Guillaume Wayne se folla a Joaquin Santana sin condón | Fucker Mate

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Había descubierto al chavalito bailando sobre la pista. Qué bien meneaba el culo. Quería que lo menease igual de bien con su polla dentro, que tenía mucha para ofrecerle. Guillaume Wayne conocía al encargado y habló con él para llegar a un acuerdo, le pagaría lo que restaba de noche de trabajo de su chico para llevarse a Joaquin Santana con él a una de las habitaciones.

Por fin pudo ver ese culazo sin nada encima, al descubierto. El chico llevaba unos calzones abierto por detrás, algo que le hacía intuir que su proposición de llevárselo no había sido la primera. Estiró con sus grandes manos cada cachete del culo y pudo notar le calorcito que desprendía la raja de sus nalgas. Estaba caliente, muy caliente.

Le colocó a cuatro patas sobre la cama e instintivamente Joaquin elevó el culete. Menudo agujero tenía ese mamón. Guillaume le tiró un certero escupitajo que cayó a ese pozo sin fondo para después engrasarlo con el dedo y la lengua. Le entraba todo. Él ya tenía la polla a reventar bajo los calzones, que tiraba de la tela dejando al descubierto la piel de sus pelotas.

Joaquin gateó hacia un lado, le bajó la goma de los calzones y dejó libre un pollón larguísimo, gordo, duro y fuerte que se apresuró a meterse dentro de la boca. Guillaume se puso más cómodo, quitándose definitivamente los gayumbos y tumbándose a cuerpo de rey en la cama. Una vez más Joaquin gateó hacia la polla, Guillaume le agarró por los pelos de la cabeza y le invitó a comer como un campeón.

El chaval se puso cachondo con el rabo entre las manos. Demasiado grande como para pretender comérselo entero, se dedicó a chupar hasta donde podía y a darle caricias con la mano y con la boca. Juraría que le había crecido a lo ancho después de unas cuantas mamadas. Miró a Guillaume a los ojos, a esa cara de macho tan atractiva, le apetecía sentarse en sus piernas y que le metiese todo el amor por el culo. Él le correspondió la mirada, dándole unos hostiazos en la jeta con la polla.

Le apasionaban los hombres que demostraban su masculinidad con el pito tan tieso entre las piernas, que cuando se quedaban empalmados de pie, la polla se les ponía empitonada hacia arriba, esperando que una boca hambrienta se la tragara. Intentó darle ese gusto metiéndole el bocado de su vida. Jamás había hecho el esfuerzo de atragantarse con un rabo, pero ese merecía mucho la pena, aunque fuese para demostrarle lo mucho que le gustaba. Inclinó la cabeza, se concentró, comenzó a bajarla arrastrando el pollón dentro de su boca y logró tragar más de la mitad.

Después de aquello, fue mucho más fácil, ayudado por Guillaume, que le aprisionó la cabeza entre sus fuertes manazas, una por el cogote y la otra en la barbilla. Cabezazo a cabezazo, la dejó bien engrasada con sus babas como para no tener que utilizar ni lubricante. Su saliva fue el perfecto aliado para que Guillaume se la pudiera clavar por detrás sin condón.

Se tumbó boca abajo en la cama, separó un poco las piernas y Guillaume le metió la tranca antera. La tenía tan dura y tan larga que le despertó todos los sentidos. Se giró para mirar la cara de ese machote empotrador. Quería, necesitaba ver la expresión de su rostro encabronado mientras metía su verga dentro de él. A veces caía rendido mordiendo las sábanas cuando le taladraba el culo a pollazos, otras se recomponía y alzaba el torso para acercarse a su boca y sentir el aliento de la gozada.

Era muy perrete cuando quería, pero aquella postura y aquel varón necesitaban ahora lo que él se sentía, ser su putita, dejar que fuera su dueño. Se colocó de lado para ver mejor ese cuerpazo de hombretón tan masculino arremetiendo sus entrañas. No pasó mucho tiempo hasta que pudo cumplir el sueño de sentarse encima de sus piernas clavándose dentro la pollaza.

Calzaba como un guante la muy puta y lo mejor era que por mucho que moviese el culo no se salía de lo grande y larga que era. Le había llevado a la habitación después de enamorarse de los movimientos de su trasero, pues ahí lo tenía, bailecito del bueno, contoneándose con su rabo dentro. Hasta ahora Guillaume había llevado la batuta y aún tenía parte de ella, pero sentir como ese culazo tan apretadito le pajeaba la polla, le estaba poniendo contra las cuerdas, llevando al límite.

Joaquin no dudó en que le había regalado algo de precum dentro, pudo corroborarlo al sacarse la polla del ojete para sentarse de espaldas, al pasear la mano por el rabo y notar que sus manos se llenaban de un líquido pringoso. Se tumbó de espaldas sobre el torso de ese machote, recogió las piernas y se quedó en volandas a su merced, con la polla clavada.

Empezó a meterle una empitonada culeando desde abajo y rellenó con un dedo el poco hueco que quedaba libre dentro de ese ojete. Tenía al chaval sobre su cuerpo, los dos abrazados de lado para verse las caras y sentir sus gemidos. Volvió a tumbarlo en la cama para que se deslechara la polla y cuando vio que se había quedado a gusto, se la sacó del culo y se dirigió hacia su cara.

Guillaume ya iba pajeándose con intenciones. Joaquin puso la otra mejilla y los lefotes empezaron a caer sobre su cara. Mientras se corría, él le besó los huevos de donde salía todo ese manjar que después Guillaume le ayudo a comerse, arrastrando la lefa con un dedaco hacia sus labios. Joaquin miró a los ojos de Guillaume y rechupeteó de buena gana el dedo lleno de esperma.

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