Aunque maldijese varias veces al día que el baño de la planta del hotel fuera compartido, Tyler Berg tenía que reconocer que también tenía su parte positiva, sobre todo por las mañanas y cuanto más concurrida estuviera la planta, porque de repente veía desfilar tiarrones desconocidos en pelotas, con sus preciosos culazos, contoneando sus pollas. Un regalazo para la vista.
Ya ni se escondía. No tenía por qué dar explicaciones a tios a los que ni conocía. Se apoyaba contra el marco de la puerta y les veía ducharse, como a ese tiarrón que le ponía tanto y al que llevaba pillando la hora varios días acudiendo detrás de él. Andy Onassis estaba tremendo. Un cuerpo grande, potente, nalgón, de aspecto bruto. Era sin duda con el que más se le despertaba la polla de todos los tios a los que había visto últimamente por allí. No podía dejar de pensar guarradas, en ese cuerpazo dándole por el culo, atravesándole con su gorda polla.
El agua caía por su torso peludo, levantaba los brazos y se restregaba bien los sobacos llenos de pelos de macho. Movido por el deseo, Tyler entró al baño, se dirigió a la ducha y se la jugó con ese tio declarándose en bolas con un sugerente morreo que fue bien recibido. Ahora que estaba con las rodillas hincadas en el baño, con el pollón de ese tio frente a la cara, comprendía que no lo había visto todo aún, que siempre le quedaría un rabo más grande por ver.
Duro, largo, gordísimo, pocas veces se había visto en la diatriba de por dónde empezar a comer. Podía haber pegado una relamida por el tronco, pero fue valiente y se la metió de primeras dentro de la boca. No pudo darse el gusto de tragársela entera, algo que sí hizo Andy con su rabo, bien largo pero más fino. Tyler se asustó cuando ese cabrón se merendó su polla como si fuera un calipo, tragando hasta colársela por la garganta.
Había poco tránsito por el pasillo y poco les importaba si salía algún pibe hacia el baño. Obstaculizaron el paso dispuestos a follar. Tyler volvió a sorprenderse cuando estaba a punto de ponerle el culo a ese empotrador, porque se le adelantó y Andy puso su bestial y enorme cuerpazo a su disposición. Entonces Tyler se preguntó si su polla dentro de ese macho grandote sería capaz de dar la talla. Lo tenía de espaldas y aunque le tenía muchas ganas, le imponía respeto.
Le metió la pija y vaya que si dio la talla. Follarse un culazo así fue algo inolvidable, igual que probar en su culo la gigantesca verga de Andy cuando se lo llevó a las escaleras y le invitó a sentarse encima de sus piernas. O cuando le empotró el culo contra los barrotes metiéndole polla sin parar, o cuando se pajeó sobre su cara y se la bañó de leche. Con las pollas corridas y Tyler relamiéndose la lefa, volvieron al baño, donde había varios tios duchándose en el reducido espacio.