Ray Diesel se folla el culazo de Santi Konnor a pelo con su largo y gordísimo rabo curvado y le mete un facial lechero | Fucker Mate

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Los besos de un hombre le sabían mejor que nunca cuando tenía una buena trompeta a la que agarrarse. Santi Konnor no se estaba dando cuenta, pero mientras morreaba a Ray Diesel y le metía un buen agarrón al paquete con una polla de dimensiones extraordinarias, contoneaba su cuerpo de puro amor. No sabía ya ni por dónde agarrársela de lo grande que era, así que decidió meter la mano por los calzones y sentir el calor de la verga.

Ni la palma de la mano completamente pegada a la parte de arriba de aquel pollón conseguía abarcársela entera. Se puso tan cachondo que al momento ya estaba a cuatro patas sobre la cama abriéndose de piernas y elevando su musculoso culazo para que se lo follara allí mismo. Agachó otra vez la cabeza para sentir el calor del paquete en los morros y Ray aprovechó para hacerle unos deditos en el ojete y provocar que salieran por su boca los primeros gemidos.

Con mucha habilidad, Ray se bajó la parte delantera de los gayumbos con un dedo y liberó su rabo. Parecía que no iba a acabar nunca de lo largo que era. Un pollón gordísimo, gigantesco, se quedó rebotando un poquito entre las piernas de Ray, sobre las sábanas, un exquisito rabo de chocolate al que Santi no pudo resistirse. Sacó la lengua y empezó a relamer la parte de arriba desde la base hasta el cipote, enderezó la curvada polla con una mano y la engulló con mucha hambre.

Los dedos traviesos de Ray seguían hurgando en su raja y cuanto más placer le daba, más profunda era la mamada. Los dos se quitaron la única prenda que les separaba de estar completamente en pelotas y Santi acudió a sentarse en el suelo y meterse entre las piernas de su nuevo papi, que le agarró la cabecita con una mano mientras con la otra orientaba su enorme chorra hasta su boca para ponerle a comer rabo.

Completamente duro, daba gusto admirarlo de cerca y despertaba el hambre a cualquiera, con su forma curvada y la forma en la que colgaba. Santi se puso a gatas en el suelo y con dos cojones intentó atragantarse un poco, que con pollazas así merecía la pena. Primero se conformó con el capullo que ya le rellenaba bien la boca, pero después se la tragó hasta que le pasó por la mismísima garganta, arrastrando con los labios esa piel gorda y suave que lo recubría.

Podría haber estado así todo el puto día merendándose el rabo, pajeándose a sí mismo con una mano mientras con la otra cogía el pollón por la base y se lo comía. Cogerlo por decir algo, porque por mucho que le metiera un agarrón, era tan jodidamente gordo que no podía abarcarlo con la mano. Se la dejó engrasadita con sus babas, empinada hacia arriba, perfecta para que un buen culo como el suyo acudiera a clavarse encima.

Y lo hizo. Volvió a gatear, esta vez sobre las sábanas de la cama, orientó la polla hacia su culo y dejó que esa pipa enorme le atravesara las entrañas a pelo. Centímetro a centímetro, muy lentamente, las paredes de su ojete fueron arrastrándose y acogiendo esa enorme polla que lo rellenaba como a un pavo en acción de gracias. Cuando se sintió plenamente empalado, empezó a saltar sobre ese macho super dotado, impulsando un ritmo que continuaría Ray metiéndole una buena mandanga culeándole desde abajo.

La forma de esa polla había que aprovecharla al máximo. Santi se levantó, se dio la vuelta y se la clavó en dirección contraria, dando la espalda a Ray. Ahora sí, al estar curvada hacia abajo, en esa postura le estaba dando donde más le gustaba, en el punto en el que  un hombre puede llegar a correrse sin que nadie le toque la polla, simplemente con el roce de ese voluminoso objeto rozándole la próstata.

Ya había gozado mucho dominando y ahora le tocaba a Ray gozar también de las vistas de ese culazo tan potente y bien hecho. Mancillarlo con su gigantesca polla fue todo un placer. Se sintió niño otra vez, un niño muy travieso que mete el dedo en el pastel sin esperar a los invitados ni coger cuchara, a lo burro, atravesando esas musculosas nalgas con su enorme rabo.

Le dio duro hasta dejar sudando a Santi sobre la cama, boca arriba, que parecía que se acabara de pegar una maratón. Apoyó las manazas encima de los pectorales mientras se lo seguía follando. Las retiró cuando Santi cruzó su brazo para pajearse. Lo hizo rápido, en plan cabrón, se la machacó a quinientas revoluciones por minuto hasta sacarse la leche.

Pero antes de que lo hiciese, Ray se adelantó. Le sacó la polla del culo, se la acercó a la cara y dejó que los lefotes cayeran sobre su jeta, blanquitos como la leche, en gran cantidad. Nada más sentir el primer chorrazo, Santi se puso cachondo y empezó a girar la cabeza para recibir leche por toda la cara. Mientras un buen chorrete empezaba a resbalar por su cuello, otro le dejaba ciego. Las últimas gotas cayendo dentro de su boca como el rocío de las hojas al amanecer.

Corrido, con la cara llena de mecos, cerró los ojos y siguió chupando el enorme rabo de Ray que poco a poco se fue desinflando, pero no por ello dejaba de ser extremadamente largo y gordo. Ahora estaba blandito y sabía a gloria. Dejó escapar la polla entre sus labios y de reojo miró cómo le campaneaba a ese cabrón entre las piernas. Menuda dote de cojones bien cargados.

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