Nano Maso da 25 centímetros de rabo a Alberth Pineda follándoselo a pelo | Tim Tales
A través de los cristales de sus gafitas y con la boca llena de rabo, Alberth Pineda no le quitaba ojo a Nano Maso. Sabía que estaba haciendo una buena mamada si el tio tenía la boca entreabierta, si hacía gestos de placer con la cara y si concentraban su mirada imaginando que esa boquita era como el precioso agujero de un culito bien rico.
La longaniza venezolana de Nano era bestial. Pretender abarcar con los labios semejante burrada no estaba al alcance de cualquiera. Veinticinco centímetros de rabo que terminaron por convencer a Alberth de que él, también miembro honorable del club de los veinte, tenía que poner el culo ese día como estaba mandado. Y es que tras practicarle una mamada cargada de amor y saliva, la vio salir por su boca, rozándole la barbilla, meneándose toda dura entre las piernas, que simplemente le apeteció probar.
Por delante Alberth estaba buenísimo, con esa carita de niño malo y su elegante y destacable pollón, pero es que por detrás no perdía ni un ápice de su atractivo. Tenía un culete de millones, totalmente apetecible por cualquier tio, blanco, redondito y perfecto para cometer barbaridades. Nano le fue hundiendo poco a poco y por detrás la polla larga y morenota sin hacerle daño hasta que por fin pudo emplearse con las caderas y comenzar a follárselo sin condón.
Estaba apretadito y a la vez mullido. Nano se la metió con mucho vicio, contemplando cómo la carne alrededor del ojete se hundía cuando la metía y salía cuando la sacaba. Le estaba cocinando a fuego lento pero sin pausa. La verdadera prueba de fuego llegó al tenerle saltando sobre su verga frente a frente. Alberth la tenía completamente dura, por lo que las vistas de ese chaval rebotando sobre su polla y con el falo larguísimo meciéndose de lado a lado bien empinado, le provocó una buena recarga de leche en los huevos que más tarde soltaría sobre la mano y el pene del zagal.
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