Al ver a esos cuatro jovencitos jugando al fútbol en el parque, Dale Savage y Dallas Steele se miraron y tuvieron más claro que nunca que necesitaban con urgencia ese rato de elixir de juventud. Se acercaron y prometieron a Austin Young, Cole Blue, Felix Maze y Lukas Stone un juego entre hombres que comenzaba en parejas y no se sabía cómo terminaría. Ellos aceptaron el reto y a los pocos minutos estaban en el apartamento, entre ellos y dejando que esos hombres les quitaran las camisetas descubriendo sus cuerpos atléticos, tocándolos con sus manos varoniles y veteranas.
Durante un buen rato no se escuchó otra cosa que el sonido de los besos y algún gemido de gusto incontenido, al que siguió el tintineo de los cinturones de los vaqueros. Los jovencitos ya estaban empalmados, con curiosidad por ver qué guardaban por ahí abajo los mayores. Tendrían que esperar, porque les pillaron con ganas de rabo y a Dale y Dallas lo que más les apetecía en ese momento era comerse esas pollas jóvenes, largas y bien duras, como un manjar delicioso que llevarse a la boca.
Sólo había dos daddies para los cuatro, así que ese juego en parejas tuvo que decidirse a suertes y dos de los chavales tuvieron que conformarse no con poco, con chuparse el uno al otro las mingas. Dallas y Dale tenían ganas de ver de qué eran capaces esos chavales jóvenes de hoy día, a ver si se les daba bien follar ya que la naturaleza les había dotado a todos de unas buenas vergas.
Dallas, el guaperas de Cole y Dale se pusieron a cuatro patas y detrás de ellos respectivamente Felix, Lukas y Austin les prepararon los culitos, se pusieron de rodillas por las retaguardias y les metieron las pollas sin condones. Jóvenes empotradores. Los tres uno al lado del otro metiendo rabo, los otros tres delante gozándolo, meciéndose hacia adelante y atrás a cada embestida, sumiéndose en un estado de excitación al escuchar los gemidos de los demás.
Esos torsos con los abdominales marcados, de tanto jugar al fútbol en el parque, dando duro a esos panderos que exigían sus pollas duras. Jugaron a los trileros cambiando de campo y de equipo. Daba igual donde jugaran, todos los culos estaban bien ricos y era un placer penetrarles a pelo. Les colocaron bocarriba y se los siguieron zumbando de lo lindo.
Sus culitos redondos y blanquitos no paraban de empotrar. Daba gusto sobarlos entre las manos mientras follaban, tan suavecitos y turgentes. El de la gorrita lo dio todo, zumbándose a su colega con ganas al ver la pedazo chorra que tenía, golpeándole suavemente los huevos con el vientre cada vez que se la metía por el agujero.
Los empotradores gruñían de vicio, los que recibían gemían como putos. Seis tios de dos generaciones dejándose llevar por la lujuria del follaje. Un juego entre machos de tres para tres en el que no había ni vencedores ni vencidos, en el que todos salían ganando. Cole avisó de que se iba a correr. Dallas estuvo bien atento. Le gustaba ver correrse a los jovencitos guapos como él. Los chorrazos blancos que se sacó de la pija, ensuciándole los pelillos por debajo y por encima del ombligo, le encantaron.
Cuando un se corría, los demás le seguían y no había quien lo parara. Austin, el más jovencito de todos, fue el siguiente. Sacó su polla del culo de Dallas y se corrió encima de sus calzones blancos. Dallas se le quedó mirando, disfrutando de como gozaba de la espantada de leche que se estaba metiendo, su cuerpecito delgado temblando de puro placer. Eso le recordó a sus primeras pajas y el gustito que daban.
Dale pidió a Lukas que no saliera de su interior, quería la preñada de ese joven guaperas con gorra. Le agarró el culazo para que no retrocediera. La cara de Lukas se ruborizó y comenzó a dosificar el interior de culo de ese daddy con la fragancia de su esperma caliente. Al sacar la chorra, se dio cuenta de la cantidad de lefa que le había metido dentro, tanta que le rebosaba por el ojete.
Los jóvenes empotradores se quedaron desnudos, recomponiéndose, abrazados por los tios a los que acababan de follarse, besándoles la boca, el cuello, disfrutando del final de ese juego intenso que, tal y como habían prometido Dale y Dallas, sólo era posible disputarlo entre hombres.