Apolo Adrii y Roque Rems meten doble polla sin condón a Steven Angel y le meten lefa en la cara y por el culo | Lucas Entertainment
Bathhouse Barebacking
Se levantó mucho más caliente que otros días. La llegada del calor asfixiante de una noche de verano, hizo que Steven Angel retozara sudando por encima de las sábanas, tocándose la colita, rebozando su polla erecta por la superficie del colchón. Estaba más salido que el pico de una mesa. Con la llegada de la suave brisa matutina, sus ganas de sexo aumentaron y decidió echarse a la calle a ver si en la casa de baños exclusiva para hombres encontraba a un buen grupo de perracos que le dieran rabo y leche.
A esa hora no había mucha afluencia, pero no pudo tener mejor suerte, porque los dos que se encontró nada más entrar eran su tipo. Apolo Adrii le enamoró a primera vista. Eso de que un tio fuera atractivo, con carita de malote, cuerpazo y que encima tuviera la pija tan larga y grande como la suya, destacando ahí bien, colgando entre sus piernas, le puso cachondo. Al otro lado, tomando una ducha, estaba Roque Rems, un chulazo cachas, tatuado, con unos pectorales de lujo y una polla erecta que sobresalía a lo grande de la selva de los pelazos negros de la base de su rabo.
Hincó las rodillas en el suelo, miró a uno, luego al otro y los dos entendieron dónde debían dirigir sus pasos. Se acercaron y le dieron de mamar rabo. Roque fue el primero en coger su culo. Sin condón le metió toda la polla y empezó a darle por culo ante la atenta mirada de Apolo, que se estaba pajeando viendo la follada. En su turno, Apolo gozó de ese culo traicionero, porque parecía que estaba bien abierto, pero resultó ser toda una trampa mortal para los rabos como el suyo bien grandes, porque entró más justa que la hostia.
El ansia viva de Steven fue a más, tanto que no pudo sorportar ver cómo uno se la cascaba mientras le otro se lo follaba, así que permitió a los dos entrar dentro de él. A la vez. Dolía, pero qué gustazo le daba tener dos pollas enormes dentro de su ano. Apolo y Roque también l estaban pasando en grande, pues a lo apretado del agujero, se sumó el gustito de sentir cómo otra pija se frotaba a lo grande sobre la tuya llevándote al límite.
Ese cerdo se corrió encima, manchándose el muslo y poniendo perdido de lefa a Apolo, que vio cómo su pierna y sus pelotas se nutrían de la leche de otro macho. Como venganza le preñó el culo hasta depositar toda su lefa dentro de él. Roque le volteó la carita y se corrió en su cara. Ese cabrón volvería a casita con dos buenos regalazos en el culo y en la boca, relamiéndose como un perro.