9:30 a.m. Estoy tomándome un café antes de irme al trabajo. Como cada día, miro por la ventana y ahí está, mi vecino Manuel Skye haciendo ejercicios de estiramiento al lado del borde de la piscina. Me miro a mí mismo, Tyler Berg, representante, de traje y corbata, pasando calor, le miro a él, completamente desnudo, haciendo el pino, con la picha y las pelotas colgando, bien grandes, al fresquito.
10:00 a.m. Debería haber salido ya hacia el trabajo. Llegaré tarde, pero es que hoy más que nunca me pica la polla y me ha dado por hacerme una paja con los pantalones puestos mientras mi cabeza se debate entre si llamar a la puerta del vecino o no. Necesito tener su enorme verga dentro de mi boca. La necesito.
10:05. a.m. Me dirijo hacia la casa del vecino mientras con el móvil cancelo mi cita con mi representado hasta más tarde. A esta hora Manuel debe estar a punto de meterse en la ducha. Quiero llamar a su puerta y ver cómo me recibe. ¿Con la toalla envuelta alrededor de la cintura marcando paquete? Eso es lo que me gustaría.
10:07. a.m. La puerta está abierta. Entro hasta el fondo. Manuel se está secando el sudor con una toalla frente al espejo. Parece no sorprenderle mi presencia. A mí sí me sorprende el tamaño de su polla colgando. Me arrodillo frente a él y hago una reverencia a su sagrada tgrabca con mi boca. Me la como entera.
10:15. a.m. Él también tiene que ir al trabajo. Se viste mientras le devoro el rabo con ganas. Mi intención es desvestirle, la suya vertirse. No nos ponemos de acuerdo. Después de un buen rato mamando, el muy cerdo se pasa la yema del dedo índice por encima de la raja del cipote. Al despegarlo se adivina una fina hilera de lefa que parece como una teleraña, pegadiza. Se lleva el dedo a la boca, lo degusta. Devuelve la yema del dedo, ahora mojada, a la raja del capullo. Otra fina hilera de semen. Abro la boca, saco la lengua, me la ofrece con su dedaco y me la trago.
10:20. a.m. Los dos a medio vestir, desnudos de cintura para abajo. Manuel se agacha, me saca la polla de la bragueta y se la zampa a trangullones. Me da la vuelta, me obliga a arquear la espalda, me sube la chaqueta y la camisa un poco para verme bien el culo. Escucho el raguido de un condón y a los pocos segundos algo grande y gordo se introduce en mi interior. Lo gozo.
10:21. a.m. Unas pelotas enormes se cuelan entre mis piernas cada vez que me cuela la polla hasta el fondo. Chocan con las mías, más recogidas y apretadas a la base de mi pene erecto.
10:25. a.m. El señor de la casa se sienta con la pija bien dura y tiesa hacia arriba. Está tremendo y muy morboso, con los calcetos que le llegan casi hasta las rodillas. Me siento dándole la espalda. No estoy preparado para un contacto visual tan directo, al menos no todavía. Me clavo su polla en mi agujero, saltgo una y otra vez y me tomo la licencia de hacerme una paja, soltando la leche con cuidado de no manchar nada.
10:28. a.m. No sé para qué tuve tanto cuidado en correrme limpiamente. Manuel se saca la chorra y no controla los lefazos. Su enorme polla lanza a diestro y siniestro chorrazos de leche caliente y me deja perdido con toda su estirpe jodiéndome la camisa. El doctor nunca me recomendó el café y a partir de ese día cambiaré mi rutina por una buena dósis de leche desnatada.