Derek Kage se lleva al jovencito Greyson Myles detrás de la caravana, se lo folla sin condón y se corre en sus morros, dejándole la boca rebosando lefa | Missionary Boys
Double Wide Part 4
Eddie tuvo que reconocerlo, la segunda vez que tuvo que dejar a solas al jovencito Greyson Myles con uno de los tios de las caravanas a los que trataban de llevar por el buen camino, no le costó tanto. Quizá porque ya se hubiera arrepentido demasiado de haber sido el responsable de llevarle por ese camino, o puede que fuera porque imaginaba que el chaval ya se las podía apañar solito, aunque lo más probable es que Eddie no tuviera tiempo de pensar en ello debido a que sus propios asuntos dentro de la caravana con Buck lo tuvieran bien ocupado en ese momento.
Derek Kage se llevó al chaval por detrás de la caravana, donde acumulaban basura y palés. Greyson comenzó a entender entonces cuán difícil iba a ser esa misión, con todos esos hombres que no paraban de hablar de sexo en cualquier contexto y situación, siempre tocándose los paquetes, siempre con los rabos tiesos bajo los calzones. Por otra parte, Greyson también comenzó a entender cuál era su debilidad, y que un tio apuesto, alto y con un buen rabo estuviera deslizando su mano por encima de la tela de los gayumbos, remarcándose el pene erecto y tocándole el hombro, mirándole fijamente, esperando que a bajara a chupársela, era algo ante lo que no podía luchar.
Esa parte de sí mismo que estaba empezando a descubrir, le excitaba. La endiablada manera en que de repente empezaba a sentir un cariño especial por el tio que tenía delante, lo sonrojada que se le ponia la nariz, su corazón latiendo a doscientas pulsaciones por minuto. Tener la cara de Derek delante, tan cerca, pidiéndole que se diera la vuelta y le enseñara el culito, era una orden que no podía incumplir.
Le dio la espalda y se lo enseñó. Poderosa arma tenía para llevárselos a todos de calle. Por segunda vez en su vida, al menos de la que él fuese consciente, Greyson escuchó un sonidito de aprobación a sus espaldas. Tras reclamarlo como suyo, Derek se agachó y empezó a comérselo. Greyson se preguntó si sería aquello a lo que llamaban felicidad, porque las sensaciones que sentía cuando un hombre le merendaba el ojete, eran de otro mundo. Derek le escupió poniéndole un buen charco de babas en la raja, revisó bien la mercancía pasando los dedos por encima de la entrada, arriba y abajo, arriba y abajo, notando el calor que emanaba del interior del agujero, lo suavecito que estaba, tanto que ya casi podía imaginarse su pollla entrando ahí y disfrutando.
Le pegó unos buenos lametones y se lo folló un poquito con la punta de la lengua, con la otra mano ocupada jaleándose la verga. El siguiente gapo fue a sus dedos y de sus dedos al rabo. Se levantó, empujó a Greyson del hombro para que se mantuviera inclinado hacia adelante y, gozándolo como un cabrón, disfrutó de las vistas de cada centímetro de su larga polla entrando a pelo dentro de ese culito pomposo.
Ese culo tan bonito le desarmó por completo. Empezó a follárselo metiendo barra hasta el fondo, haciendo chocar con energía sus caderas contra esas nalgas. Greyson soltaba gemiditos de dolor y gusto, mientras su cara reflejaba la cara de felicidad de un auténtico pervertido que estaba en su salsa. Esa mezcla entre candidez y cerdaco, fue la que llevó a Derek a reventarle por detrás con todo lo que tenía.
Lubricante no le faltó para hacerlo, sólo tenía que sacar el rabo, no del todo, dejando dentro la punta, y soltar un gapo desde arriba bien certero para seguir con la marcha. Greyson se dio la vuelta, se agachó y le comió toda la polla. Derek aprovechó para quitarse toda la ropa menos la gorrita. Se quedó desnudo delante del chaval, le pasó las manos por la cabellera rizada, obligándole a mirar hacia arriba mientras le chupaba le rabo, le agarró de los pelos e impulsó su cabeza hacia adelante y hacia atrás haciendo que tragara.
Le folló la boquita, le puso a comer huevos y después tomó asiento en una improvisada silla, apoyando la espalda en la caravana, con el pene en la mano, bien duro, mirando al chico, esperando a que fuera hacia él. Greyson volvió a dar la espalda a Derek y se empaló sobre esa larga pollaza, hundiéndola dentro de su culo. La masturbó con su delicioso ojete, dejando que Derek se pusiera a tono admirando ese culete que tanto le había molado. Greyson estaba empezando a comprender qué cosas les gustaban a los hombres.
Entre llantas, palés y una barbacoa, Derek extendió una vieja alfombra. Greyson se tumbó en ella abriéndose de piernas para que Derek entrara con toda su fuerza de rodillas frnete a él. Sería por la postura, que sus piernas estaban más juntitas, pero esa fornida pollaza le entró más ajustada que nunca. Podía sentirlo, podía verlo, entrando y saliendo más lentamente, y cuando salía, la piel alrededor de su ojete pegada al contorno del rabo.
Ahí estaba otra vez, sin poder contenerse. Las sensaciones se acumularon en la cabecita de Greyson y para ellas sólo había una salida posible. Ese tio guapo metiéndose dentro de él, su mirada, lo mucho que deseaba su culo. Greyson se pajeó la polla, tembló de gusto y se soltó la leche encima. El puño, toda la base de la polla por debajo del ombligo llena de mecos espesos y blanquitos como la nieve. Derek todavía estaba metido dentro de él.
Se inclinó para sonreirle. Le metió un dedo en la boca, soñando con cómo sería correrse en esa carita de cerdaco inocente. No tendría que soñar, lo haría. Se puso en pie y se pajeó apuntando hacia la cara de Greyson. Le plantó todo el semen en la boca, en abundancia, tanta que cuando a Greyson le dio por cerrarla, rebosó toda la lefa de entre sus labios y, al volver a abrirla, la lechecita se despegó entre ellos colándose de nuevo dentro de su boca, cayendo como leche condensada entre sus dientes.
Derek se la estrujó hasta sacarse el último aliento, observando los morros del chaval, con la barbilla llena de esperma, colgando de ella con unos buenos goterones. No pudo quitarle la vista de encima durante un buen rato, observando su obra, al chico relamiéndose, sonriendo, cogiendo algún lefazo con los dedos para quitárselo de encima.