[Lucio Saints] Kevin Santana se machaca su enorme pollón y se corre sobre su tabla de skate
Va, lo reconozco, me pone muy cachondo el sexo al aire libre, el poder comerme una buena polla mientras viene la brisa de cara, cuando hago que se corra y el puto viento arrastra todo el semen hasta mi cara y la ropa y entre risas hay que hacer después una buena limpieza. Me encanta sentir el frescor de la saliva endulzando mi polla, agachar la cabeza y ver cómo me la bombean, mirar alrededor y encontrarme en plena naturaleza o el morbazo de estar dentro de un lugar abandonado.
La cantidad de veces que he pasado por las pistas de skater a las afueras de la ciudad, esos chavales machotes y que van de tios duros con gorrita, piercing y tatuajes. Una de mis fantasías siempre ha sido que me llevasen varios de ellos contra las paredes llenas de graffitis, agacharme, que me rodeasen y poder sacarles las pollas largas y gordas pegándoles una buenas mamadas, pasando de una a otra, llenándome a dos manos a pajas y disfrutar como loco hasta terminar con la cara llena de lefa.
Kevin Santana es uno de esos chicos con los que siempre he soñado en esa fantasía. Tiene apenas 20 años y es de Alcorcón, Madrid, un tio desenfadado, piel morenita, atractivo, amante del skate y las chicas, aunque confiesa que la chica a la que más ama es a su tabla de skate porque es la única que se ha quedado con él todo el rato, así que para rendirle un buen homenaje, hoy le va a plantar encima todo su amor.
Con una naturalidad increíble ante la cámara, decide dejar de contar cosas sobre sus relaciones y empezar con el lío lanzando una sonrisa entre nerviosa y con ganas para su primera vez, se quita la ropa, se desbarata el pelo con las manos preguntando si sale bien como si estuviera delante de la webcam de su ordenador en casa y empieza a mostrar la materia de la que está hecho. Dice que las conquista por la labia que tiene y porque está muy loco y siempre va con chorradas, pero seguro que más de una se queda pillada del todo cuando descubren lo que tiene entre las piernas. Un pequeño magreo es suficiente para comprobar que lo que guarda bajo los calzones no es muy normal. Capaz de rellenar por completo toda la franja lateral de los slips hasta el final de su cadera, Kevin enseguida se la saca como si fuese a echar una meada, comenzando por dejarse libres los huevazos grandotes y después una polla flipante larga, dura y gigante.
Tiene una buena barra donde agarrarse, le encanta cogerla por la base y admirar su tamaño mientras la cilimbrea un poco comprobando lo dura que está. Anda que el cabroncete no habrá disfrutado de montones de tias que se han lanzado a comerle el nabo cuando se lo sacaba con semejante tamaño. Un puto imán para las bocas. Le encanta recorrerse el rabo con la mano lentamente, notando la presión de los dedos sobre la polla centímetro a centímetro, sentir cómo se desplaza el pellejo arriba y abajo dándole gusto. Tiene una buena longitud para pegarse un atracón de estos.
Acojonante el momento en que se quita los calzoncilos del todo, que le están metiendo presión sobre los huevos con la cinta, cuando con el movimiento se le queda el pollón suelto, tan gordo y grande que viaja de un lado a otro lento y pesado. Qué cachondo me pone ver pollas así de grandes meneándose. Cuando se pega con ella cachetes en el estómago, no puedo evitar pensar en poner mi cara ahí detrás recibiendo los golpes calentitos.
Totalmente desnudo, Kevin se acomoda y se casca una paja clásica de cinco contra uno en laque es difícil no sacársela y acompañarle, le da igual emplear una mano que otra, así no se cansa. Una paja que es puro arte, durante la que saca algún pensamiento a relucir y lo suelta por la boca, deseando tener una boca que se la chupe y sobre todo un culo donde meterla. Se levanta y se pone en esa posición en la que un tio empalmado marca la diferencia, cuando se la deja libre y dura mostrando su tamaño de perfil. Es ahí cuando la mente vuela y se hace la picha un lío intentando imaginar cómo algo tan grande y gordo puede encajar dentro de un agujero estrecho y más aún penetrarlo hasta el mismísimo fondo. Una puta maravilla de la naturaleza.
Ya empieza a sentir el gustillo recorriéndole el cuerpo, toda la presión concentrada en un lugar inexacto, sintiendo cómo le va a estallar por la polla. La descarga sobre su chica, con la que tantos buenos ratos ha pasado, metiéndole todo su amor en forma de disparos de semen, dejándola con un reguero blanco encima mientras por la raja del cipote le aparece un buen pegote de leche blanca que caerá en algún momento. Qué gustazo sería poder poner la cara debajo, sacar la lengua recreándose la vista con el pollón descargado y sentir después cómo cae encima esa última gota dulzona.