masaje le estaba dando en el ano, atravesándole con esa puta bestia que tenía entre las piernas.
La piel de las nalgas se le puso de gallina. La pollaza parecía un inflador insuflando aire en un globo. Cuando la sacaba, arrastraba consigo parte de la piel del agujero del culo, perfectamente amoldada al troncazo gigante, cuando la metía, las nalgas se estrujaban acoplándose a esa enorme polla. Bastian cerró los ojos y se dejó llevar a un mundo totalmente nuevo, uno al que sólo van a parar los chicos malos.
La sorpresa que se llevó Bastian al bajarle los pantalones por primera vez fue mayúscula. Sí, Nano era altísimo, pero por su complexión delgada y esas pecas en su rostro juvenil, ni se le había pasado por la cabeza que pudiera tener un trabuco tan monumental. Por suerte, cada hombre que se llevaba al catre lograba sorprenderle gratamente y bajar los gayumbos a un tio a menudo era como descubrir el regalo de un huevo kinder.
Chuparle la pija fue todo un placer para los sentidos. La tenía dura y consistente y aprovechó para dejarla posada sobre su cara, toda calentita. Sabía que con eso también pondría cachondo al Nano, pues si bien él ya era consciente del tamaño de su polla, verla sobre una carita y comparar presumiendo de lo grande que era, siempre hacía tener mayor confianza a un hombre de cara a lo que vendría después.
Después de sostenerla sobre su jeta, la dejó caer. Era realmente grandiosa. Pocas habóia conocido tan grandes que no estuvieran completamente rectas. Su rápido desarrollo había hecho de esa pollaza un rabo algo doblado y exquisitamente apetitoso para cualquier comensal. Bastian se puso perrete, subiéndose al sofá, dándole la espalda y ofreciéndole su culazo. Al ver llegar detrás de él a Nano con su cuerpo atlético y sentir su rabo penetrándole, se puso cachondísimo.
El soniquete que hacía su culo tragando rabo apenas lo había escuchado nunca, entraba tan a presión que parecía que la estaba metiendo en un fleshjack sin salida de aire por el otro lado. Nano tampoco estaba acostumbrado a tener un culo a su disposición que se la tragase entera. Eso le excitó tanto que aprovechó para meterla a fondo. Todos los tios deseaban una polla tan grande como la suya, pero cuando se trataba de ponerse a cuatro patas para recibirla, eran pocos los que conseguían tragarse la puta realidad. Bastian lo hizo, lo disfrutó y como recompensa le dejaron unos ricos mecos calentitos a la entrada bajo la huevera, aparte de meterle por el culo una polla mojada en lefa.