Risueño y atractivo, enamorando a la cámara cada vez que sonríe, Andre Grey se siente como en casa en sofá ajeno. Va de sport, con calcetines conjuntados con el color principal de su camiseta de béisbol de media manga. Pelo y barba desaliñados bajo una gorrita que lo hace más sexy y una mirada decidida de ir a por todas. Desinhibido, reconoce uno de sus fetiches. Le encantan los daddys, relaciones intergeneracionales, ver a uno follándose a un chavalín. Miro su paquete. Después de pensar en esa guarrada, debe estar poniéndosele morcillona.
Se han atrevido a compararlo con el mismísimo Tommy Defendi y cuando se pone en pie para sus primeras fotos, con el torso desnudo y sin gorrita, aunque diferente en envergadura, razón no les falta a quienes lo piensan así. Habrá que ver si de cintura para abajo anda igual de bien dotado y por supuesto si los fuegos artificiales del final son igual de espectaculares que los del americano.
Tan natural por dentro como por fuera, su torso masculino es el de un auténtico machote, con pelito de pecho lobo y una línea de pelillos que cruzan en línea recta y vertical la mitad de su abdómen, surcando el inicio de lo que podría ser una buena tableta de chocolate para zamparse. Se lo quita todo y se queda completamente en bolas en la habitación. La polla le cuelga que es una joyita, rebotando sobre unos generosos y grandes cojones, el izquierdo más aventajado, como debe ser.
Se sienta y se le va poniendo morcillona. Aprieta el culete haciendo que su rabo cobre vida propia. Ahora, algo más grande y gordo, reposa sobre su muslo. Se la coge y empieza la paja. Después de un rato magreándosela, se levanta y la deja colgando, meneándola como un badajo de lado a lado. Ahora ya ha crecido el doble que antes de tocársela.
Venosa y super gorda, un plano contrapicado desde abajo deja ver la voluminosidad sin par de su miembro viril. Un misil destrozaculos con el que cualquier pasivazo desearía calentarse la boca, las manos y el ojete. El cabrón le da un buen repaso a la polla con su mano lubricada en aceite. Se pone cachondo con el soniquete de la fricción, tanto que gime y tiene que dejar de mirar y respirar hondo para no correrse.
Ya no baila tanto la polla. Ahora está mazo dura y por mucho que mueva las caderas el rabo permanece quieto y tieso. Vuelve al sofá a cascársela. Se sienta como si tuviera un coleguita al lado, pasando un brazo por detrás del reposacabezas. Con gusto muchos nos sentaríamos a su lado, pero para retirarle la mano y seguir masturbándosela hasta llenarnos la mano de paja.
Ahora se pasa el brazo por detrás de la cabeza. La mezcla es explosiva. Sobaco peludete, barba y bigote, pelo desaliñado como si acabara de despertar, mirada de vicio, polla hiper mega gorda. Apetece sentarse encima de sus piernas y clavársela enterita mientras le morreas a lo loco perdiendo la cabeza y la compostura. Sacarle la leche y comérsela. Es lo mínimo que merece un cerdaco así.
No tiene tiempo de ir a la mesa a por más lubricante. Encorva la espalda y se escupe encima de la polla. De empotrador es un lujo, pero, ¿y qué tal se manejaría con un dildo del tamaño de su nabo? Lo pone en el sofá y se lo clava por el culo. Lo tiene tan estrecho que apenas pasa la puntita, pero el gustito que siente va haciendo el resto. Un meneíto y ya lo tiene, el dildo hundiéndose en sus entrañas.
Parece que el juguetito le ha gustado y no hace otra cosa que metérselo mientras sigue con la paja y gime como una buena putita. Se lo traga por completo hasta la base. Sigue saltando. Se echa hacia atrás mientras suelta unos buenos lechazos que salen como el surtidor de una fuente, dando de beber a la línea de pelos de su abdómen y a la toalla que ha puesto debajo para no manchar el sofá. Se la suelta y el pollón cae por su propio peso hacia abajo y adelante, brillante y recién corrido.