El guapísimo chulazo Marc se desnuda completamente en los baños | The Male Muse
Suelo entrar a estos locales para desconectar, para divertirme, practicar sexo con otros hombres sin atarme a ninguno. Puede que alguna vez me haya encaprichado de alguno por lo bueno que estaba, haberme quedado con las ganas de repetir, pero nunca antes había tenido tal conexión sólo con la mirada como para casi llegar a enamorarme de uno de ellos.
Ocurrió al pasar por los baños. En uno de los retretes había alguien, miré para un lado y ahí estaba Marc, tan bien plantado, mirándome con esos ojazos, esa cara guapísima, esa barba, ena nariz, esos labios, un torso cachas, varonil, tatuado, peludito. Esa fina línea de pelos que nacía entre sus pectorales y que se hacía más gruesa, más vasta, a medida que se introducía más allá de sus calzones amarillo chillón donde ponía «adicto».
¿Adicto a qué? A calentar a los tios, porque no me hizo falta buscar más. Me metí dentro, le lamí los sobacos como un cerdo y de ahí acudí a sus labios sin dejar de mirarle a los ojos mientras nos morreábamos. Le quería dentro de mí. La tenía dura. Le bajé los calzones y le ayudé a metérmela. Qué sensación de felicidad tan tremenda, sentir su polla larga, dura y caliente barriendo mi interior mientras me enamoraba perdidamente de esa cara tan guapa y sentía su respiración agitada a un palmo de mi boca.
¿Era acaso esa la sensación del amor? Esa que nunca había sentido y que tampoco había buscado. Cada vez gemía más rápido, a punto de correrse. Me puso las manos en el culo intentando retirarse. Le agarré por las muñecas y se las quité de encima. Impagable su cara de sorpresa, aunque me costaba creer que ningún tio que hubiera pasado antes por sus manos no hubiera querido que lo preñara. Lo quería todo de él, hasta su leche caliente fluyendo por mi agujero.