Chucho Martin debuta con el culazo bien follado por el pollón de Tim Kruger y haciendo pucheros con su lefa en la boca | Tim Tales

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Le hizo correrse con la polla penetrando su culo. En la habitación se mezclaban los gemidos y esa risa innata que a todos los tios nos entra después de descargar los huevos, como si una felicidad inmensa llegara a nuestra vida, con el ruido del plástico del condón, un rabo tan grande que pareciera que le habían puesto el preservativo a un bate y se lo estuvieran metiendo por el culo sin contemplaciones.

Tim Kruger se sacó el condón del rabo y empezó a masturbarse encima de la cara de Chucho Martin, que esperaba como un buen perrete espera un buen dulce después de haber estado a base de pienso un mes entero, con la boca entreabierta, sacando de vez en cuando la lengua y mirando fijamente el pedazo hueso.

El sentido del oído no le fallaba, tras el gemido de alerta, sacó la lengua y recogió con ella el primer lechazo que salía de la punta la polla. Como un cerdo, empezó a meter y sacar dentro de su boca ese lechazo blanquecino, al que se unían otro y otro más. El cabrón tenía la boca empachada en semen y al cerrarla le salió la lefa por toda la comisura, mientras seguía dando cariñitos y besos a su amada polla y se reía por la travesura, con todos los morros llenitos de leche.

Tim tenía todo lo necesario para que los perracos se lo pasaran de puta madre en su patio, lo principal un hueso largo, gordo, del tamaño de un antebrazo y con un buen par de melocotones. Daba gusto ver cómo los tios se ponían a mamarla mientras él permanecía sentado y con las piernas abiertas. Entre el quiero y no puedo tragarla entera, bocas abiertas de par en par intentando pegarse la comilona padre y la forma en que le repasaban con la boca todo el cilindro de principio a fin, haciendo una pausa especial en la huevera, aquello era para cascarse pajas y no parar, el sueño del voayeur del vecino, sin lugar a dudas.

Chucho se la cameló como le salió de la verga, le hizo de todo, desde darle besitos, rápidos lengüetazos en la raja del cipote, abrir la garganta para intentar conlarse lo máximo posible y chupar, metiéndole un buen agarre con la mano, pajeando y chupando, chupando mucho. Porque Tim ya era todo un experto, pero seguro que más de una vez estuvo a punto de dejarle la cara blanca al ver esos ojitos oscuros de cachorro mirando hacia arriba mientras le merendaba toda la polla. Cómo resistirse a tanto amor, si no fuese porque después le esperaba un buen culazo que follar.

La mano que le quedaba libre, Chucho la usaba para otro buen fin, darle a su propio manubrio, que iba bien servido el chaval. Demasiado guapo para ser cierto, Tim le hizo ponerse a cuatro patas para que siguiese mamándole la polla, una forma de tener esa guapísima cara dándole cera y a la vez ese imponente culo al fondo que era la octava puta maravilla del mundo, con un buen par de globazos y blanquito en comparación con el moreno del resto del cuerpo.

Se comía la polla como el que está comiendo su postre favorito sin fin, con la mirada fija, centrándose en el saborcito del rabo, en su grosor, su textura, en el contorno del cipotón, la rajeta y todo el puto rabaco entero. Las miraditas que echaba a su dueño con la lengua por fuera eran para darlo de comer aparte.

Donde estaba la cara, puso el culo. Lo penetró entero, lo penetró hasta los huevos que era lo que se merecía. Empezó lento, pero enseguida Tim metió la quinta marcha porque aquel culazo era tremendo cómo tragaba, se lo comía todo. Estaba acostumbrado a buenos pepinos, que lo sabemos. Chucho echaba la cabeza hacia atrás de vez en cuando, intentando ver cómo le enculaba.

Estar acostumbrado a meterse buenos pepinos no tenía nada que ver con aquello. Los pepinos los manejaba él, mientras que aquel pollón tenía vida propia y le estaba dando por todas partes. Dolor y gusto a partes iguales. Como un buen macho dominante, Tim le empalaba una y otra vez sin perderle de vista. Se había follado muchos culos como para saber meterse justo en ese punto intermedio de dolor con gusto sin que se convirtiese en dolor.

Al cambiar de posición y ser follado boca arriba, es cuando Chucho notó el poder de una polla gigante curvadita hacia arriba, al sentir el cabezón raspándote la mismísima próstata, con esa sensación que te hace cerrar los ojitos de placer y viajar a otro mundo, la razón por la que muchos no gustan de jugar a hacer trenecitos, porque como te toquen ese punto y a la vez estés pajeándote la polla o metiéndola en otro agujero, te deslechas a la de ya.

La polla ya le entraba de lujo, como Paco por su casa, así que se montó encima de ella y empezó a meterle una buena culeada pajotil, poniendo cara de perro rabioso y gamberro, azuzando bien al rabo que le iba a dar de comer. Tim hizo alarde de su gran envergadura y se lo puso encima en volandas con las piernas abiertas de par en par para inflarle el culo a pollazos.

El fragor de la follada ya estaba empezando a dejarse notar en la habitación. Un culazo empapado en lubricante natural, una pollaza encapuchada que se empapaba de ese lustre, el ruido del condón entrando y saliendo a sus anchas por el ojete, desde la punta hasta tocar fondo. Y el resto de la historia ya la conocéis, sólo tenéis que regresar al principio para descubrir lo fácil que es tener a un perrete contento.

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