Así le gustaban a Ray Crosswell, delgaditos, de cuerpo atlético y pollones. Mientras Niko Demon se agenciaba su culazo a dos manos por encima de los vaqueros, él echó mano a su paquete palpando el contorno de una polla bien tocha. No fue hasta que se sentó en el respaldo del sofá que había justo debajo de un cuadro de la ciudad del amor y se bajó los pantalones del chándal, que descubrió lo que verdaderamente tenía ese gañán entre las piernas.
Que se había puesto cachondo mientrads le sobaba el pandero no le quedaba duda. Tenía el pollón hacia arriba, duro como una estaca, gordísimo, brillante, recorrido por un montón de venas que lo hacían incluso más apetecible de lo que ya era y como colofón un cipote despampanante que pedía a gritos que se lo comieran. Ray se metió entre las piernas de Niko y le jaló toda la picha.
Gozaba de unas buenas tragaderas, pero esa polla se resistía a entrar hasta el fondo de su garganta por ser demasiado larga y gorda. Disfrutó de cada centímetro de ella, de ese momento embriagador en que la sacaba de su boca y sostenía el cipote sobre el labio superior, sintiendo el roce de la raja del capullo sobre los pelillos negros de su bigote.
Tras un rato mamando y atosigando su garganta intentando meterse ese palo duro hasta el fondo, a Ray también se le había puesto el pito bien duro y el culo en pompa esperando rabo. Un culazo que no pasó desapercibido para Niko. Redondo, blanquito, sobresaliente. Niko lo tenía todo largo y sus brazos y sus dedos no eran menos. Alargó el brazo y le hizo unos dedetes al chaval introduciéndolos por su rajita. Quedó más que encantado con el tacto, con la esponjosidad, con lo apretadito que estaba.
Miró hacia abajo y vio su rabo duro y mojado, lleno de babas. Encontró el momento perfecto para bajar a besar a Ray y compartir juntos el saborcito a rabo de macho que había dejado en su lengua y en su boca. Como una pareja de enamorados recorriendo los campos elíseos, Niko se llevó a Ray a la habitación de matrimonio abrazándole y protegiéndole por detrás bien pegados, dando pasitos juntos, los dos desnudos, rebozando su polla erecta por esas cachas.
Allí le dio rabo. Le plantó a verga encima de la jeta y le puso a comer huevos rellenándole la boquita con sus dos pelotazas. Guapo y mamón le había salido. Recompensó el esfuerzo como a un perrete que cumple sus órdenes, cada vez que se la metía a fondo, dándole unas palmaditas en los mofletes. Siempre se quedaba a punto, a apenas un par de centímetros de la gloria, así que lo intentaron de otra forma ya que tantas ganas le tenía.
Ray se tumbó en la cama y dejó la cabeza justo en el borde. Niko se la folló introduciendo por ella todo el palo duro. Al principio parecía que la cosa iba a peor, que apenas podía tragarse la mitad del rabo, pero en cuanto Niko cambió el grado de inclinación de su mastodóntica polla, todo cambió, se la enfundó hasta las trancas y logró aplastar sus cojones contra el bigote.
Un par o tres folladitas bien a fondo, Ray giró la cabeza para tomar aire. El pollón de Niko se quedó durísimo erecto entre sus piernas y una hilera de babas quedó colgando entre su pene y la boca de Ray que se recuperó lentamente del ahogo. Repitieron de nuevo un par de veces. Cada vez se le daba mejor, pero Niko necesitaba urgentemente pinchar ese culazo.
Se lo puso hacia arriba y lo miró desde varios ángulos. Le pareció perfecto desde todos ellos. Escucpió en el agujero, le metió dos dedos deleitándose con el calor que desprendía, con la forma en que se los atrapaba con sus paredes. Se puso de pie en la cama dejando el culo entre sus piernas, enfiló el rabo hacia abajo dispuesto a taladrarlo con su verga y le presentó el cipote.
Lo dejó un ratio ahí dentro, convencido de que Ray se acostumbraría a él en segundos. Tenía el agujero tan apretado que a cada centímetro que metía se le arrugaba la piel de la polla que se retraía hacia atrás. Finalmente el ano de Ray cedió, se la tragó enterita y Niko pudo follárselo a pelo. La postura con la espalda hacia arriba permitía a Ray ver toda la escena sin perderse nada. La cara atractiva de machote de Niko que se relamía con su hazaña mirando su polla y el agujero y a veces a Ray a los ojos, su cuerpazo tatuado, su larga minga penetrándole.
A pico y pala, menudo empotrador estaba hecho Niko. Ver su polla larga y cilíndrica entrando y saliendo entera por el agujero era algo casi hipnótico. La taladradora humana se convirtió en amante y se lo folló como un misionero, luego Ray se puso de lado juntando las piernas y el grado de dureza del pollón que Niko le estaba colando le hizo descubrir nuevos puntos de su propia anatomía interna que tocaron el alma.
Cuando se los tocó con el rabo, Ray creyó que se moría de gusto. Unos gemiditos agudos e incontrolables salieron de su boca. Ray no sabía si frenarle o dejar que siguiera matándole de placer. Tenía la mano abierta a punto de tocar su muslo para pararle los pies, pero prefirió que se lo siguiera follando y le jodiera el culo como ningún otro hombre lo ha bía hecho hasta ese momento.
Para cuando se puso a cuatro patas y se dejó dar por culo, esa figa ya entraba con comodidad por su agujero. No quedó recoveco por explorar, se lo había follado en 360. Entonces Niko le empujó para que Ray cayera de bruces bocabajo sobre la cama, encajó el culazo entre sus muslos, se puso encima de él en posición de flexiones y le metió otra machacadita que le dejó KO.
Com regalo, Ray se sentó sobre sus piernas y le masturbó la tranca con el culo. Poco duró. La fuerza interior de Niko superó todas sus expectativas y enseguida tuvo las dos manos cogiéndole de las nalgas, estirándoselas con fuerza hacia afuera para desplegarle bien el ojete y recibiendo una impresionante culeada desde abajo. Ray le dio la espalda y, empalado en ese pollón, se cascó una paja dejándose un buen rastro de leche deslizándose entre sus dedos y cayendo a goterones sobre las sábanas.
Después de correrse, con la mano llena de esperma, Ray giró la cabeza hacia atrás y se llevó los dedos cubiertos de semen a la boca, para dejar claro a Niko lo que le gustaba. Pero Niko tenía otra cosa en mente. Quería correrse sobre ese culazo tan bondadoso. Se pajeó encima de él, le soltó la crema en el cachete diestro y, cuando todavía le quedaba paja por soltar, se la volvió a meter por el fondo del agujero. Al sacarla, Niko disfrutó del tacto suave de esa raja cubierta de semen y sudor y le cascó un escupitajo encima.