Allen King se abre de piernas para que el apuesto Lobo Carreira se lo folle a pelo por San Valentín | The Bro Network
She Dumped Me!
En el fondo, Lobo Carreira pensó que se merecía que su chica le hubiera dejado tirado en plena celebración de San Valentín. Le gustaba demasiado follar y a día de hoy no se conformaba ya sólo con ellas, sino que recientemente había dejado de reprimir su gusto por los hombres, lo que hacía la relación entre los dos si cabe más complicada.
Tan guapo que se había puesto él, con sus pantalones negros de vestir ajustados, acompañados de una camisa lisa del mismo color, todo luciendo en ese cuerpazo de la hostia que Dios le había dado. Miró el ramo de rosas sobre la mesa y negó con la cabeza mientras escribía desconsolado a su amigo Allen King, que en ese momento estaba desayunando:
Lobo: Ha roto otra vez conmigo, bro! Piensa que la estoy engañando con otra!!!
Allen: Bro, lo siento. Esa mujer no está bien.
Lobo: Que la follen. ¿Qué estás haciendo ahora? ¿Puedes venir?
Allen: Por supuesto. Estaré allí en 20 minutos.
Al verle aparecer en el rellano de las escaleras, Lobo volvió a sonreir. Siempre le alegraba ver a su mejor amigo. Allen se fijó en las rosas. De ninguna forma iba a dejar que las tirara o que se echaran a perder. Se le ocurrió una idea. Aunque su colega estuviera en medio de una ruptura, podrían celebrar juntos el día de la amistad. Es más, si Lobo quería, podían ser algo más que amigos. Allen ya sabía de sus nuevos gustos y estaba deseando probar sus labios. Por lanzarse no iba a perder nada.
Le preparó un baño con pétalos. Lobo no sabía cómo agradecerle que se hubiera portado tan bien con él, así que sólo se le ocurrió inclinarle y darle un beso. En la boca. Los dos se quedaron extrañados y desviaron sus miradas, pero Allen pensó «a tomar por culo, qué bueno está» y, deseando que Lobo le follara todos los agujeros de su cuerpo, se lanzó hacia él y le pegó un buen morreo.
Comenzaron a desnudarse para entrar en la bañera. Cuánto había deseado ese momento. Lobo se desabrochó la camisa dejándo su pecho al descubierto. A Allen empezaron a temblarle las piernas de emoción al ver ese torso desnudo, tan viril, con los pectorales y el six-pack bien marcados bajo esos pelazos. Se encargó de quitarle la camisa por completo, descubriendo sus anchos y fornidos hombros, y de bajarle los pantalones.
Su rabo tenía la forma de una rica banana morenita, algo morcillón y colgando hacia abajo. Allen se puso de rodillas y se la metió en la boca, degustando entre sus labios esa piel que recubría el pene, tan suave y resbaladiza. Admiraba a los tios que tenían esas pollas tan bien lubricadas por naturaleza. Mirar hacia arriba y encontrarse la cara atractiva de Lobo y ese cuerpazo musculoso le ponían bien cachondo.
Él también se quitó los pantalones y se levantó. Por fin estaban los dos desnuditos y gozando a solas. El rabo larguísimo de Allen estaba super empinado. Lobo le sacaba media cabeza de altura, así que su pene se quedó rozando el muslo de su amigo, antes de que este se diera cuenta de semejante dote y se la blandiera con la mano para hacerle una suave pajilla.
Allen bajó de nuevo a comerle la pija y se la siguió desayunando en la bañera. Cada vez más larga y más dura, le encantaban los rabos que le entraban tan bien por la boca, como si no costara a pesar de ser tan grandes. Que ese pollón no parara de crecer se debía en parte a que Allen estaba a cuatro dentro de la bañera, con su culito respingón, blanquito y redondo sobresaliendo del agua. Lobo estaba deseando follárselo.
Eso tendría que esperar. Allen demostró no sólo ser buen amigo en el terreno sentimental, también en el sexual, besando y lamiendo cada parte del cuerpo de Lobo con ansias y muchas ganas. Por eso le gustaba más hacerlo con tios, porque en ellos podía ver una atracción especial que se hacía patente, algo que era más complicado de aprecias en las chicas. Se sentía amado.
Cuando Lobo se puiso de pie junto a Allen dentro de la bañera, le cogió la polla y empezó a meneársela, Allen se puso perraco. Joder, menudo tiarrón, vaya pedazo de chulo. Mira que Allen la tenía larga, muy por encima de la media, pero es que en manos de ese hombretón todo se hacía pequeño, hasta él mismo en todo su ser. En cuanto sintió una mano grande y caliente rozándole las nalgas, separó las piernas y se dejó hacer cositas.
Qué poquito le iba a costar abrirse a ese macho. Ya estaba abierto para él. Le dio la espalda y se lo entregó todo. Lobo fue pausadamente, pegándole un cachete en las nalgas, agachándose, besando su culito rico por todas partes, repasando el agujero con la lengua, cogiéndole la huevera, pasándola entre los muslos y succionándole las bolas, comiéndole toda la minga bien larga.
Unos buenos escupitajos, una penetración a base de lengua. Tras la triple comida, Allen estaba excitado. Le necesitaba dentro de él. Por el reflejo del cristal del cuatro de baño vio cómo Lobo se levantaba. Allen sacó una pierna fuera del agua y plantó el pie al borde de la bañera, se agarró un cachete con una mano para abrirse el culete un poco más y miró atentamente a Lobo mientras le penetraba. Su cara guapa, sus pectorales, su torso firme y peludo. Le dejó entrar con todo y lo disfrutó como nunca.
Qué buen fornicador, qué buenísimo que estaba. Cada vez que Allen giraba la cabeza para mirarle, se volvía loco. No le cabía en la cabeza que una tia pudiera pasar de un hombre así. No te dejaré nunca solo, te quiero siempre dentro de mí, se repetía Allen en su cabeza. Un chulazo así era una gozada para la vista y para los sentidos. Bastaba mirarle a la cara para que la polla se le pusiera tiesa y el culito se le abriera de par en par.
Al menos durante unos breves momentos, Allen pudo fantasear con poder follárselo también. Lobo se puso de pie y se dio la vuelta. Se dejó comer el culete, que por supuesto también era perfecto. Hasta se lo dejó escupir y acicalar con la lengua y Allen pensó que cuando Lobo se sentó al borde de la bañera, su siguiente movimiento iba a ser abrirse de piernas.
Hubiera sido una gozada total, pero todo a su debido tiempo. No era el momento. Lobo se había sentado, porque quería que Allen le cabalgara la picha. Todavía no estaba preparado para intoimar frente a frente. Se sentó dándole la espalda pero aferrado a su cuello, para no perder el equilibrio mientras se la jodía con ese pedazo de culo y la polla haciendo molinos de viento.
Tomaron un descanso antes de volver a follar en el salón. Lobo se agachó en la bañera y le comió toda la polla a Allen, que estaba excitado viendo esa carita devorando su miembro viril, rozándose contra su bigote y su barba, llenándole los mofletes de rabo. Allen se abrió de piernas en el sofá, guiándo un ojo a Lobo cuando este se la metió a pelo.
En esa postura podía verle enterito de arriba a abajo. Estaba buenísimo. No tenía que haberle puesto un pie encima del torso, porque al sentir bajo la suela esos abdominales duros y calientes y rozarle con la punta del dedo gordo el pezón durito, la leche empezó a acumularse en sus pelotas. Completamente abierto y con el agujero bien follado y cubierto, se lanzó una paja con los lechazos saliendo disparados hacia el suelo, su antebrazo y su muslo.
Lobo salió de su culo. Le hubiera encantado que hubiera llegado hasta su cara, pero se corrió de camino a casa, dejándole todo el muslo cuerto con su semen espeso y blanco, colgando por la pierna hasta los pelos de la base de la polla. Allen se fijó en esa polla ahora algo rojiza, bien lubricada y con capucha. Deliciosa. Si una tia era capaz de dejar a Lobo, lla se lo perdía.