Portar maletas, coger las llamadas de los huéspedes atendiendo sus solicitudes, dar habitaciones. Enseguida a Manuel Reyes se le quedó pequeño su trabajo. Cada vez que un chulazo se presentaba frente al mostrador, sentía la imperiosa necesidad de darle su culo para que se lo follara. Tenía un apetito sexual voraz que no se saciaba con nada ni con nadie.
Por eso no se lo pensó dos veces cuando le ofrecieron una plaza en el Hotel-X, donde podría satisfacer a los clientes colándose en sus habitaciones y brindándoles una fantasía. Los tios fáciles le hacían pasar un buen rato, pero con el tiempo sus gustos se volvieron más exquisitos y comenzó a buscar a hombres que se le resistieran. Se fijaba en esos que parecían más timiditos, o en los que iban de formales vestidos con traje y corbata. Nada le apetecía más que sacar la fiera que llevaban dentro y descubrir su lado más salvaje.
Sabía cómo despertar ese lado animal. Con Damon Heart sólo tuvo que hurgar en su maleta para encontrar un dildo que llevaba dentro, negro y largo, con el que seguro se pegaba unas buenas sesiones mamándolo y metiéndoselo por el culo. Joder, cómo le cambió esa cara de buenecito cuando vio su juguete en manos de otro. Se abalanzó hacia Manuel, le empotró contra la pared y le puso una mano en el cuello.
Ahí estaba el animal, marcando territorio y era entonces cuando Manuel se ponía cachondo del todo, cuando ese tio le obligó a comerse el dildo entero hasta los huevos, el rabo negro de goma deslizándose por su garganta, cuando le empujó por el cogote para que se agachara, se sacó el rabo tieso por la bragueta y le devoró la polla bien larga y dura.
Un abrazo, las manos calientes rozando sus nalgas, acercándose a su raja. Las yemas de los dedos desplazando sus cachas, rozando su sensible agujerito hasta hacerle gemir como una putilla barata. Saliva, morros, un dedo, dos dedos, tres dedos, cuatro dedos, la mano entera explorando su caverna y después el monstruo entrando dentro, una polla bien dura atosigando sus entrañas. El animal escupiendo leche, ensuciándole el chaleco de trabajo.
