Daniel Evans y Evan Knoxx se follan sin condones gozando de sus largos y gruesos rabacos y de sus cojones llenos de leche | Cocky Boys

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El partido había acabado, se habían metido una cervecita entre pecho y espalda y un bocata de jamón. Era demasiado tarde para que el jovencito Evan Knoxx andara por la calle, así que Daniel Evans le propuso quedarse en casa hasta que amaneciera, así podría darse una ducha y luego jugarían un rato a la consola. Daniel no pudo evitar espiarle por la rendija de la puerta del baño mientras se duchaba y aprovechó que estaba saliendo del cuarto de baño con los calzones puestos para darle un mando de la switch y echarse juntos unas partidas antes de que se vistiera.

Así iba a ser todo mucho más fácil, para cuando comenzaran a hablar de sexo, a esas horas de la noche, ver cómo se le ponía durita. Le dijo que le molaba, que nadie tenía por qué enterarse. Llevó la mano a su paquete y se lo tocó por encima. Le encantó hacerlo, tanto que se le puso firme al momento. Daniel se levantó, se puso frente a Evan y le enseñó cómo se le había puesto de dura, con todo el pollón grande, gordo y hermoso empujando la tela de la huevera hacia adelante y hacia la cadera izquierda.

Volvió a meter mano a Evan y es que esos calzones grises le quedaban a las mil maravillas, de algodón, perfectamente acoplados a la anatomía de sus atributos, tanto por delante comm por detrás, dibujándole la forma de la cola, larga y perfecta, un culazo redondito con una buena raja. Evan se dejó querer. Le gustaba que le metieran mano y eso puso aún más cachondo a Daniel, que no sabía por dónde empezar para practicar sexo con él.

Empezó dándole un masaje, besándole, tocándole. Lo demás llegó sin pensarlo. Estaba tumbado cuando se bajó los calzones y entonces vio cómo Evan se inclinaba, le cogía la polla con la mano y se la mamaba. Qué bien la chupaba y encima intentaba metérsela hasta el fondo de la garganta. Daniel tuvo la sensación de que se le escapaba la leche de las pelotas. Hizo levantarse a Evan para devolverle la mamada. Antes de comenzar a chuparle la pija, se fijó en sus precioos y colgantes huevos. Se los succionó con la boca llena y eso le volvió loquito al chaval, que empezó a retorcerse y gemir de auténtico placer.

Menudo pirulón, gordo y largo, más grande que el suyo. Sentado, le tumbó de espaldas dejándolo caer sobre su torso y le hundió la polla sin condón dentro del culo. Calzaba justa como un guante a su medida. Así, tumbadito sobre su cuerpo, podía ver cómo le rebotaban la pollaza y los huevos, resbalando sobre su torso, una escena demencial para sus ojos.

Esa polla se merecía también un buen culo como el suyo. Daniel se tumbó bocabajo sobre la cama y dejó que el chaval se tomara la revancha. Le empitonó duro, estampándole fuerte las caderas en las nalgas. La polla y los huevos de Daniel aplastados sobre el colchón, entre sus piernas, sintiendo las caricias de los huevos de Evan cuando se la metía. Volvieron a intercambiar roles y se lo folló perforándole de arriba a abajo con el rabo.

Mientras tanto Evan se cascó una paja apuntando con el cipote hacia su cara con la boca abierta y pidió a Daniel que no parara. El cabrón se corrió encima, disparando lechazos hacia su carita guapa, sobre su torso. Daniel no aguantó el tipo más tiempo. Sacó la polla de su culo y se corrió encima de su trasero y sus huevos. Estaba precioso, todo llenito de leche.

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