Se pasaron la tarde hablando de cerdadas, mientras se enviaban unos a otros por mensajes de móvil fotos guarras subidas de tono que no conseguían otra cosa que hacer que se retorciesen en los sofás, acomodándose las pollas, que no dejaban de crecerles de forma desmedida, por debajo de los pantalones. Pasaron de mirar las pantallas a echar un ojo a los paquetones de sus colgas.
Manuel Skye, Dann Grey y Santiago Rodriguez, más conocidos en el barrio como «los 3 amigos«, porque iban juntos a todas partes y lo hacían todo juntos (y cuando es todo, es TODO), acabaron de pie, con sus musculosos torsos desnudos y los vaqueros puestos, cerca unos de otros, mirándose las tiendas de campaña, con sus enormes pollas luchando por salir de su encierro.
El guapísimo Dann fue el primero en desenfundar su arma. Se bajó los pantalones y la pollaza, que tenía cargando hacia la derecha mirando hacia la parte baja de la pernera, salió disparada hacia arriba rebotando. El atractivo Santi fue el siguiente en quitarse los pantalones. Su perfecto rabo cilíndrico, encapuchado, largo y morenito se quedó retozando por encima de la cremallera, hasta que se los bajó un poco y mostró sus enormes huevos colgando, que lograron hinchar aún más si cabe los rabos de sus compañeros.
El más veterano de los tres, Manuel, tuvo dificultades para sacarse le rabo, sin lugar a dudas el que mejor dote tenía d elos tres. La más gorda, la más larga y también el que tenía los huevos más grandes. Al ver algo tan gigantesco, Santi no pudo reprimir su sentido del vicio y la enfundó en su mano, agarrándola dispuesto a hacerle un pajote.
Los tres amigos se juntaron formando un círculo cerrado, haciendo una suerte de lucha de sables, dejando que sus rabos chocasen unos con otros, sintiendo el peso y el calor de sus enormes chorras, comparando tamaños. Los veteranos tenían preferencias. Subido a la mesilla, Manuel agarró las dos cabezas guapas de sus amigos, una con cada mano y dejó que le comieran el rabaco a dos bocas. Menudo puto placer le dieron paseando sus morritos por la gordísima barra del pene. Les dejó las cabecitas ancladas y después fue él el que culeó sintiendo el gustito de follarse sus labios.
Sin tiempo para bajar al bar a por condones, tenían recursos suficientes de donde tirar. Dann se convirtió en el mamporrero, chupando la gigantesca verga de Manuel antes de que se la metiese por el culo a Santi. Un daddy entre jovencitos, los tres acabaron haciendo un trenecito en el sofá. Dann a la cabeza, Santi como vagón de carga y Manuel en medio de los dos, intentando escapar de esos dos gañanes, metiendo rabo y recibiendo.
Sólo quedaba Dann por recibir lo suyo, pero lo bueno se hacía esperar. Manuel y Santi se tumbaron en el sofá, en direcciones opuestas, enzarzados de tal forma que juntaron las entrepiernas. Dann cogió el par de manojo de pollas y se las metió por el culo, sin condón, bien calentitas, casi diez centímetros de diámetro de rabo expandiéndole el ojete hasta sus límites.