[Fucker Mate] Esteban Orive se folla y riega de lefa a Max Duran con su polla gigantesca
Cuando uno entra en un local como Night Barcelona, en una de sus estancias, e hinca las rodillas en el suelo delante de una pared con un agujero, empieza una gran aventura de imaginación sexual en nuestra cabeza. De repente no haces más que pensar en la palabra «polla«, entras en una especie de nerviosismo causado por las ganas de chupar y llenarte la boca con ansias, e incluso por tu mente pasa la película entera de la mamada antes de que esta ocurra, incluyendo el final con la cara mojada y la boca rebosando de leche caliente de macho hasta saciarte.
Sí, cuando te pones delante de ese agujero esperas lo que esperas, un rabo gigante que sea capaz de desplazarte los labios de lado a lado, que te saque los ojos de las órbitan al verlo aparecer, que sea de dimensiones tan grandes que no sepas por dónde empezar, si pegar una relamida al tronco, pegar lenguetazos a la punta de un cipote de un grosor descomunal, metértela en la boca sintiendo cómo resbala cada centímetro hasta querer colarse por tu garganta o agarrarla como un salvaje y pajearla con las dos manos hasta hacerla reventar.
Altas horas de la madrugada en el Night Barcelona, casi a punto de cerrar. Max Duran se está tomando la última copa en la barra antes de irse a casa, pero lo que desconoce es que su destino inmediato no será precisamente su cama, porque entonces entra por la puerta un chavalito atractivo y delgado, Esteban Orive, que en lugar de ir a tomar algo se va directo a la zona en la que buscar un buen rato de sexo. Animado por el simpático camarero, Max decide regalarse un ratito de placer a ver qué descubre que pueda sorprenderle esa noche y persigue al chico hasta los glory hole.
Antes incluso de que pueda hincar las rodillas en el suelo, el chaval ya se ha sacado la polla y la ha metido por el agujero y entonces Max se da cuenta de que no ha perdido el tiempo. Lo que ve y enseguida coge con la mano empezando a pajear es una maravilla, un cilindro de los que uno espera encontrar saliendo por un agujero de estos, larguísimo y gordo. Ahora sí hinca las rodillas en el suelo y empieza a comer rabo como un jabato, soltando algún escupitajo que el pollón agradece y sus labios también, para permitirles resbalar con mayor comodidad e introducirse hasta dentro, cada vez un poquito más, de ese pedazo inmenso de carne.
Durante la mamada, mis ojos no pueden evitar fijarse en el cuerpazo de Max, en sus biceps fuertes mientras agarra la polla con el brazo, su culazo, uno de los que más me gustan que haya visto jamás en un tio, marcándose por debajo de los pantalones grises de deporte, me encanta porque se le dibuja la raja y ya sé cómo es y me vuelve loco y estoy deseando ver ya cómo un buen pollón lo nutre. Unas vistas desde arriba permiten ver lo que pasa a cada lado de la pared ficticia. Max dando cuenta de esa pollaza perfecta y Esteban pegado y apretando bien el culo para que todo su rabo traspase el agujero, poniendo caras de gusto sin poder ver cómo se la devora con vicio, pero imaginándolo y sintiéndolo en carne propia.
Max se despoja de los pantalones bajándolos hasta las pantorrillas y se casca una paja mientras sigue comiendo, hasta que la tiene suficientemente lubricada como para entrar en acción, entonces se pone en pie y sin soltar la polla de ese macho, se da media vuelta, encorva la espalda y la enfila hasta la entrada de su culo. Ahí está el tio, sin condón ni nada, agarrándola e introduciéndola poco a poco hasta rellenarse el agujero. A pesar de que se ve toda la secuencia de principio a fin y sin cortes, mi mente no consigue dar crédito a cómo el cabronazo ha sido capaz de meterse semejante cipotón, pero ha ocurrido delante de mis ojos y ahora ya está dando bandazos, chocando su pandero contra la pared y sintiendo cómo una buena polla forma parte de él.
Parece que los dos han tenido suerte de encontrarse esa noche, Max por encontrar un pollón como los que le gustan y Esteban por encontrar un culazo capaz de tragarse su enorme polla. Aunque ese rabaco y el culazo parecen hechos el uno para el otro, a Max aún le duele un poco, se la saca del culo y la deja cilimbreando de lado a lado sobresaliendo del agujero para delicia de nuestros ojos, un pollón dando bandazos, necesitado de una boca o un culo para calmarlo. Ya sin pared de por medio, sus dueños se conocen en persona y se saludan con un apretón y pajeo de rabos.
La cámara nos hace partícipes y se pone al otro lado del agujero, haciédonos sentir unos putos mirones, siendo observadores de lo que pasa al otro lado, de una follada increíble, de un pollón imposible penetrando un culo hasta el fondo. Max se agacha en varias ocasiones a regarlo con su saliva para que le entre mejor, una saliva que debe ser casi mágica, porque Esteban se la estampa hasta casi meterle los huevos. Debe estar encantado el chaval por encontrar un agujero adecuado para su tamaño, no suele ser así por lo común. Además ese culazo es maravilloso, con una raja pomposa perfecta para acariciar su tronco mientras entra y sale.
Las vistas desde abajo mientras se lo folla son de ensueño, es imposible no soltar una palabrota al ver esto, la enormidad de un pollón gigante y ancho literalmente casi arrastrando toda la piel del agujero del culo hacia adentro, intentando colarse y consiguiéndolo. Parece como si le costase al culo recibir y eso es algo que me encanta y me pone cerdo, el chaval aplicando fuerza con el culo, metiendo el rabo lento pero sin parar y el culo bien hinchado aguantando el embiste.
Esteban parece que alucina con ese culazo, tanto que llega un momento en que no deja que sea Max quien le ensalive la polla, sino que es él quien se agacha para meter los morros y perder la cabeza entre ese par de globazos irresistibles, contagiándose por el olorcito de su propio rabo que lo ha estado gozando dentro. Acaban como terminaron, separados por una barrera, esta vez de metal, con uno a cada lado, porque Esteban Orive tiene polla para eso y mucho más y es capaz de traspasar cualquier pared que se le ponga enfrente.
El final es simplemente alucinante, con Max a cuatro patas por los suelos, metiéndose un pajote y quitando la mano justo en el momento de soltar la leche, con una corrida libre, con la lefa saliéndole a espasmos y gemidos y cayendo a chorros, un macho bien corrido. Lo que ocurre a continuación es espectacular. Esteban se pajea el rabo a plena potencia y comienza a soltar chorros de lefa hacia arriba disparados hacia todas partes, regando a Max que no para de alucinar y gritar «hostia!! hostia!!» y de girar la cabeza de un lado a otro mientras ese pollón no para de escupir leche. Tras la tormenta, Max se acerca con cariño y se empapa la boca y la mano con las sobras de una maravillosa corrida.