
[Fucker Mate] Carlos Leao no aguanta el gustazo y le preña el culo a Ken Summers en una mañana bien lechera
Durante su verano en las playas brasileñas de Ipanema, aprovechando su viaje para ver los Juegos Olímpicos, Ken Summers apenas podía salir del agua a causa de las continuas erecciones que le provocaban la visión de tiarrones morenos y tremendos marcando pectorales, abdominales, grandes biceps, culo y paquete. Se puso las botas cuando acudió detrás de un grupito numeroso de chavales brasileños a los baños, todos en fila con las pollas colgando, largas y gordas.
Precisamente de ese grupito, uno de los chavales llamado Carlos Leao se dio cuenta de que le miraba el rabo y entre fiesta y fiesta volvieron a coincidir, se lo llevó a uno de los retretes y allí por primera vez probó su primer rabo brasileño por todos los huecos. Lo que comenzó como una follada casual, al final terminó con una amistad de follamigos con destino Barcelona para pasar el resto de las vacaciones.
Y aquí estamos, con Carlos poniéndose los calzones quién sabe para qué, si como le dice Ken, se los va a quitar. Y es que a Ken le gusta mucho darle masajes con aceite de bálsamo a ese cuerpo de caoba, sobre todo le encanta detenerse en las protuberancias de su culazo, de la consistencia de un flan y con una curvatura perfecta, sentir el calorcito que desprende la raja cada vez que pasa las manos cerca del ojete, admirar su pedazo pollón dando bandazos mientras anda antes de tumbarse boca abajo y ver cómo ese mismo rabaco sale entre sus piernas una vez tumbado, aprisionado contra los huevos.
Le encanta cuando se da la vuelta boca arriba y el pollón ha despertado, ahora grueso y gigante como un calipo de coca cola, pero mucho más gordo y apetitoso. Suave y lubricada, comienza con unos besitos por el tronco y después se rellena la boca de polla. El cabrón la tiene enorme. Es una delicia cogerla por la base con un dedo y notar su peso. Carlos se la coge con la mano y la pone en vertical dejando claro quién manda en esa habitación, menuda altura tiene la cabrona de la polla, más de veinticinco centímetros para meterse la clavada de su vida y encima con el rabo terminado en un cabezón rompeculos para abrile bien el ojete como nunca.
Con él le gustan los 69 de culo polla, porque mientras Carlos se dedica a babearle y prepararle el culo para la venida, él se ahoga con su pollón y con sus pelotas. Primero deja que caigan taponándole la nariz, calentitas sobre su bigote, pero después se ve forzado a cogerle la base del rabo y las pelotas con la mano para poder respirar un poco. De pequeñole costaba despegarse del biberón, incluso cuando ya se lo había terminado, ahora sabía de dónde le venía el gusto por seguir chupando aunque no hubiera leche de por medio.
Con el culo más lubricado que el coño de una puta a la que le hubieran preñado diez tios uno tras otro, Ken siguió chupando rabo y disfrutando de los lapos con besos y pollazos de su chico brasileño. Su culito, aunque lubricado a tope, jamás estaría totalmente preparado para recibir una polla tan grande. No lo estaba pero al final se la tragaba como un campeón. Carlos se la metía sin condón por detrás, sin manos, acoplando el capullo calentito directamente en su ojete, con su culo aprisionado entre sus piernas y empujando hasta taponarle el agujero con la bolsa de los huevos.
El tio empujaba que daba gusto y Ken podía no sólo escuchar el chapoteo de los cojones golpeándole el culete, sino sentirlos todo gordos y calientes en sus muslos. Con ese pollón dentro de él se sentía completamente realizado y feliz, un estado difícil de expresar, una especie de mareo gustoso que le hacía ir al cielo.
A veces le daba por imaginar qué hubiera sucedido si en lugar de uno se llega a traer a todo el grupo de amigos brasileños, el fiestón de rabos que se hubiera pegado hubiera sido pequeño, follado por unos y por otros y todos los días a todas horas recubierto de leche y preñado. Laidea se le fue un poco de la cabeza al enfilarse el pollón de Carlos sentándose encima. Le hubieran destrozado el culo.
Fue haciendo la sentadilla y se topó con el capullo antes de lo previsto. Se lo introdujo dentro y se fue sentando despacio. Parecía mentira que siendo la misma polla fuera más complicado metérsela uno mismo que el que te la metieran. Por eso si hubiera tenido que ir sentándose de amigo en amigo de esa manera, no sabe lo que habría podido llegar a ocurrir, lo hubiera tenido complicado para saber quién era el padre después de que todos le encharcasen el culo de semen.
De momento con uno ya iba bien servido,que teníala cacho polla más que suficiente que necesitaba. Ken siempre comenzaba pajeándole el rabo sentándose y subiendo, pero al final Carlos terminaba martilleándole el trasero desde abajo. Mientras se ponía en una nueva postura a cuatro patas y veía desfilar a Carlos por delante de él camino hacia su parte trasera, con el pedazo rabo gigante, duro como una mola y colgando, no podía comprender cómo se estaba tragando todos los días semejante trompeta por el culo.
Increíble o no, lo cierto era que a los pocos segundos ya tenía otra vez todo el trabuco grueso dentro con aquel macho brasileño y super dotado cubriéndole la espalda. Después de sentir tanta potencia, Ken se dejó caer boca arriba sobre la cama con las piernas abiertas para que le hiciese lo que quisiera. Carlos acudió raudo de nuevo a taponarle el hueco metiéndole toda la baguette por el ojete.
Como un koala a un árbol, Ken pidió su plato favorito de postre agarrándose a las espaldas de su follador. Carlos, que de fuerzas iba sobrado, lo cogió en volandas, lo agarró por el culazo y comenzó a impulsarlo hacia arriba, amortiguando la caída con las manos grandotas mientras el chaval se deslizaba con su polla clavada dentro.
Afortunadamente, nada salió como querían. Carlos se lo estaba follando por detrás cuando perdió el control y sin querer le soltó una preñadita dentro, sacando rápidamente la polla que seguía expulsando leche. Por más que intentó detener la corrida taponándose la raja del cipote con el pellejo, aquello ya se había descontrolado y un chorrazo de lefa le salió disparado de la polla en alto hacia arriba.
Ya que no había forma de dar marcha atrás, Carlos tomó la decisión más acertada, volver a meter la polla dentro del culo del chaval y dejarse ir preñándole el ojete por completo. Con la lefa correteando entre sus muslos, Ken se pegó un estupendo pajote lechero a la vez que sus cultivados abdominales sudados se tensaban y relajaban con cada corrida. Nada más terminar sonóel móvil de Carlos. Este fin de semana uno de sus amigos les hará una visita…
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