Viktor Rom empotra al jovencito Eloy Lopez sin condón en el rellano de las escaleras | Lucas Entertainment
Big Dick Energy
Vacaciones en un resort, presiones fuera, mente abierta y la sensación de que hay un mundo enorme por descubrir de nuevas experiencias. Eloy Lopez se enchochó con ese macho que marcaba pectorales bajo la camiseta blanca de tirantes, también con la idea de que si su intuición no le fallaba, tendría una buena tranca, que era lo que le apatecía. Viktor Rom se encaprichó de un jovencito guaperas y, al fijarse más en los detalles, no iba a parar de cortejarlo hasta probar con sus labios ese pezoncito que se le escapaba por el lateral de la camiseta abierta.
A Eloy nunca antes lo habían besado así como lo hizo ese hombre, arropando su boca entre sus labios sin dejar hueco libre y luego metiéndole la lengua hasta el fondo y agarrándole por el cuello, dominándolo. Vaya, pues sí que le quería. Él no se quedó quieto, le plantó la mano en el paquete y se le pusieron los mofletes rojos al palpar aquello que no pudo abarcar porque era impresionantemente grande.
Unos segundos después, cada uno tomó del otro lo que quiso. Viktor levantó la camiseta del muchacho y se enfocó en saborearle y volverse loco con ese pezón que tanto quería probar de primera mano y Eloy se agachó para meterse en la boca y mamar el pollón más grande de su vida, uno que superó sus expectativas, demasiado gordo y grande como para ser de este planeta.
Lo hicieron en el rellano de las escaleras, sin importarles quién pudiera sorprenderles. A Eloy no le habían abierto nunca el culo de esa manera, era demasiado joven. La sintió tan grande, tan dura, tan bestia dentro del agujero, sin chubasquero, que estaba Viktor metiéndosela como un señor, empotrándolo contra una esquina, pajéandole la polla, y Eloy se corrió encima soltando un buen chorrazo que salió disparado hacia su pecho. Viktor quiso más y lo tuvo. Un huésped contó después que vio a ese chaval aguantando una embestida, su colita larga entre los barrotes de las escaleras, moviéndose alegremente, tan guapo y buenorro que era normal que acabara en manos de un tio que supiera cómo follárselo como merecía.