El guaperas King Scot come polla y da culo a pelo como moneda de cambio por un aparcamiento | The Bro Network
Paying Ass Up For Parking
Ya estaba ahí el buenorro de su vecino. La de pajas que habían caído imaginándose los ojazos de King Scot, escuchando los gemidos de los tios y las tias que se follaba el colega, una o uno diferente cada noche, al otro lado de la pared. No eran pocas las veces que el vecino se había abierto de piernas y se había metiod bien el dedo imaginando que tenía a ese chorvo encima.
Tras aparcar, le pilló subiendo al piso, abrió la puerta y se arriesgó, diciéndole que acababa de aparcar en su sitio y que si quería mantener ahí el coche tendría que pagar, pero no con dinero, sino con otra cosa. Se sacó el rabo de la bragueta y el chaval, puro sexo, aceptó encantado sin hacer preguntas. Al vecino jamás se le olvidaría la imagen de Scot agachándose, mirando hacia abajo, hacia su polla erecta, girándose la gorrita para que no molestara al chupar. Al hacerlo, pudo verle los pelos del sobaco, el pelito revuelto en su cabeza, tan mono que estaba deseando probar su boca.
Casi se corrió cuando sacó la lengua y le chupó el rabo de abajo a arriba mirándole desde abajo con esos tiernos ojazos azules. Se lo llevó a la habitación. Scot se sabía le camino. Puede que él también estuviera deseando ese encuentro desde hacía tiempo. Al entrar, Scot fue directo al dormitorio, se puso a cuatro patas, descubrió su irresistible pandero y giró la cabeza para mirar hacia atrás, para ver la reacción de otro hombre que caía rendido ante sus encantos.
Ese culazo era flipante. Blanquito, suave, con un agujero morenito y super grande que parecía que lo estuviera llamando a gritos. Tras darle una paliza con el rabo en las nalgas, se la metió y se le quedaron los ojos en blanco al sentir el apretón de su ano. Ese cabrón no paraba de girar la cabeza para mirar a su vecino, no dejaba de sonreir y cuanto más sonreía y miraba con esos ojazos azules, más ganas entraban de reventarle el ojete.