Lobo Carreira, Justin Jett y Alex Ink se follan sin condones y sin reglas en la camita haciendo dos buenos trenecitos de placer | Raging Stallion
Well Bred
Desde por la mañana con mimitos, incluso antes de tomarse el desayuno, Lobo Carreira entraba como un toro en la cocina, calentando el cuello y la boca de su chico Alex Ink, dándole cariño. Este miró de reojo hacia la derecha, donde más allá de la ventana estaba el paisajista Justin Jett tomando medidas para la remodelación del jardín. «Para, que el tio este está mirando», dijo Alex deseando a su novio, pero retirándolo de él con las dos manos en sus hombros para que se alejara. Pero Lobo no hizo caso y siguió probando los labios de su chico. «Déjale que mire y que se haga una paja«, le contestó.
Estaban tan calientes que no les importó tener espectadores. Los dos estaban de muy buen ver, guapísimos, con unos cuerpazos musculosos y tremendamente agradables a la vista. Mientras Alex le mimaba los abdominales a besitos, Lobo echó la mirada hacia el jardín. Pues sí, el paisajista estaba mirando y demasiado. Se fijó en que el cabronazo también estaba buenorro con esa camisa de leñador abierta por el torso bien curtido. Aparentaba ser un daddy de esos empotradores, atractivo, cachas y con barbita espesa, que tan pronto te rompe el culo como te pide decorarle los pelos de la cara con tu lefa. Irremediablemente la polla de Lobo se acomodó creciendo en la huevera de sus calzones pensando en guarradas.
Para cuando su chico tiró de la goma de sus slips blancos hacia abajo, la tenía morcillona, todavía con su capucha puesta. Alex se inclinó y empezó a chupársela con mucho gusto, haciéndola crecer dentro de su boca, mamando a fondo con la pija ya tiesa, intentando colarla por le fondo de su garganta. El torso de su novio le flipaba, con esos pectorales de lujo, su six-pack bien definido, su hipnótica carita guapa y esos ojazos. Poco lloraba por él cada vez que se la metía hasta los huevos y lograba sacarse una arcada.
El paisajista no solo se tomó la licencia de aproximarse a la puerta de cristal que daba la jardín, desabrocharse los pantalones y meterse mano por los calzones acariciándose la polla, sino que el muy atrevido entró hasta la cocina y se quedó posando su trasero sobre la encimera, cascándose un pajote. Comprendían su curiosidad bien sana. Ver a dos chulos con esos cuerpazos haciéndolo era muy agradable para los sentidos.
Tenía que arriesgar, lo hizo y ganó un hueco entre la parejita. Al momento ya estaba probando los besos de Lobo y su rabo ya estaba en la boca de Alex, que agarró esos dos palotes y se los mamó uno a uno bajo la atenta mirada de Lobo y Justin, que observaban sus dos pollazas sobre esa carita tan guapa y hambrienta. Alex se puso de pie dando la espalda a Justin. El paisajista, dada su profesión, tenía algo más que una ligera idea de lo que quedaba bien y lo que no. Cuando tuvo ese culazo enfrente, redondito y precioso, supo que estaba ante una obra de arte.
Entre él y Lobo hicieron un sandwich a Alex, que se quedó atrapado entre esos dos hombretones que no paraban de morrearse. Sentía la polla de uno rozándole los muslos y la cadera y la del otro acariciando la raja de su culo, sus cuerpos calientes y musculosos rozándose contra su torso y su espalda. Alex sólo podía describir ese momento como un placer inigualable que le hacía perder su propia voluntad.
Los tres se fueron a la camita. Alex recuperó su esencia y en cuanto vio que esos dos no paraban de besarse de nuevo, les enchufó rabo poniéndoles a comer. Luego se sentó en la cara de Lobo para que este le comiera bien el culito mientras Justin no paraba de chuparle la minga. El culazo de Lobo también pasó de mano en mano, primero por la boca de Alex y luego por la de Justin, que se estaba volviendo loquito con esos dos cabronazos, porque ya no tenía claro cuál de ellos iba a ser el que le diera culo.
Se intercambiaban sobre la cama cachondos perdidos y cuando ya estaba listo para metérsela a Alex, Lobo ocupó su lugar, se le abrió de piernas y a él fue al primero al que se la clavó. Su polla dura y grande atravesando a pelo ese culo tan apretado, con ese chulazo sobre la cama, gozándolo y gimiendo. Menuda follada tenía, qué bueno estaba. Justin sintió la necesidad de comérselo entero y aprovechó que tenía las piernas en alto para cogerle los pinreles y chuparle los dedetes.
Se inclinó sobre el bellezón de su cuerpo y le hizo el amor, los dos juntitos y besándose. Alex, que no era para nada celoso, se dirigió con una sonrisa en la cara hacia el culo de Justin para ver de primera mano cómo este penetraba a su chico. Mientras follaban, Alex se puso las botas comiéndole la raja del culete a Justin y lamiendo el punto de contacto entre la polla y el ojete. Delicia.
Después se le ocurrió una maldad. Ese tio había entrado en casa ajena, se había tomado la libertad de espiar a dos chicos haciéndolo, de meterse en su relación sin pedir permiso. Qué menos que participara de aquello con todas sus consecuencias. Alex se puso de rodillas detrás de Justin e hizo un intento de meterle la polla. A Justin le gustó y dejó que entrara con todo, sin condón.
Hicieron un trenecito de cojones. Justin follándose a Lobo y Alex a Justin, que un momento estaba tomando medidas en el jardín y al otro estaba entre dos maromos haciéndole la cama. Y no dos tios cualesquiera, los mejores y más buenorros con los que se había topado nunca. La pollaza larga y dura de Alex tuvo un efecto rebote en Justin. Cuanto mejor se lo follaba, más gusto daba al que estaba delante.
Los tres dale que te pego sobre la cama, gozando como perros, disfrutando del placer de sus pollas entrando y saliendo de los culos, con las bocas entreabiertas, gimiendo y expresando todo lo que sentían sin cortapisas. Justin acabó a cuatro empotrado por Alex y comiéndole el rabo a Lobo. Justin, cuya intención era unirse a dos tios para que le hicieran una mamada, ahora estaba con el culo machacado por ese niñato guapo y pollón al que habían alimentado muy bien para tener ese pedazo de rabo y esa energía.
El cabroncete le dejó el ojete del culo hecho a su mano. Menudo travieso. Más que saciado, Justin necesitó ver a la parejita follando. Alex se tumbó en la cama bocarriba y Lobo se sentó sobre sus piernas clavádose su rabo por el culo. Fue muy agradable para la vista ver a Lobo hacer una sentadilla hasta metérsela. Esa cara tan guapa, ese cuerpazo musculado y viril, su rabo precioso y largo colgando entre sus pierns hasta posarse sobre el torso de su chico.
Alex agarró el culazo de su novio con las dos manos y se lo folló a pelo mientras Justin le daba trabajo sentándose sobre su jeta para que le acicalara el ojete del culo con su lengua. Para sorpresa de Justin, no había terminado con esos dos. Fue él el siguente en tomar asiento sobre las piernas de Alex y, al echarse hacia atrás apoyando las manos en el colchón, Lobo separó sus piernas y se sentó encima. La mirada de ese macho, esa caricia con la manita agarrándose a su cuello, la otra mano cogiendo su polla y metiéndola dentro de su agujerito.
Otra vez estaban los tres unidos, Lobo saltando encima de esa pila de tiarrones en bolas, imprimiendo ritmo al nuevo trenecito en vertical que se acababan de marcar. Vaya dos dominantes. Casi sin darse cuenta estaba sobre la cama y los dos se iban turnando para metérsela. Lobo salió de su culo, con su cuerpazo musculoso, polla en mano, pajeándose encima de su cara, diciendo que se iba a correr. Justin abrió la boca para él y sacó la lengua. Los lechazos entrando por su boca, decorándole la barba con todo ese semen blanco y delicioso.
Alex no pudo dejarlo estar. Se inclinó y besó en los morros a Justin, con la mano le rebozó la lefa por encima de la barba, metiéndosela por la boca para volver a besarle con toda la leche y le escupió el esperma en toda la boca abierta. Regresó al interior del culo de Justin para follárselo. En cuanto este se hizo una paja, Alex se la sacó y apuntó hacia el cuerpo de Justin. Una lluvia de lefa salpicando por todas partes, soltando una buena descarga. Justin se quedó mirando su cuerpo desnudo, con todo el semen de esos dos decorando su torso y su cara, Lobo y Alex sudaditos, intentando recomponerse, sus pollazas bien largas y corridas colgando entre sus piernas. Eso sí que era un buen paisaje.