Abel Sanztin mete sus 24 cm de puro placer sin condón por el culazo de Danny Azcona | Fucker Mate

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Beso a beso, caricia a caricia, Danny Azcona no dejaba de sorprenderse de la manera en la que el pollón de Abel Sanztin crecía de forma desmedida, de tal forma que ya ni le cabía en la huevera de los calzones, ni siquiera en la zona lateral hacia su cadera, directamente se le salía por donde se la sacaba para mear, grande, gorda, estupenda.

Para eso, mejor no llevar nada. Abel se los bajó y su hermosa y larga pija se quedó rebotando pesadita entre sus piernas, colgando de una buena mata de pelazos negros. Daba gusto ver una verga así de grande, así que Danny no pudo resistirse a agacharse y empezar a comérela con ganas. La enderezó y se la metió dentro de la boca. Apenas se hubo comido un quinto de rabo, con el cipote bien metido, ya tenía la boca llena.

Plantó la mano en la barra y se la empezó a pajear suavemente con un gran recorrido. Nunca se había visto en una así, con un rabo tan jodidamente largo, paseando su mano por toda la mancuerna con un recorrido tan amplio. Se obligó a sí mismo a tragar y consiguió meterse dentro media polla, dejando la marca de saliva justo a mitad de camino. Al sacarla, le sobrevino una arcada después de haber tenido el cipote de ese cabrón intentando colarse por su garganta, pero la vio ahí, divina, colgando, tan imponente y grandota, que la cogió de nuevo entre sus manos y le dio amor de bueno una vez más.

Hasta Abel confiaba más en sus posibilidades de tragársela entera. Le cogió por la cabeza, de los pelos y le obligó a tragar hasta el fondo. El resultado fueron unas lágrimas en los ojos de Danny, entonces paró y le acarició el rostro con el pene, paseándolo por sus morritos, por su lengua, sentándose y dejando que Danny se meteria entre sus piernas y volviera a la gran mamada.

Al sostener esa polla en la mano, justo por la base, Danny fue consciente de sus grandes dimensiones. Espectacular. Calculó a ojo. Una, dos, tres, cuatro, hasta cinco manos como la suya podrían llegar a posarse en ese majestuoso y largo pene, una a continuación de la otra para pajearlo. Joder, qué gustito daba pasear la mano por la barra, acariciándola, dándole placer, disfrutando del calorcito que desprendía, de su tamaño y dureza.

Se sentó justo con el culo al borde del sofá, con la raja abierta en la posición perfecta para que Abel se tumbara en él y sólo tuviera que mirar hacia arriba y sacar la lengua para explorar su ojete. Notó la humedad de su lengua, el raspado de su barba. Miró hacia atrás y vio que Abel se la estaba pelando. Le dio culo y nada más sentir los primeros cinco centímetros de pene penetrando su ano a pelo, un gemido de dolor y gusto afloró en su boca.

Era enorme, grandiosa. Abel le empujó la espalda para que se inclinara. Danny obedeció y así entró mejor, toda enterita, ahora entrando y saliendo de su culo, una barra firme y tiesa que le mantuvo todo el tiempo con la boca abierta, intentando encontrarse en un batiburrillo loco de sensaciones encontradas. Los gemidos de dolor cada vez que se la clavaba, se convirtieron en gestos de placer después, ojos en blanco.

Se abrió de piernas para él con la espalda en el reposabrazos y sintió desfilar por su esfínter esos veinticuatro fornidos centímetros de rabo. Se llevó una mano al culo, rozando las pelotas de Abel, midiendo la distancia que lo separaban de sus muslos cada vez que se la metía, descubriendo con sorpresa que se la estaba metiendo entera hasta las bolas.

No se había acostumbrado todavía a ese tamaño descomunal, pero le regaló una buena paja con el culo sentándose sobre sus piernas y ensartándose el rabo. Buah qué pedazo de pollón, cómo disfrutó metiéndolo y sacándolo de su agujero una y otra vez, llevándolo al límite. Abel se abrió de piernas y se relajó, dejando que Danny llevara las riendas de ese viaje.

Se estaba jugando una buena preñada como siguiera así. Abel le cogió en brazos y se lo llevó a otro sofá, donde le tumbó bocarriba, le abrió de piernas y le enchufó una buena follada misionera. Como leche condensada, la lefa comenzó a salir del pito de Danny bien blanca y espesa, dejándole un buen charco por debajo del ombligo. Con la satisfación de a corrida, miró hacia abajo y se fijó en la pelambrera de la base del rabo de Abel, todavía dentro de él, fascinante. Volvió a echar la cabeza hacia atrás con gusto.

Abel recogió con la yema de sus dedos parte de la lefa y se pringó la polla para seguir metiéndosela. Se puso de pie y se la pajeó justo encima de la cara de Danny. Un gemido acompañado de lluvia blanca. Danny abrió la boca para cazar. Unos lechazos bien gruesos colgaron del pollón impactando contra su cara, su nariz, su bigote, su frente. Cada vez que Abel se la estrujaba, soltaba un buen colgajo que le caía encima. Abel se agarró el pene y apuntó contra la cara, cincelándola, recogiendo el semen con el glande y conduciéndolo hacia la boca para que se la chupara una vez más.

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@ fotos por Oscar Mishima

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