El chulazo Diego Summers se folla a Axel Brown y se corre en su cara | Fucker Mate

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Su colega de piso y él solían pajearse con la puerta de la habitación abierta. En cada piso compartido se establecían unas reglas no escritas y esa era la suya. No era extraño, como sucedió ese día, encontrarse a Axel Brown apoyado en el marco de la puerta, magreándose el paquete mirando cómo Diego Summers le daba al manubrio.

Y menudo manubrio. Largo, gordísimo, con un cipote descomunal, como para no poderse cachondo. Axel se acercó a la cama con los vaqueros a medio bajar, el botón y la bragueta desabrochados. En cuanto agarró el pollón con la mano, Diego retiró la suya y sintió el placer de otra manita agarrando su miembro viril a plena potencia.

Axel se emborrachó la boca con ese nabo llenándose los carrillos. Lo hizo con tantas ganas y tenía tanta hambre de rabo que no le costó nada deslizar los labios por el tronco y tragársela enterita, hasta saborear sus pelotas. No se quedó en la superficie. El vicio y el morbo que le daba chupársela a ese tiarrón tan atractivo con los vaqueros puestos, le hicieron tragar más de la cuenta, apretando los labios contra los huevos, resistiéndose a las inevitables arcadas que le producían el hecho de tener un pollón enorme penetrando por su garganta.

La respiración de Diego se iba volviendo más agitada cada vez que veía que de forma sistemática el chaval le jalaba la polla hasta atragantarse. En varias ocasiones el mamonazo se metió enterita la polla dentro de la boca y no la soltó, dejándole un poso, un charco de babas en las pelotas. Diego tuvo que ponerse de pie para controlar. De haber seguido tumbado, viendo esa cabecita subir y bajar por su polla, seguramente se la hubiera dejado preñada.

De pie la cosa no cambió mucho. Axel le agarró de las bolas y las apretó fuerte atrayéndolas hacia él con la intención de tragarse la verga entera de nuevo. El pene de un hombre no es sólo lo que se ve, sino lo que no se ve, ya que continúa dentro del cuerpo hasta entre las piernas, pues parecía que él quería tragarse todo eso. La cara roja, las venas de la frente hinchadas, una señal irrefutable del amor hacia una polla.

Sentado otra vez en la cama, Diego intentó mantener el control. Tenía a Axel entre sus piernas y parecía que iba más suave, acicalándole el brillante y gordo cipote, acoplándolo entre sus labios, dándole gusto con la lengua en el frenillo. Pues eso, parecía, porque en cuanto le entró el venazo, volvió a la carga intentando tragarse el trabuco y de nuevo un charco de saliva inundaba la base del pollón y los cojones.

Además de estar muy bien dotado, ser atractivo, fuerte y varonil, Diego era un experto mimando ojetes. Le encantaba hundir los morros entre un buen par de cachas, olisquear el agujero y lubricarlo con la punta de la lengua, lamer y esnifar todo el calorcito que salía de dentro. Sin tocársela, sólo sintiendo, ese momento se la mantenía bien dura, para después ponerse en pie y clavársela por detrás.

Se folló a su compi de piso sin condón, rebanándole el ojete con toda su gorda tranca. Axel estaba más que encantado de tener a un macho tan potente metiéndosela a traición. Miró y echó una mano hacia atrás, tocando la cadera de Diego, deleitándose con su cuerpazo, sintiendo el movimiento de su pelvis que empujaba para meterse dentro de él.

A medida que se fueron poniendo cada vez más cachondos, la follada se fue intensificando por momentos. Axel reventó de gusto al notar el aliento de Diego en su oreja, el calor de sus fuertes abdominales rozándole la espalda, sentirse tan protegido por un hombre, ser su juguete para que se diera gusto a la polla.

Axel le cabalgó el pollote alternando entre el paseo y el trote, el paseo para poder acostumbrarse de nuevo al grosor de su miembro después de haberlo tenido unos segundos fuera de su agujero y el trote para pajearle la polla saltando como un buen jinete, sin miedo a sentarse firme, dejando caer el peso de su cuerpo, haciendo chocar sus nalgas con sus caderas y muslos.

Dejó el cara a cara para el final, dejando que se lo follara bocarriba. El poderío de ese macho no tenía rival. Axel se zurció el rabo duro con ganas de soltar la paja, mirando de arriba a abajo a ese hombre que era puro deseo. Su cara tan atractiva y sensual, su musculoso torso de empotrador, sus fuertes biceps y un poco más abajo apreciaba la inmensidad de su polla hundiéndose dentro de su culo.

Así le salió el caldo por la polla a Axel, vitaminado, con un disparo certero hasta el mismísimo cuello, otro más corto hasta la mitad del cuerpo y un último que se quedó en el ombligo. Diego le sacó la polla del culo y la frotó contra la suya que estaba corrida. Se tumbó en la cama y culminó la paja que había empezado hacía unos minutos, cuando él no estaba. Comenzó a gemir, casi a gritar y empujó a Axel hacia abajo, para que acudiera a ver la corrida de cerca.

Borracho de placer, gimiendo, cerrando los ojos, dejándose llevar por el gustito del momento, Diego soltó la paja encima de la cara del chaval, dejándole la mejilla, los labios y la barbilla pringados con su semen. Con una buena rociada encima de la cara, Axel se apartó un poco para ver cómo Diego se exprimía la polla sacándose las últimas gotas de esperma.

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