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Viktor Rom, Adonai y Maiker Mata se rifan el alucinante culazo de Jupiter Colt sin condones y le meten triple preñada | Fucker Mate

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Menudas tres pedazo de pollas tenía Jupiter Colt delante, a cada cual más grande y apetitosa. Los tres llamando su atención para que se acercara a divertirse. Viktor Rom meneaba su inmenso pollón de lado a lado, haciéndolo chocar contra sus muslos, Adonai hacía valer su condición de más dotado de los tres palmeando su gigantesca verga contra la mano. Jupiter cerró los ojos y escuchó el palmoteo. No sabía si todo eso le iba a caber en la boca, pero se lo iba a comer hasta con las orejas. Maiker Mata la tenía larga y durísima, una tranca de las que le apetecía meterse hasta los huevos.

Que estuvieran tan jodidamente cachondos, tenía mucho que ver con a quién tenían delante y es que Jupiter era un plato apetitoso de primera. Guapo, atractivo, todo un osazo cachas con un culazo de ensueño, bien varonil. El arnés remarcaba sus músculos y sus pectorales, mientras que la gorrita le daba un aire de malote que ayudaba a caldear el ambiente.

Caló cada pija por la punta y, dado lo grandes que eran, se echó la visera de la gorrita para atrás para empezar a practicar el noble arte de la mamada. Como preveía, se detuvo un rato más con la de Adonai. Por mucho que la mirara, jamás comprendería cómo un tio podía tenerla así de grande, y eso que todavía la tenía morcillona. El corazón se le aceleró pensando en cómo tendrían esos tios los miembros cuando estuvieran a pleno rendimiento.

La de Viktor le sirvió como campo de pruebas. Aparte de que él mismo se obligó a tragar a fondo, Viktor lo cogió con ambas manos de la cabeza y le trincó la boca a saco hasta posarle los huevos en la barbilla. No sin lágrimas en los ojos y conteniendo la resporación, Jupiter acababa de comerse lo más grande. Tomó aire bajando a comerle los huevos, succionándoselos y lamiéndoselos como un perrete.

Cómo se excitaban los cabrones, y eso que apenas acababa de empezar. Sólo esperaba que ninguno se le corriera antes de tiempo, aunque teniendo a ese tio guaperas con barbita haciéndote virguerías en la cola y los cojones, aguantar el tipo se hacía complicado de veras. Intentando repetir la hazaña de su colega, Maiker le penetró la boca y fue un paso más allá, aprovechando que no la tenía tan gruesa como este, para forzarle la garganta. Fue el primero en cruzar más allá de la campanilla.

A Jupiter le encantaba estar rodeado de pollas, muchas pollas, todas por él. En cuanto un tio le ponía a prueba, colándosela hasta los huevos, sacándole toda la hilera de babas colgando por su barbilla, despegándose al sacarla entre sus labios y el rabo, los demás querían hacerle lo mismo. Era la naturaleza misma del hombre ser un explorador y esos tres eran exploradores y excavadores también, porque hay que ver cómo hurgaban en su garganta.

Aunque la mamada estaba saliendo de lujo, Viktor reparó en algo más allá. El grandioso culazo de Jupiter le esperaba, llamando su atención poderosamente. Nalgas grandes y redondeadas, peluditas, brillantes, bañadas en sudor. Le inclinó sobre la cama y metió los morros en la raja pegándose el festín, antes de trincárselo a pelo con un buen pollazo inicial que dejó a Jupiter tiritando.

Un culo grande necesitaba pollas a su medida y esos tres daban la talla de sobra. Con las piernas ligeramente separadas, su culazo se convirtio en esparring de boxeo. Después de Viktor, entró Maiker, el más jovencito de los tres, a saco, aprovechándose de una fuerza desmedida, encajándosela hasta el fondo. Se fueron turnando para inflarle el culo a pollazos, follándoselo sin condones.

El que no le daba por el culo, le daba por la boca o se quedaba mirando de cerca a ese tiarrón corpulento, atractivo y vicioso a cuatro patas sobre la cama, con sus dos agujeros principales bien cubiertos. Un juguete sexual sobre el colchón con el que jugar a su puto antojo. Los tres independientemente eran buenos, pero formando equipo resultaron ser una bomba explosiva.

Le levantaron el culo en pompa, se subieron a la cama y le perforaron el ojete mientras otro se dedicaba a mantener su cabeza bien pegada a las sábanas pisoteándole por el cuello. Le agarraban por el arnés y le montaban a caballo. Le escupían en la boca, dándole a entender lo bien que lo estaba haciendo y lo cerdo que era, algo que él ya sabía.

Tras otro turno rápido de folladas individuales dándole por detrás y otra ronda de mamaditas para poner más lubricante sobre esas fornidas pollazas, se puso de lado sobre la cama y se dejó usar. Qué cachondos se pusieron penetrando con sus enormes pollas ese lugar de placer apretadito, con sus muslos bien juntos, mientras él se metía un buen pollón por la boca entre pecho y espalda.

Por si al lado de Viktor y Adonai se sintiera en desventaja por ser el más benjamín, Maiker reivindicó su momento de protagonismo y de qué manera, empleando toda la fuerza de su redondito y precioso culo para meterle una ristra de pollazos de vértigo que dejaron a Jupiter sin habla y perdiendo la gorrita por la cama de la fuerza con la que le dio. Vaya con el chavalín.

Demasiado tiempo tardaron en comprender que no tenía sentido esperar turno cada vez, que en ese culazo cabían dos pollas, dos tios contentos a la vez. Fue cuando Jupiter tomó asiento sobre las piernas de Viktor cabalgando su verga, cuando Maiker se tiró a la piscina, se subió a la cama y fue a ver si le cabía otra. De nuevo le arreó con tanta fuerza que la polla de Viktor se le salió del agujero.

Tanto Maiker como Adonai, vieron cómo ese culazo desvalijaba sus pollas sin control. Jupiter saltaba sobre ellos, en el momento de la corrida le instaron a retirarse, pero Jupiter siguió saltando y ocurrió lo inevitable. Con una cara de vicio y emoción inusitadas, Viktor pidió a Jupiter una cabalgaba para él solo. Quería que ese culazo grande le desnudara la polla, que se la cascara hasta que se le saliera la leche de los huevos sin poder hacer nada por detenerle. Dicho y hecho, Jupiter saltó pajeándole la pollaza con el culo. Como recompensa, se llevó otra buena preñada.

Al sacarla de su ano e incorporarse, de su ojete brotó una semilla blanca y espesa. Se llevó la mano a la raja del culo, lo rebañó con los dedos y se los llevó a la boca, saboreando el esperma de esos tres tios. Se puso de lado para que vieran cómo lo hacía. Una, dos y tres preñadas dentro de él. Orgulloso, se palmeó el culo y observó a los tios que lo rodeaban, todavía empalmados y pajeándose, como si todavía no hubieran acabado con él y quisieran más. Y no era de extrañar, porque gozarse a Jupiter era un puto vicio.

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