Por qué no se rompían más a menudo los aparatos de la oficina. Es lo que pensó Manuel Reyes cuando se averió el proyector y vino a arreglarlo Cristian Sam, un tiarrón cachas que estaba buenísimo. Al verlo se enamoró de él al instante. Unos pantaloncitos de trabajo grises bien apretados, camiseta blanca que se ceñía bien a su torso y sus biceps regalando la vista a cualquiera y una cara de empotrador que lo flipas.
Al conducirlo a través del pasillo hacia la sala de juntas, intentó fingir que no le ponía, pero en cuanto tuvo un momento, se levantó de su puesto y le espió desde el otro lado de la puerta. Esa vez se fijó especialmente en su paquete y lo observó con detenimiento. ¿Estaba empalmado o es que en reposo la tenía ya así de grande? Un pedazo de manubrio destacaba levantando la parte delantera de los pantalones bajando hacia la pernera.
De repente una voz desde dentro de la sala le despertó de su letargo. Cristian le estaba llamando para que le pasara una herramienta de la caja al pie de la escalerilla en la que estaba subido. Cuando entró para dársela, Cristian bajó de la escalera. Le dijo que había estado observando cómo le estaba mirando el paquete, que si quería tocárselo. Al principio Manuel lo negó todo, sin poder creer que lo que estaba escuchando fuera cierto.
Con un poco de ayuda, Cristian cogió su mano y la posó en el frontal de su entrepierna para que el chaval se la magreara bien. Manuel se puso contento. Era una de las pollas más grandes que había tocado. Un beso de Cristian terminó desatándole por completo. Podía sentir sus ganas de sexo, estaba embriagado por su masculinidad, por el roce de los pelillos de su bigote y su barba al morrearle.
Se agachó, le sacó la polla dura y grande por la bragueta y se la empezó a jalar a cabezazos. La hostia puta, qué grande era, tanto que apenas le cabía la mitad en la boca. Se dio la vuelta apoyándole en una silla, se inclinó hacia adelante y acercó el culo a la polla de ese macho. No tardó en sentirla bien adentro sin condón, el cacheo de sus enormes y colgantes huevazos estampándose contra su trasero. Le hizo sentarse en una silla y le trituró la polla a pajas con el culazo saltando sobre sus piernas, agarrando su cara guapa y atractiva con una mano para verla bien de cerca.