El maletín no es lo importante, lo realmente importante es quien lleva el maletín. Tardarán días en descubrir la combinación para abrirlo y cuando lo hagan, descubriendo el contenido vacío, ellos estarán ya muy lejos, desaparecidos bajo falsas identidades. Victor D’Angelo sabe que su compi de faenas Dato Foland es muy dado a celebrarlo todo en el lugar del crímen, pero cómo resistirse a sus encantos.
En plena mesa de trueque, le baja la cremallera de los pantalones y le mete un agarrón de polla con la mano. Se agacha y le saca los huevos también, porque le gusta comerse el rabo morcillón y raspar con su barbita la bolsa de las pelotas. Pero no se las ha sacado por fuera sólo para rasparlas, también se las come con ansias. Sí, el tio es un ansias.
Intercambian posiciones sobre la mesa. Ha conseguido despertar el apetito de Victor que es el que ahora come polla voraz, deslizando sus labios suavemente y sin descanso sobre el cipote y el primer tercio del rabo. Casi sin darse cuenta se están quedando en bolas en la sala y Dato empieza a tener los cojones cargados y la polla más dura que una barra de acero. Coge la cabeza de su compi, la acuesta de lado sobre sus abdominales y le obliga a comer más de la cuenta.
Victor todavía lleva los vaqueros puestos, pero enseguida terminan por los tobillos mientras Dato lo inclina hacia adelante sobre la mesa para abrirle el culo. Le mete unas caladas morreándole la rajeta, se levanta y sin manos tienta el agujero conduciendo el rabo duro hacia la entrada intentando penetrarle. Su compi se deja querer, pero cuesta abrirle el condenado culo.
Le da la vuelta, le tumba sobre la mesa arrastrándole el culazo hacia su rabo para que quede cerca, le coge las piernas y se las abre a tope. El cabrón tiende a cerrarlas y cerrar su ojete a cal y canto cuando siente ese objeto extraño penetrando sus entrañas, pero ya no hay nada que pueda hacer, porque Dato ha entrado dentro y no piensa salir. Como puede lucha contra la fuerza de esas piernas que se cierran apresando su polla y haciendo que le dé mucho más gusto.
Poco a poco se va acostumbrando como esperaba y le vuelve a poner en la postura en la que quería follárselo al principio, por detrás metiéndole una buena enculada. Por si acaso planta el pie en la mesa interponiéndolo entre la pierna y su cuerpo para que no se vuelva a cerrar en banda y le empotra a placer. Menudo culazo tiene el cabrón, grandote y redondito, musculoso, apoyados sobre unos buenos muslacos, para pegarle un reventón.
Le sigue metiendo polla hasta que se corre. Dato observa cómo el tio se saca la leche y se embadurna con ella toda la mano hasta que no se le ven ni los dedos. El muy cerdo se agacha, todavía pegando los espasmos de la corrida que se acaba de meter. Está cachondo y quiere lefa. Dato emite un sonoro gemido, pone cara de rabia y le pega un lefazo lechoso que sobrevuela más allá de su hombro. Sigue saliendo semen de la punta de la polla y le deja los pelillos de los pectorales decorados con lefa calentita y pegajosa.