Le había seleccionado no sólo por lo bueno que era jugando al fútbol metiendo golazos, sino porque estaba relamente buenísimo. El míster Teddy Torres disfrutaba de las victorias, cuando todo el equipo al completo y la directiva se iban a los vestuarios a celebrarlo y aquello se convertía en un despiporre de tios desnudos con la chorra colgando y dando tumbos, olor a macho y a perfume masculino de los que salían de las duchas echándose desodorante en los sobacos, aftershave o colonia.
La vista y el olfato jugaban un papel fundamental para que se pusiera durísima bajo los pantalones, algo que intentaba disimular como buenamente podía sentándose en el banquillo, aunque pasándolas canutas. Su ojito derecho era Diego Reyes, al que quería convertir en la estrella del equipo y, si era posible, también de su corazón, o al menos de su culazo.
Avance «Take a Shot»
Era difícil pillarlo a solas en los vestuarios, pero ideó una sesión especial de entrenamiento individual para él y esperó a que fuera a cambiarse. Cuando Teddy entró, el tio estaba semi desnudo, con esa carita de guaperas irresistible, ojazos, un torso musculadito y perfecto y además no llevaba calzones bajo los pantaloncitos cortos, lo que le remarcaba la polla y los huevos cuando estaba sentado, todo comprimido. Se acercó para felicitarlo por su esfuerzo y no pudo evitar aproximarse para tocarlo.
Ante la sorpresa de Diego, el míster le cogió la mano y la condujo a su paquete que estaba ya empalmado. El que se llevó una grata sorpresa fue Teddy, que cuando ya esperaba el desprecio, lo que recibió fue todo lo contrario. Diego se puso de rodillas, hundió la cabeza en el paquetón y se lo mordisqueó como un animal, le sacó la polla y los cojones por la bragueta, le agarró la pipa como si fuera un micrófono y empezó a mamar con unas ganas inusitadas.
El míster se puso tontorrón cuando Diego empezó a subir hacia arriba camelándoselo a besos. Guapo y encima seductor. Le bajó los pantalones a Teddy dejando al descubierto unas hermosas pantorrillas y un culazo la mar de peludos, le dio la vuelta estampándole contra las taquillas y se la endiño hasta el fondo. El cabrón tenía fuerzas para follar como un perro aún después de la intensa sesión de entrenamientos. Teddy se tumbó en la banqueta y disfrutó de las vistas de ese machote futbolista machacándole el ojete con furia hasta que se corrió encima. Menudo goleador, en el campo y en la cama.