Qué coño, el macizorro guaperas ojazos y con barbita estaba tan bueno y cachas que Ty Mitchell se saltó todas las normas del resort Paradise. En cuanto le vio, su cuerpo le estaba pidiendo abrir el culo y dejarse follar por ese santo varón que le estaba poniendo tan cachondo con su sola presencia. Era costumbre del resort dejar que sus inquilinos descubrieran los secretos del hotel por sí mismos, pero Ty se adelantó y les leyó la carta, que no rezaba otra cosa que libertad para gozar de sus instalaciones y del personal libremente.
Mathias y Gunner, que eran unos tios super calientes y abiertos, decidieron comenzar por el chavalín que les estaba dando tan calurosa y atenta bienvenida. A Ty se le puso durísima al ver acercarse a Mathias. Si ya le parecía guapo a rabiar, ahora que lo tenía regalándole besos y caricias, estaba casi a punto de correrse como un primerizo en los calzones, sin tocarse. Que su pareja Gunner estuviera detrás apretándole la cebolleta contra el culo, restregándole toda la minga dura bajo los pantalones, no ayudó a pensar en otra cosa.
Entre los dos hicieron un sandwich al chavalín del que no pudo escapar. Lo dejaron desnudo y le animaron a hincar las rodillas el el suelo para empezar a chupar pijas. Esos dos cabrones las tenían enormes y largas, estaban muy bien dotados. Ty comenzó por la de su preferido, le apretó por los huevos, miró hacia arriba y se la chupó intentando digerir cada centímetro de esa exquisita barra de macho. Al ladear la cabeza tenía dispuestos otro par de buenos cojonazos y otra larga polla con buen cipote para mamar. El paraíso de las pollas.
Regaló su culo a Mathias como ofrenda y disfrutó como un condenado de ese enorme cilindro penetrándole el ojal sin condón. Estaba dura, caliente y le rellenaba todo el hueco. Apagó sus gemidos de placer comiéndose el rabo de Gunner. Sentó a los dos en el sofá y saltaba sobre las piernas de uno y de otro mientras el que estaba libre se pajeaba mirando la escena.
Clavadas de polla monumentales. Cuando saltaba sobre la verga de Gunner, miraba la carita guapa de Mathias y se le revolucionaban los cojones. En la mecedora se abrió de piernas y dieron buena cuenta de su culazo apretado metiéndole una tanda de pollazos. Ahí en la mecedora estaba recogidito, con todo a tiro, perfecto para empalar por el culo y para dar de comer por la boca. Le atiborraron de rabos, los tres comenzaron a pajearse las pollas a la vez y el cuerpo de Ty se convirtió en el lienzo de una triple descarga de leche a tiro limpio.