Sólo había una cosa que lograba hacer apartar la mirada de Danny Azcona del puto móvil, y eso era la gigantesca picha morcillona de David Montenegro acercándose a su jeta. El mamón ponía una cara de felicidad al verle le rabo que no se podía comparar ni con la de nochevieja habiéndose tomado unas cuantas copas de más y bailando en una fiesta.
Primero le agarraba el pollón con la manita contraria y después echaba hacia atrás la cabeza, hasta tener la punta del nabo justo en la boca, bastante hacia atrás, enseñando la nuez del gaznate, chupando la puntita del rabo encapuchado como si fuera el helado de un cucurucho italiano que se estuviera deshaciendo en sus labios de forma apresurada.
Cuando se había tragado el capullo, David doblaba las rodillas, se inclinaba hacia adelante y le metía más trozo de polla por la boca y, entre su empuje y esos labios que no paraban de devorarle el chollo, al cabrón se le ponía la cara roja con todo el pollote entrándole por la mismísima garganta profunda. David retiraba entonces un rato su minga para dejarle respirar y cuando lo hacía, su polla salía de esa boquita completamente descapullada y muchísimo más grande y dura que antes de metérsela por primera vez.
Le echaba el aliento sobre el rabo mojado, recuperando la respiración. David bajaba a chuparle los morros volviendo a la carga y se inclinaba un poco más para meter la mano entre las piernas de Danny, completamente empalmado ya con la picha por fuera de los calzones, que se estremecía como una puta al sentir los dedos de su colegui metiéndosele por el culo.
David se puso de pie y presumió de verga. Enorme, gorda y larguísima, se la preparó desplazando la piel desde la base para volver a recubrir su lubricado cipote y dejar que Danny se lo volviera a descapullar a mamadas. Así era, cuando lo sacaba de su boca, podía ver su capullo grande y gordo, hasta que ese mamón volvía a metérselo dentro y forzaba una buena arcada tragando casi hasta las pelotas.
La polla salía mojada de entre sus labios, dura y venosa. Danny, super cachondo, la agarraba por la base y se daba azotes con ella sobre la cara, sintiendo su calor, su fuerza. Era un puto amante de esa calse de rabos. Miró hacia arriba para ver al guaperas que se lo estaba dando. Su cara angulosa y atractiva, sus ojazos y los pendientes que llevaba en las orejas. Volvía a bajar la mirada hacia la polla y se la amaba con ganas.
Su boca se había convertido ya en una especie de culito lubricado. David le agarraba la mandíbula con una mano, con la otra le daba unos toquecitos con el rabo sobre los morros completamente húmedos y se la metía bien gorda hacia adentro. En poco tiempo el pollón había crecido una barbaridad y ahora, por mucho que intentara tragársela y que David le ayudara forzando con las manos detrás de su cabeza, llegaba a poco más de la mitad.
Se levantó para besar a su colega de carita de conquistador a la que nunca podía resistirse. Compartió con él el sabor de su propia polla comiéndole los morros, pero el pollón no lo soltaba. Lo tenía bien agarrado masturbándolo. Lo quería bien duro todo el rato para poder hacer el cerdo. Ahora, así contemplado desde arriba, se dio cuenta de la magnitud de lo que se había estado llevando a la boca. Era simplemente gordísimo y gigantesco, descomunal y desproporcionado teniendo en cuenta la cnstitución delgadita de su amigo.
El resplandor del cipote le llamó como a una urraca y bajó a comérsela otra vez. Comerse esa polla se estaba convirtiendo en una adicción de las buenas. La inclinó un poquito hacia arriba aproximándola al abdómen de David, poquito porque ya estaba bien tiesa. Sonrió y se mordió el labio inferior al ver lo gruesa que era, con un cipotón tan bien formado. Acercó la carita poniéndola justo en frente, cerró los ojos y esnifó el aroma de rabo de macho mientras sentía el calorcito en las napias, sacaba la lengua y le daba un repasito desde la base hasta la punta como si fuera la delicia más deliciosa que hubiera probado jamás.
Fue un gustazo dejar caer su culo sobre la cara de ese guaperas, sentir su nariz mertiéndose por su raja y después la lengua dándole gustito en el ojete, preparándoselo para su llegada, cogiéndole de las nalgas y meneándole el culazo mientras algo más abajo su polla cilimbreaba tiesa descansando sobre sus abdominales, deseosa por meterse dentro de un agujero calentito.
A cuatro patas en el sofá, la recibió por los cuartos traseros sintiéndola como si él, un simple mortal, fuera penetrado por la puta polla de un caballo. David empujaba para meter unos cuantos centímetros más mientras el ojal de Danny trataba de acostumbrarse a ese descomunal diámetro que le partía el culo en dos. Poquito a poco y con un buen meneo, el pollón fue entrando solo. Fue definitivo que David le abrazase por detrás y le acercase a su cuerpo. Esa pintaza que tenía de yogurín, follándoselo por detrás, le abrió el agujerito como un abrelatas.
Ni el condón XXL lograba calzar por completo el enorme tamaño de su verga. El borde enrollado de látex se le quedaba a al menos siete centímetros de los huevos, pero es que ya no había otro más grande en la farmacia de abajo ni en ninguna otra que pudiera cubrir ese pene por completo. Danny se agarró los machos y se cabalgó la verga como un buen vaquero en un rodeo. A ver cuánto tiempo aguantaba encima de esa montura brava.
Por primera vez estaba conociendo los límites de su culo, que aunque super tragón y perfecto para dar cobijo a tios super dotados con ese tamaño de rabo, llegaba a asimilar un tope. La polla se ajustaba excesivamente y al límite a las paredes de su culo. Bien gruesa, a veces no entraba ni salía ni un centímetro más de lo bien acoplados que estaban. Entonces Danny se marcaba un bailecito de trasero con el pollón clavado en su ojal.
Camarero, póngame una buena chistorra. Se fueron de pie hacia la barra bar del salón y David le metió por detrás su enorme butifarra, pegando su cara a la de Danny, gimiendo bajito, echándole el aliento. Danny se quedaba con la boca abierta y las narices atentas, poniéndose super cachondo, interpretando esos gemidos de gusto, atrapado entre los brazos de ese chulazo cabrón que gozaba metiéndosela por detrás. Menudo cuerpazo y lo buenorro que estaba enfrascado en la follada de pie metiendo rabo sin parar y con todos los músculos tensos.
A David debía ser de esa clase de chicos a los que los profesores obligaban a apartarse de alguien al menos veinte centímetros en un baile de fin de curso, para evitar embarazos indeseados y tal. En su caso más de veinte, era impresionante verlo de perfil y empalmado. Cualquier profe se hubiera ruborizado de haberlo visto así en mitad de la pista, metiendo su gigantesca dote por un culo que todavía se resistía a tragarla entera.
Llegó sin puto aviso, la corrida. Danny estaba tumbado bocarriba, follado. Acababa de pajearse un poco el rabo y ocurrió que sin manos y sin tocársela, un buen chorrazo de lefa salió disparado de su polla a lo largo del esternón hasta su cuello. Tardó en recuperarse varios segundos de esa mega corrida, intentando recordar la última vez que un tio le hizo soltar la leche así de larga y abundante. Inclinó la cabecita hacia adelante, mirando a David, bufando como diciéndole mira lo que has conseguido.
Sentó a David en el sofá, le agarró la polla y se la pajeó a mano llena a toda velocidad, ladeando la cabeza sobre su estómago, poniéndola con la boca abierta justo enfrente del cipote, mientras David le agarraba de los pelos y se estremecía cuando la leche empezaba a salir como cremita de su gruesa polla, cayendo sobre la jeta de Danny, que se ponía las botas con todo el semen resbalando por su cara, deslizando el pollón mojado y lechero por su mejilla, llevándose el cipote a la boca, comiéndose los mecos que todavía rezumaban por la raja calentitos, espesos y pegajosos.
Sonrió una última vez mirando el pollón enorme que tenía frente a sus ojos, con la cara sucia, apretando con el puño desde la base para sacar hasta la última gota de leche. Cuando la punta del rabo se volvía a bañar de blanco, su cara de vicio era evidente. Acercó los morros y se lo chupó todo. Cuando los apartó, los tenía mojados y bien lechosos, y una hilera de semen se resistía a romper la cadena entre sus labios y la punta de la polla.